La presidenta Cristina Kirchner estrenará la semana próxima una pretendida doble función de armadora política nacional y principal vendedora de la Argentina en el mundo.

 La jefa de Estado decidió asumir todas las funciones que competían a su esposo Néstor Kirchner como jefe del PJ. Fue la solución más práctica que encontró ante la desaparición de su poderoso organizador partidario.

 "Todo lo que reportábamos a Néstor ahora lo haremos con ella. Aníbal (Fernández) y Julio (De Vido) tendrán más injerencia en la gestión pero ella tendrá la última palabra en la política", adelantó a Noticias Argentinas una importante fuente oficial.

 Sin embargo el nuevo rol, desconocido para ella, se topará en su estreno con su "métier" más conocido: el de las relaciones internacionales.

 Precisamente, la presidenta viajará la semana próxima a Seúl para avanzar en su intento de destrabar los cuellos de botella que aún afectan a la economía argentina, especialmente en lo que tiene que ver con los bajos niveles de inversión extranjera.

 La oportunidad será en la Cumbre del G-20 en la que la presidenta Cristina Fernández tendrá especial exposición por distintos motivos, pero quizá el principal es que será su primera cumbre tras la muerte de su esposo Néstor Kirchner.

 Lo cierto es que en ese foro que reúne a los principales líderes mundiales -de naciones desarrolladas y emergentes- la Argentina tratará de combinar los temas de la agenda general con los intereses propios, que en algunos puntos están vinculados.

 El temario incluye la reforma del Fondo Monetario Internacional, la guerra de divisas, la seguridad financiera mundial y el desarrollo de las naciones pobres ante la crisis, anunció el presidente anfitrión Lee Myung-bak.

 La jefa de Estado viajará el lunes por la tarde y participará de todos los paneles presidenciales de jueves y viernes.

 Sin embargo, una actividad que concita mucho interés tendrá lugar la mañana del viernes cuando enfrentará una mesa redonda con empresarios de todo el mundo en el marco de la cumbre, confirmaron fuentes oficiales a Noticias Argentinas.

 Muñida de indicadores económicos alentadores, Cristina hablará de la solidez de la economía argentina y su supervivencia pese al impacto de la crisis financiera.

Cifras

 La semana pasada la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) difundió un informe que indica que Brasil, Chile, Uruguay y Perú reciben mayor flujo de la Inversión Extranjera Directa (IED) que la Argentina.

 La IED creció en un promedio de once países de la región 16,4% durante el primer semestre de 2010, en relación a igual período de 2009 y en la Argentina el aumento fue de la mitad: 7,8%.

 Por su parte, un mapa de riesgo de inversión realizado por la consultora Promontory Compliance Solutions con sede en Washington indicó que la Argentina se encuentra en un nivel medio, junto a algunos países de África, del este de Europa y de Asia. Nuevamente, Brasil y Chile son los países con mejor clima para las inversiones en la región.

 Según el ex viceministro de Economía y actual dirigente del Peronismo Federal, Jorge Todesca, el fenómeno se debe a varios motivos pero en primer lugar ubicó a la inflación.

 "En la Argentina no se puede hacer un cálculo y menos cálculos de competitividad de lo que se va a producir. No hay condiciones para hacer un cálculo económico del proyecto", expuso Todesca.

 Habló de un índice de aumento de precios del 25% anual con una tipo de cambio fijo que, según puntualizó, relega al país en un contexto de guerra cambiaria como el que se va a entablar en Seúl.

"El país pierde competitividad", remarcó.  También habló de "imprevisibilidad institucional" y una capacidad ociosa en todo el mundo, lo que hace difícil la instalación de proyectos en el extranjero.

 Otro de los temas que bloquea la llegada de capitales es la imposibilidad de alcanzar un acuerdo con el Club de París. Esta deuda adquirida con las economías desarrolladas impide que las empresas puedan contratar seguros de inversión en el exterior, que son esenciales para los proyectos importantes.

 Lo cierto es que las principales naciones del Club de París exigen para avanzar en un entendimiento que la Argentina someta su economía a la supervisión del FMI como establece el artículo IV del estatuto del Fondo, pero esa posibilidad se descarta.

 El Gobierno propuso como respuesta permitir que ese control se realice a través del G-20 y en las últimas horas aceleró el envío del informe para llegar con ese respaldo a Seúl, donde se espera que la Presidenta aproveche la discusión general para defender su receta y apuntar nuevamente contra el Fondo.

 Esa pelea, claro está, también combina política interna y externa.

Gabriel Profiti
NA