No sólo de “toma todo” se trata, sino que tampoco se sabe cómo terminará cayendo…
¿Y la inversión? Sería la pregunta natural frente al “modelo” de mantener elevado el nivel de actividad económica.
Claro, pero justamente inversión es la que no hay, porque la calidad institucional es mala, la credibilidad tiene rango de increíble y la imagen del primer matrimonio no luce tan vistosa como antes.
Entonces hay que empezar a sacar conejos de la galera: el primer conejo se llama “mantener el consumo como sea” y el segundo conejo es “exportaciones”, claro…en tanto y en cuanto el euro no siga en picada frente al dólar, la soja rinda como se espera y Lula no se levante aburrido uno de estos días y para divertirse le dé por devaluar.
Por un lado, si Brasil devaluara, las exportaciones vendrían en caída libre y por otro, considerando el estado seriamente averiado del tipo de cambio real, pensar en una devaluación sería suicida para el consumo interno que además repercutiría en el mercado cambiario. Es decir, si el dólar empezara su camino ascendente la gente querría retirar masivamente el dinero de los bancos por la incertidumbre y para evitar esto el gobierno debería idear otro corralito, el que ya sabemos que termina mínimamente con algún helicóptero cerrando la escena.
Permaneciendo el dólar más o menos estable, algunos individuos optan por adquirir bienes de consumo durables en lugar de ahorrar.
“Para-lela-mente”, valga la separación silábica en virtud de la etimología particular de los términos, buscando estimular el consumo interno con un tipo de cambio real seriamente averiado, la balanza comercial se desbalancea en tanto las importaciones superan a las exportaciones, por lo que desde el gobierno se frenan las importaciones para equilibrarla e impedir la fuga de capitales.
Asimismo, y “paralelamente”, el BCRA sigue emitiendo moneda para seguir estimulando el consumo interno, para lo cual sostiene además los planes sociales ya desactualizados en términos reales porque la inflación sigue avanzando irremediablemente, planes que significan obviamente más gasto público sustentado con más emisión monetaria que genera más inflación, impuesto que usa el gobierno para salir a decir que hay superávit fiscal gracias a su brillante manejo de la economía, cuando en realidad hay déficit fiscal y un presupuesto nacional dibujado.
El escenario se advierte como un círculo vicioso que se está tornando insostenible y es altamente probable que la salida del actual “modelo” sea tremendamente traumática en breve, sobre todo, para lo sectores más sensibles de la población; lamentablemente como siempre.
Nidia G. Osimani