Dos inspectores honestos y de intachable foja de servicios del BCRA —también en Aduana, la AFIP y el Banco Central existen empleados libres de sospecha— fueron apartados con urgencia de una grave investigación que, de haber seguido su curso, hubiera obligado a la señora Mercedes Marcó del Pont a intervenir preventivamente esa pequeña institución bancaria.
Aunque la investigación sobre actividades de lavado de dinero en el Banco Columbia había comenzado hace casi un año, una burda maniobra de pagarle con billetes falsos a jubilados —cuando el banco justamente se promociona por dar créditos blandos a ese sector de la población—, aceleró el proceso por el cual los citados inspectores —por razones de seguridad se obvian sus identidades— fueron apartados de la pesquisa y el informe elevado en el mismo banco fue cajoneado por una orden de tipo político. Los inspectores mismos reconocen que les señalaron al propio Néstor Kirchner como el personaje que influyó sobre la Presidencia del Banco Central para no dejar rastros administrativos de lo que habían encontrado los empleados fieles de la institución oficial.
¿De allí surge la repentina inquina que Kirchner le tomó a la reemplazante de Martín Redrado?
“Quizás no sea tan así, pero es aún más complejo”, le dijo una fuente del Central a este periodista. “Redrado quería intervenir el Banco Columbia por haberle detectado maniobras fraudulentas y lavado de dinero por 7 millones de dólares con el Casino de Victoria, y eso fue la gota que le colmó el vaso a la paciencia kirchnerista”, dijo nuestra fuente guardando algunos datos para una próxima denuncia ante la Justicia Federal.
La explicación de por qué esa institución actúa con tanta impunidad en el mercado financiero —aunque entregar billetes falsos a los jubilados linda con la peor de las canalladas—, tiene nombre y apellido. La contadora Aurora Pedraza, cuyo vínculo directo con los accionistas del Banco Columbia es materia de investigación, es la “testaferra” y manipuladora de varios negocios en los que intervienen José Pampuro –vicepresidente provisional del Senado y tercero en la línea sucesora Presidencial— y parte de su familia.
“Si se abren los archivos del Banco Columbia y se investiga a la contadora Pedraza el asunto se convierte en cuestión de Estado”, dijo uno de los empleados fieles del Banco Central.
Los vínculos entre la testaferra de la familia Pampuro —Aurora Pedraza—, el Banco Columbia y un lavador de dinero fichado por la DEA y otras agencias dedicadas a indagar el movimiento de dinero proveniente de actividades ilícitas, llamado Miguel Angel Lamparelli pueden dar lugar a uno de los escándalos más grandes de esta década por las vinculaciones y protección política que reciben los implicados en negocios multimillonarios provenientes de asuntos ilícitos.
En el bar Restaurante AMMA — Juana Manso 1626, Puerto Madero—, regenteado por Miguel Lamparelli, se planificaron acciones de falsificaciones de Bonos del Estado argentino que fueron dibujados por un reputado falsificador conocido como “El Japonés”, con el consentimiento del Banco Columbia y la presencia como garante y protectora del ilícito de la contadora de la familia Pampuro.
Recordar la película “Wall Street” y repasar los movimientos del citado Banco es casi una operación automática del cerebro.
Ya daremos más informes sobre el caso.
Jorge D. Boimvaser
Especial para Tribuna de Periodistas