A partir de 1989, comenzó un proceso feroz en la economía en la que la clase asalariada perdió en diez años las conquistas sociales obtenidas en el transcurso de un siglo.
En nombre del pragmatismo y del ingreso al “Primer Mundo”, el ex émulo de Facundo Quiroga —Carlos Menem— borró a golpe de decretos de necesidad y urgencia, el complejo entramado de leyes sociales elaboradas por el justicialismo. Apenas asumió, nombró ministro de Trabajo a Jorge Triaca. La decisión surgía de una reunión entre Menem, Luis Barrionuevo y los reposicionados Diego Ibáñez y Lorenzo Miguel. Sin embargo, la ofensiva de Menem-Triaca contra el movimiento obrero y la alianza de Menem con los incondicionales Cassia, Pedraza y compañía provocaron la división de la CGT (San Martín y Azopardo). “Pegados al Gobierno perdemos un espacio de crítica que solamente puede aprovechar la izquierda. Estamos con Menem pero nos reservamos el derecho a discrepar", explicó Lorenzo Miguel. La CGT Azopardo estaba integrada por tres sectores: "miguelistas" (UOM, Supe), ubaldinistas (UTA, OSN) y una línea más opositora (Ate, Ctera y periodistas.)
El coqueteo "opositor" de Miguel duró muy poco. A los pocos meses, en octubre, mientras los trabajadores del Estado presionaban a Saúl Ubaldini para que convoque a un paro general para el 17, la CGT Azopardo, con el apoyo de la UOM, define su Plan de Lucha. Finalmente, el dirigente cervecero anunció paro y movilización para mediados de noviembre. La UOM, luego de conseguir aumentos salariales, levantó el paro que iba a comenzar el mismo día en que se realizaban las negociaciones y abandona la central obrera.
La CGT Azopardo planeó una movilización para el 15 de noviembre que fue rechazada por las 62 Organizaciones. En diciembre, ante el levantamiento carapintada, la UOM suspendió los paros que tenía programados y aprovechó para denunciar la cercanía de militares carapintadas a la central Azopardo. A las pocas semanas, desapareció la CGT Azopardo y se conformó el Consejo Gremial de Trabajo sobre la base de un acuerdo del miguelismo con Barrionuevo y los ultramenemistas. Fue la luz verde para la gran ofensiva menemista contra el movimiento obrero. Lo que vino después fue el apoyo de Miguel a la reelección de Menem, el intento de conformar una AFJP (Activa) con Clarín y otras patronales, y el apoyo de la UOM-SMATA al convenio con las patronales automotrices, aceptando "ciertas pautas de flexibilización laboral".
Después de algunos escarceos seudo-opositores, Miguel arregló con Menem el salvataje de la UOM y la obra social absorbiendo el colosal déficit de ambas organizaciones, lo que no impidió que luego se presentara en "convocatoria de acreedores". Allí se produjo la primera escisión, con núcleos duros de la CTRA y ATE. Durante 1994, la central obrera sufrió un nuevo cisma y se conforma el MTA (Movimiento de Trabajadores Argentinos), bajo la conducción de Hugo Moyano.
En 1997, estos abandonan la CGT convirtiéndose en una entidad paralela. Gerardo Martínez (UOCRA) y Rodolfo Daer (Alimentación) ocuparon el sillón de la sede de Azopardo, convirtiéndose en socios de las privatizaciones de las empresas estatales y responsables del congelamiento de una gran porción de la lucha sindical.
La Alianza
Cuando el gobierno de Fernando De la Rúa derogó un decreto de Menem, firmado como una devolución de favores unos pocos meses antes de la culminación de su mandato, que aseguraba a los sindicatos el manejo del Fondo de Redistribución de las Obras Sociales — aproximadamente de 360 millones de dólares, nada menos—, estableció la ruptura de lanzas con éste y los gremialistas.
Esta situación y el envío del proyecto de reforma laboral al Congreso Nacional, apresuraron la elección del dirigente del gremio de los camioneros, Hugo Moyano, para el cargo de Secretario General de la CGT, en reemplazo de Rodolfo Daer. En este período es célebre el contrapunto entre la ministra de Trabajo Patricia Luro Bullrich Pueyrredón y el aludido dirigente de los camioneros, cuando ésta amenazó con retirarles el control de las obras sociales. La trató de “piba, vos nos sabés nada”, al tiempo que le dirigía una mirada de conmiseración. Otro suceso de peso, lo constituyó el episodio de la famosa Banelco con que, según Moyano, el otro ministro de Trabajo Alberto Flamarique tenía reservada para sobornar a los senadores con el fin de asegurarse la aprobación de la ley de Reforma Laboral pedida por el FMI.
El 24 de marzo de 2001, Cavallo reasumió la titularidad de Economía conduciéndole el Congreso facultades extraordinarias, y la CGT le declara la guerra a muerte. Así, se llega a la mencionada crisis de diciembre de 2001, a la que inexplicablemente la CGT no hizo acuse de recibo.
Los días de los Kirchner
Para el proyecto hegemónico del ex hombre fuerte de Santa Cruz, Néstor Kirchner, la idea de una CGT unificada bajo la tutela del camionero Moyano le provocaba cierta inquina. Así, la central obrera quedó en manos de un dudoso triunviro a cuyo frente se encontraban José Luis Lingeri, Susana Rueda y el indicado. Finalmente, los dos se evaporaron y el camionero quedó otra vez al frente.
Para abril de 2006, ambos actores en cuestión llegaron a un jugoso acuerdo: “Yo te doy parte de la jugosa propiedad de [la línea ferroviaria] Belgrano Cargas, con el Grupo Macri como socio mayoritario, y vos dame un techo para las exigencias salariales de los trabajadores que no se me escape del 20 por ciento". Acuerdo que de un sólo trazo disciplinó a las burocracias sindicales en sus discusiones paritarias y tranquilizó a las patronales, temerosas porque un mínimo aumento en sus costos laborales, vía recuperación efectiva de una porción del valor del salario, pudiera reducir sus fabulosos márgenes de ganancias. Esto se hizo pedazos el 17 de octubre de 2006, cuando paradójicamente durante el traslado de los restos de Juan Domingo Perón a la Quinta de San Vicente, facciones gremiales antagónicas protagonizaron un enfrentamiento de proporciones, en el que no faltaron los balazos propinados por “Madonna” Quiroz, chofer de Pablo Moyano, hijo de Hugo. Luego de esa balacera, que algunos improvisados creyeron que era el cenit del camionero, el sindicalismo recobró su capacidad de transacción bajo presión a partir de abril, donde se sentaron a discutir con el oficialismo la cuestión salarial. El camionero firmó un pacto, almuerzo mediante, con su antiguo adversario Luis Barrionuevo, a comienzos de mayo donde ratificaron que dicha transacción no sea por debajo del 16,5%. Pero los docentes (sobre todo los del sur argentino), y los delegados de subterráneos encabezaron una enconada lucha contrapuesta a esta capacidad gatopardista de sentarse a la mesa para discutir cuestiones de jornales.
Sucedido Néstor por su consorte Cristina Fernández Wilhelm en diciembre de 2008, las huestes del camionero empresario Moyano reafirmaron su adhesión al “modelo”, poniéndose de su lado en las problemáticas jornadas de la crisis agropecuaria que duró 4 meses. Al año siguiente, personeros dilectos de este entramado burocrático como Rodolfo Daer (Alimentación) y José Pedraza (UTA) asistieron a la génesis de comisiones internas clasistas en Kraft , Subterráneos y Metropolitano, con aporte de distintas agrupaciones de izquierda, que se cansaron de la falta de representatividad de esos dos burócratas que merced a su traición a las bases devinieron prósperos empresarios.
Daer es un ejemplo de clara entrega, fue el liquidador de las empresas familiares centenarias Bagley y Terrabusi, y su cesión en bandeja a las multinacionales Danone y la citada Kraft, recibiendo por ello una muy generosa recompensa en metálico. Estas contradicciones degeneraron en violencia durante la mañana del miércoles 19 en Barracas, cuando una patota de la UTA emboscó y mató a balazos al militante del Polo Obrero Mariano Ferreyra.
Girando sobre su misma, la otrora “Gloriosa CGT” alejada absolutamente de las bases que pretendía defender, cruje hasta sus cimientos aquejada de dolores por sus contradicciones internas encaminándose con paso seguro hacia el basurero de la historia.
Fernando Paolella