La caótica situación vivida en los bancos en los últimos días por la falta de dinero ocultó otro tema que podría ser preocupante para la Argentina en el corto plazo: la idea de Brasil de devaluar el real para favorecer sus exportaciones.

El enojo de la gente por no poder retirar dinero o tener que hacer largas colas para conseguirlo hizo que pasara inadvertida una cuestión que podría terminar afectando a la industria nacional primero y a toda la población después.

Si en el 2010, con un cambio favorable a la Argentina, el país tuvo con Brasil un déficit comercial superior a los 4.000 millones de dólares, nadie se anima a pronosticar qué podría pasar con un real devaluado.

Apenas asumida, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, advirtió que tomará todas las medidas a su alcance para evitar que el dólar siga cayendo en ese país, como ocurrió en los últimos tiempos durante el Gobierno de Lula.

El ex mandatario basó su política en fomentar el compre nacional de empresas estatales antes que tener en cuenta el tipo de cambio.

Pero en una de sus primeras medidas, Rousseff dispuso que los bancos apliquen un encaje equivalente al 60 por ciento de las posiciones de corto plazo, con el objetivo de fortalecer el "super real".

En sí, la medida apunta a desalentar la llegada de divisas estadounidenses a Brasil con el objetivo de evitar una suba del real y de preservar la competitividad del país.

En la actualidad, Brasil está recibiendo una avalancha de dólares por parte de inversores que buscan buenas ganancias en economías emergentes frente a las tasas de interés bajísimas que ofrecen en los países desarrollados del mundo.

La prima de riesgo país que elabora el JP Morgan se ubica en torno a los 480 puntos para la Argentina, casi el triple de la otorgada a Brasil, lo que le ha permitido ser un buen destino para las inversiones internacionales.

Héctor Méndez, titular de la Unión Industrial Argentina, dio una voz de alerta y recordó la devaluación brasileña de 1999: "no se tomaron medidas y la pagamos caro. No se puede jugar con eso, hay que estar muy atentos".

"Si Brasil llega a cambiar las reglas de juego, se nos acaba el veranito", admitió el secretario de la central fabril, José Ignacio de Mendiguren.

Entre los economistas las opiniones están divididas: mitad cree que Brasil devaluará y la otra mitad asegura que no tomará esa medida. Orlando Ferreres del Centro de Estudios Económicos (CEE) aseguró que Brasil "quiere llevar el real a 2,4 unidades por dólar".

Juan Pablo Paladino, de Ecolatina, aseguró que Brasil intenta dar "señales de que no quieren más la actual apreciación del real". Más allá de todo, la preocupación existe, es real y podría terminar afectando la competitividad de la Argentina, uno de los pilares del crecimiento económico y fuente de ingresos para el Estado.

En la actualidad, a la industria manufacturera la favorece Brasil y a la producción agrícola la salva los elevados precios internacionales de las materias primas.

Una posible devaluación de la moneda brasileña no sólo generaría algún ruido entre los dos países sino que también podría derivar en la aplicación de medidas paraarancelarias para contener la llegada de importaciones del país vecino.

En este marco, los nubarrones que se acercan por la política monetaria de Brasil pueden no generar fastidio entre la gente como el faltante de dinero, pero sus consecuencias podrían ser altamente perjudiciales.

A nivel interno, la industria está cada vez más cerca de alcanzar un cuello de botella ya que está trabajando a un nivel promedio del 80 por ciento.

Esta situación, sumada a la permanente estimulación del Gobierno para mantener el nivel de consumo terminan provocando mayor presión sobre los precios.

En este marco, el Gobierno debería adoptar medidas para promover los índices de inversión que aún no alcanzan el ritmo necesario para aumentar la productividad.

Guillermo Malisani
NA