La democracia argentina, eterna adolescente
“Con la democracia se come, se educa y se cura” repetía una y otra vez Raúl Alfonsín allá por 1983. Muchos, por aquél entonces, jóvenes, que sólo teníamos como el recuerdo más parecido a una democracia al gobierno 73-76 de Cámpora- Lastiri- Juán Perón- María Estela Martínez parecíamos acceder por primera vez la mágica forma de gobierno que tanto se apreciaba desde los países líderes hacedora de sus sistemas sociales que , honestamente, envidiábamos.
Democracia y libertad son conceptos abstractos que no se pueden interpretar si no se las experimenta ampliamente. Alfonsín trató de gobernar respetando e infundiendo todo lo posible aquellas ideas, pero las circunstancias políticas y una innegable impericia le impidieron plasmarlas firmemente en Argentina como valores sustanciales y definitivos.
La caída de Alfonsín puso a la democracia en un freezer en el que aún hoy, pálida, permanece.
No es la intención de este artículo hacer un racconto histórico, pero diremos que desde 1989 hasta el presente, los distintos gobiernos se han encargado de vaciar de contenido a la democracia, y fabricar una “democracia a la argentina”, es decir: bajo el supuesto imperio de la ley - El reinado de la trampa. Trampa por derecha y por izquierda, entre todos y contra todos.
La verdad es que si usted toma el período 1989 – 2010 encontrará que la democracia, el respeto por la constitución y el apego a las leyes han sido sistemáticamente burlados en la Argentina.
Son 21 años de gambetas y de caminar por la cornisa apoyando reiteradamente un pie fuera del círculo de lo legal; 21 años durante los cuales la Argentina no ha dado a luz auténticos y genuinos demócratas: Y créame que es muy difícil construir una democracia sin demócratas.
Dice Juán José Sebreli: “Si hay Kirchner 2011 hay que despedirse de la democracia" . Y uno tiende a creer que no está tan errado el hombre. Pero me atrevería a decir que aún sin Kirchner 2011, la democracia corre enormes riesgos igualmente.
Kirchner se metió a nadar aguas que desconocía, y prostituyó mediante subsidios y prebendas muchas causas nobles llevándolas al punto de no retorno.
Utilizó a un importante segmento de la izquierda para ganar las calles y avalar “el modelo”, pero hoy esa izquierda se ha quedado con las calles para sí y ya ni siquiera reconoce ni el liderazgo ni la necesidad de tener a Kirchner en el poder.
Mientras todos pensaban que Kirchner usaba a la izquierda, la cosa era exactamente a la inversa.
Los organismos de DDHH y la revolución
Asociaciones de derechos humanos otrora respetadas y mayoritariamente avaladas como las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, una vez conseguido el encauzamiento de su lucha histórica demuestran que no están dispuestas a arriar las banderas de sus hijos y van por más.
No se conforman con la justicia: Quieren imponer su sistema.
Hoy ponen en jaque a la presidente Fernández Wilhelm con la extradición del terrorista chileno Apablaza, acusado en su país de homicidio agravado y secuestro extorsivo durante la democracia, y de una u otra forma la obligan a brindar un cuestionable asilo político que deteriorará las relaciones con Chile.
Dice Hebe de Bonafini “Un país que está condenando a los asesinos no puede negarle la libertad a quien luchó por su país”, cuando Aplabaza está acusado por el homicidio de un senador chileno en 1991, durante el gobierno democrático de Patricio Aylwin.
Es un problema Hebe…
De concretarse el asilo, será interesante conocer las explicaciones del canciller Timerman cuando le pregunten en USA acerca del tema.
Ocurre que, en realidad, y aunque no lo digan demasiado fuerte, los organismos de DDHH en Argentina van por la revolución.
Los estudiantes y la revolución
La presidente apoya públicamente a los estudiantes que toman colegios en Buenos Aires, aprovechando la situación para castigar aún más al ya bastante devaluado Macri.
Como si Macri no se bastara por sí mismo para derrocarse.
Pero le sale mal la movida cuando el presidente de la FUBA la acusa de demagoga y la “manda a callarse la boca”.
Está claro: Los dirigentes estudiantiles se denominan “hijos del 2001” y crecieron viendo a Kirchner; luego, han hecho kirchnerismo del más puro.
Tomaron una causa justa como es el inocultable mal estado edilicio de las casas de estudio, y rápidamente desnudaron las verdaderas intenciones que son derrocar a Macri, y si fuera necesario pasarle por arriba al propio gobierno nacional. Declaran que impulsarán la movilización de las universidades contra el pago de la deuda externa, la integración a la lucha latinoamericana, la defensa de los derechos de los oprimidos, y la lucha contra el imperialismo y la opresión nacional y social de nuestros pueblos.
Primero querían un revoque y dos ventanas: Ahora quieren el poder.
Los líderes estudiantiles son admiradores del Che Guevara, de Lenin, de Trotsky, y, como tales, también van por la revolución.
Montoneros y la Revolución
Previo a un acto de reencuentro y homenaje en la provincia de Córdoba, Guillermo Martínez Agüero (cuñado de Mario Firmenich) expresa que ellos no son “el montonerismo kirchnerista”, que quieren reivindicar los principios originales de socialismo, peronismo y lucha armada, que no enterraron las armas y piensan que la lucha armada es una opción para cuando las condiciones así lo hagan necesario, como ya ocurrió con las FARC o con el Subcomandante Marcos, por ejemplo, y que tienen una amplia coincidencia con la Venezuela de Chávez y la Bolivia de Evo Morales.
No dijo “por si las condiciones lo hicieran necesario”, dijo “para cuando”….
Con un posicionamiento importante entre los funcionarios públicos nacionales y desde una posición más localista que las anteriores, porque aún sostienen la pertenencia peronista, pero está claro que Montoneros, fiel a su historia, no desdeña a la revolución.
Movimientos Sociales y la Revolución
No son los citados los únicos grupos que verían con agrado alguna forma de revolución de izquierda en la Argentina.
Tenga presente que los gobiernos democráticos han profundizado hasta lo indecible el modelo de hambre y postergación social, apenas mitigado por planes y asistencialismos diversos con fines meramente clientelísticos.
No hay que olvidar a la gente despolitizada pero carenciada, millones de personas a los que les importa un rábano si hay democracia o dictadura (de derecha o de izquierda) porque lógicamente antepone sus necesidades a cualquier ideología y eventualmente acompaña al que se las satisface.
El surgimiento de las organizaciones piqueteras desnuda la enorme deuda de la democracia para con el pueblo y los riesgos que esto conlleva.
Lo que surgió como un genuino reclamo social fue rápidamente cooptado por agrupaciones políticas y hoy es casi imposible encontrar a alguien que diga “quiero dejar de ser piquetero para estar mejor”; por el contrario, esas organizaciones han crecido y (con contadas excepciones) fueron introducidas también en alguna forma de izquierda combativa.
Es algo así como la “burguesía piquetera”: Están instalados ahí y ya no quieren moverse demasiado.
Kirchner ha coqueteado también con muchas de estas agrupaciones y a estas alturas nadie duda que fue por mero interés electoralista.
¿Democracia o revolución?
Está claro que todos los grupos que ansían esa “revolución” van contra el sistema establecido, contra los partidos y dirigentes tradicionales, y en la búsqueda de sus propias ambiciones revolucionarias.
Pero ninguna de estas variantes es democrática, ni se molestan en parecerlo; a la luz de los regímenes que reivindican (Cuba, Venezuela) tampoco parecen ser muy amantes de las libertades ni del estado de derecho. Sus expresiones son mayoritariamente avasallantes y la épica setentista se encuentra a la órden del día.
Es tragicómico que cuando Fidel dice que el modelo ya no les sirve ni a ellos mismos y saca 500.000 empleados estatales rumbo a la actividad privada, la Argentina en 2010 camine hacia una tiranía de izquierda.
Yo no sé si existirá una revolución: Solo sé que, de ocurrir, ni será pacífica ni alumbrará una nueva democracia. Al final de ese túnel por ahora sólo se vislumbra Chavismo.
Y aunque suene desagradable, tampoco estoy seguro de que no nos merezcamos ese final.
Porque es muy lindo decir que con la democracia se come, se educa y se cura, pero después hay que ir y hacerlo.
Y si la democracia argentina cumple 27 años pero sigue pareciendo de 13, la verdad es que hay millones de personas que tienen demasiadas urgencias como para sentarse a esperar a que le desaparezca el acné y madure.
Con una oposición que a estas alturas podría catalogarse como vergonzosa, especuladora y ausente, tampoco parecen ser los Kirchner quienes puedan erigirse en bastiones de la democracia. Antes bien, con sus permanentes ataques contra los otros poderes solo atizan el fuego del desprestigio institucional. Le están desenchufando el freezer pero no la sacaron de adentro.
Los Kirchner no son demócratas, nunca lo fueron, pero en la oposición, hay que decirlo, tampoco abundan.
Es posible que Cristina se vea a sí misma como la abanderada de la revolución setentista que tanto añora, bajo un régimen de pseudodemocracia no republicana . También es posible que en alguna mente afiebrada del oficialismo hasta se especule con esta salida como “el mal menor”, pensando ingenuamente que la podrían controlar una vez desatada.
La disyuntiva que se plantea entonces es llana y directa:
O la democracia rápidamente genera anticuerpos y canaliza estas voluntades inquietas haciendo una inclusión amplia y genuina mediante dirigentes que de una vez por todas se comporten como auténticos demócratas, o la revolución se lleva puesta a la democracia y a la libertad en la Argentina.
Fabián Ferrante
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