Ayer leí Tiempo Argentino vía internet. Lo hice después de toparme con estos bombos mutuos en Twitter:
Confieso que busqué el diario con buena fe, con la esperanza de encontrar un bombazo. Lo que pude leer me dejó helado (léalo usted mismo): Deducciones tiradas de los pelos a partir de unos documentos prestados, supongo, por la Secretaría de Inteligencia. Empiezan con este preámbulo que pretende provocar lo que saben que no se consigue con semejante truchada:
"Ya nada será igual, nada, después de la publicación de estos documentos secretos a los que Tiempo Argentino accedió de manera exclusiva. Se trata del epílogo a una intensa labor de este colectivo de trabajo periodístico que durante seis meses investigó el robo a los Graiver de Papel Prensa por parte de los diarios Clarín, La Nación y La Razón, en alianza con la dictadura de Videla y Martínez de Hoz. Ya no quedan dudas sobre el despojo accionario. Tampoco, sobre quiénes son las víctimas y quiénes los beneficiarios en esta dolorosa historia. Pero había, sin embargo, interrogantes sobre el nivel de participación de los accionistas de los tres diarios en los crímenes de lesa humanidad que hoy investiga la justicia. Faltaba algo que uniera al implacable torturador de Lidia Papaleo de Graiver en Puesto Vasco con los impolutos ejecutivos que en la City porteña decidían silenciar las atrocidades del genocidio que se devoró a una generación de argentinos. Faltaba, es cierto. Hasta hoy".
Sigue una secuencia de cabos sueltos atados con adjetivos. Claro que Magnetto, Mitre y Peralta Ramos se reunían con el general Gallino y con quien sea, del mismo modo que Néstor Kirchner lo hacía con los dictadores en Santa Cruz o Héctor Timerman con Jorge Rafael Videla. No es lícito vincular esas reuniones (ninguna de ellas) con consecuencias ulteriores. Lo que hay que hacer es probar esa relación. Pero si Tiempo saca consecuencias terribles de tertulias (sic), podríamos deducir que Kirchner se reunía con dictadores para planear crímenes inconfesables o que Timerman de daba ideas nefastas a Videla.
Sospechen siempre del periodismo que tiene que advertir que es periodismo. Del que tiene que explicar las conexiones y conclusiones, como hace esta columna de Roberto Caballero que termina explicando:
No son opiniones. Cualquier palabra que yo quiera agregar está de más. Entonces, ¿para qué las agrega?
El final del artículo, que no dice nada, aclara:
"Todo esto parece surrealista. Inexplicable. Pero así ocurrió. La contundencia de los documentos elaborados por la burocracia asesina es inapelable. Se sabía que los represores no tuvieron límites y llegaron a los más bajo de la condición humana. Pero no descendieron a esos infiernos en soledad. Acá están las pruebas."
Hasta la columna de Hernán Brienza tiene que aclarar que...
La matriz del crimen quedó al descubierto.
Hoy me dí una vuelta por la conferencia anual de Colpin (Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación) en el hotel 752. Mientras comíamos unas medialunas en un break, uno de los dirigentes argentinos de FOPEA describió ese tipo deperiodismo como información por contaminación: como dos hechos ocurrieron en fechas cercanas, tienen una relación de causa efecto; como esa persona vive a unas tres cuadras del muerto, es evidente que es el asesino... y así ¿Será para despistar que se quejan de la lamentable costumbre del algo habrán hecho?
Lo siento amigos de Tiempo. Eso no es ni investigación ni periodismo. Tampoco es serio. Si quieren atacar a Magnetto y aClarín han hecho un pésimo trabajo. Nadie les va a creer. Pero como los lee poca gente, más siento que engañen la buena fe de Sergio Szpolski...
Gonzalo Peltzer
Paper Papers
NOTA 1: la misma fuente que me dijo lo de la información por contaminación me explicó que esos documentos solo muestran –no prueban– que había una interna entre Gallino y Camps.
NOTA 2: el artículo comete unos cuantos errores que le restan la poca credibilidad que puede tener. Entre otros da como funcionado y fabricando papel a Papel Prensa S.A. en 1976, que entonces estaba en proceso de fundación y empezó a producir papel recién en septiembre de 1978.