Pregunto (con mi razonamiento hecho pedazos): ¿puede ser feliz un Ser Supremo creador (objeto de estudio por parte de la “ciencia teológica”) al haber contemplado ayer y hoy, cómo está el mundo? Quizás yo sea un idiota para ver equivocadamente esta “obviedad”. Pero no, ¡mi razón se rebela! Pensándolo mejor, no creo ser un mentecato. Tengo muchos amigos lectores que piensan como yo, no obstante lo cual ninguno de ellos, ni yo, estamos recluidos en un manicomio.
Surge una sesuda pregunta: ¿cómo este Ente (si es que existe) puede nadar en la felicidad contemplando la fauna doliente cuyos componentes carnívoros persiguen, hieren y matan a sus presas? ¿Cómo puede contemplar impávido, en plena felicidad exultante, sin caber en sí de gozo, el sufrimiento humano, producto de guerras, masacres, carnicerías, peleándose los hombres como locos (a veces por su propio dios o diositos) dejando el tendal de seres dolientes inocentes? ¿Cómo puede gozar de su existencia y del producto de su creación, viendo cómo la gente se mata en su propio nombre? ¿Cómo puede sentirse sin cargo de conciencia por todas las enfermedades habidas y por haber que padecieron y padecen animales y seres humanos inocentes?... (Salvo que haya dado su espalda al mundo para no observarlo en su iniquidad o se encuentre distraído en el santo cielo contemplando ¡vaya a saber qué espectáculo maravilloso suscitado en el Cosmos, allá lejos, en algún rincón!, aunque… de existir, ¡no creo que sea tan despistado!).
Bueno, surge ahora el interrogante teológico-metafísico. ¿Por qué este “Ser” “bondadoso” permite el martirio de sus queridas (o mal queridas) criaturas?
¡Por el pecado! Se apresuran a exclamar los religiosos. (Este exabrupto, lo he escuchado muchas veces).
¡Vamos eruditos! ¿Los animales que nos acompañan y sufren en esta polifacética existencia terrena, también pecaron? ¿Acaso no sufrieron antes de que apareciera el hombre en el planeta? ¿O sufrieron por adelantado, incluso los antiguos dinosaurios, por los pecados de los hombres por venir, sin poseer conciencia de ello? ¿Y arribado ya el Homo a la existencia, los adultos pura bondad que nunca oyeron nada de lo que pregona la religión cristiana, también heredan la culpa? ¿Y los buenos que existieron muchísimo antes de la promesa redentora, también estaban marcados por la culpa primigenia sin tener conciencia de ello?
Y hoy, el 75 % y algo más, de la humanidad que no posee conciencia alguna de que cierto “Salvador del Mundo” bajó de los Cielos para redimir nada menos que a ¡todo el género humano!, ¿también este porcentaje es heredero de la culpa?
¡Vamos sesudos pensadores! ¡No gasten bromas, por favor!, pues, luego de largo cavilar y devanarse los sesos, pretendieron y pretenden dar una respuesta (¡desacertada!). Es muy sencilla (para ellos), y es la siguiente: Todas aquellas almas que no conocieron la redención, ya sea por haber existido anteriormente a ésta o por hallarse poblando lejanos países sin tener acceso a la “verdad eterna”, ¡serán juzgados en el juicio final junto con el puñado de los privilegiados, es decir con aquellos que sí se enteraron de la “redención del mundo”!
¡Qué sesuda y victoriosa salida del atolladero! ¿No es cierto?
¿¡Cómo!? ¿Ayer existieron almas ya condenadas de antemano, antes que apareciera la religión cristiana con su salvador del mundo, y hoy aún están ansiosamente esperando ser juzgadas por una Divinidad que lo conoce todo, absolutamente todo el dedillo desde toda la eternidad? ¿Qué clase de juicio podría ser éste? ¿Juzgar una cosa ya juzgada? ¿Estamos locos o qué? ¿O es que este Dios se hace el sonso y cierra los ojos a toda razón cayendo de bruces en el profundo abismo de la sinrazón?
¡Cae de maduro! Si ya lo conoce todo al dedillo desde siempre y para siempre, lo reitero, ¿para qué demonios creó entonces el mundo y al hombre? Y a este último, ¿¡acaso para conocerlo!? Repito ¿Estamos locos, o qué?
Aquí, en este punto, la mas simple lógica nos dice que todos los seres, hasta una lombriz, están ya juzgados de antemano.
Señores teólogos, cultivadores de una mera pseudociencia, creo sinceramente que a esta altura de mi exposición, realmente ¡sobran las palabras!
Como acotación cómica al margen, me siento motivado a quejarme diciendo que, estoy harto de los cristianos pertenecientes a la secta de los Testigos de Jehová, quienes vienen de vez en cuando a mi domicilio para pregonar solemnemente que el mundo anda mal por culpa del pecado, porque la gente se desvía de Dios.
Como una curiosidad podemos hacer el siguiente planteo: sabemos que los Testigos de Jehová constituyen un grupo religioso de origen protestante, cuya predicación netamente pseudo científica se fundamenta en la venida del “Reino”, que consistirá en el cielo para 144.000 personas (sic). El resto de los justos gozará de la eternidad en el mismísimo planeta Tierra que continuará existiendo ad infinitud, mientras que los condenados ¡serán aniquilados! ¡Sí, así como suena! ¿Ese será entonces el funesto destino para casi toda la humanidad perteneciente a otros credos, ateos, agnósticos e indiferentes en materia de religión, muchísimos de ellos, excelentes personas?, pues los sectarios dicen solemnemente así: “Los que optan por ser independientes del Creador, serán cortados o quitados de la existencia, mas los que ‘esperan en Jehová’ vivirán a través de este sistema y comenzarán la restauración del Paraíso, el cual se extenderá hasta abarcar la Tierra entera.
Bueno, para finalizar con estas sinrazones, vamos a realizar un sucinto repaso de las aporías teológicas a modo de cuestionario.
Se dice que:
Dios es perfecto. ¿Frente a qué? Ante un mundo imperfecto ¡creado por Él!
Dios es bueno. ¿Frente a qué? A la maldad existente en el mundo ¡creado por él!
Dios es justo. ¿Frente a qué? A la injusticia reinante en un mundo ¡creado por Él!
Dios es misericordioso ¿Frente a qué? A la impiedad existente en el mundo ¡creado por Él!
Dios es la verdad. ¿Frente a qué? A la mentira y la posibilidad del error en el mundo ¡creado por Él!
Dios es puro amor. ¿Frente a qué? Al odio enclavado en el mundo ¡creado por Él!
Dios es feliz. ¿Frente a qué? A la infelicidad que campea por un mundo ¡creado por Él!
Dios conoce aquello que no existe. No hay lógica para explicar esto.
Dios conoce los pensamientos de la mente. ¿Para qué entonces confesarse ante el Ser Supremo?
Dios conoce desde siempre a los seres viles. ¿Para qué los dejó nacer si sabía que iban a ser viles gracias a su visión del futuro?
Dios conoce lo malo. ¿Quién creo la posibilidad de la maldad?
Dios se quiere a sí mismo y a los demás seres. ¿Para qué deja sufrir a los buenos entonces?
En Dios se da el libre albedrío. ¿Por qué decidió crear la posibilidad de caer en el mal?
Dios no puede querer el mal ¿Entonces el mal se halla fuera de la naturaleza del Todopoderoso y su creación, como algo que no puede dominar plenamente? Pero… ¿cómo? ¿No habíamos dicho que todo lo que existe es obra de su creación, y por ende la posibilidad del mal también? Bueno… ¡dejémoslo así!
Dios no odia nada. ¿Entonces la posibilidad de odiar se halla fuera del ámbito de la creación divina y sus planes? ¿Por que existe el odio entonces?
Y así podríamos continuar “ad infinítum”.
De este modo de razonar ahora expuesto, no hacemos más que sacar al Creador del marco del mundo para colocarlo allí, frente al mundo, como algo otro, dentro de cuyo seno Él encaja como creador. ¡Absurdo! ¿No es cierto?
Bueno, hay que tener en cuenta que el Aquinate Tomás, denominado “Doctor Angélico”, quien ideó todas estas contradicciones, vivió de ilusiones en la oscura Edad Media… pero… aceptar todo este contraste hoy en día en las universidades católicas, ¡me parece una locura!
Lo único que podría añadir, retornando al tema de la ubicuidad de este Dios, como teniendo conciencia de absolutamente todo, con su presencia, en el mundo, es que el único lugar que ocupa sólo como idea, es en las neuronas del cerebro humano que lo han fabricado para explicar precientíficamente el mundo la vida y la conciencia. Allí, en esa masa pensante es donde se halla el “Omnipotente”, como una creación más, como los seres fabulosos: las Gorgonas, el Leviatán, la hidra de siete cabezas, los dragones chinos, los miles de demonios, ángeles buenos, el Paraíso Celestial, el Purgatorio, el Infierno en el corazón de nuestro planeta y… la mar de fábulas.
Como corolario de esta cuestión sobre un supuesto ser Divino, sólo puedo acotar que se trata de un ente imposible, pues su existencia, sus inventados atributos y su creación, se contradicen mutuamente, y así es como los argumentos en contra lo aplastan, lo pulverizan, de modo que la supuesta ciencia llamada Teología, es según mi óptica una ciencia de la nada. En otras palabras, una pseudociencia más que ha inventado el hombre falto de datos científicos basados en la experiencia y una visión profunda de la naturaleza, la vida y el hombre.
Pienso también que la auténtica moral, el buen comportamiento, la solidaridad con los demás, de modo desinteresado, por el bien mismo, en lugar de portarse bien teniendo la mirada en un premio y temor a un castigo, es lo más lógico, ético e impagable.
Ladislao Vadas