La inflación del último mes del año pasado cerró en 0,8% definiendo así un incremento anual de precios para todo el 2010 de 10,9%, de acuerdo a los datos que acaba de publicar el INDEC en su informe del índice de precios al consumidor (IPC).
A esta altura, ya es conocido que la información que provee el INDEC a la ciudadanía, que es la que paga sus impuestos para mantener al organismo, no es ni siquiera cercana a la realidad. Los partes de prensa del instituto de estadística del estado nacional han acumulado los méritos suficientes para ser considerados parte del realismo mágico, género literario cuyo objetivo es "dar verosimilitud interna a lo fantástico o irreal". De lo contrario, no se explica cómo el índice de precios al consumidor en la región metropolitana de Buenos Aires alcance una variación anual de casi 11%, mientras que en otras regiones del país los precios suben a una velocidad interanual de más del doble, como en Santa Fe (26,2%), Neuquén (27,4%) o San Luis (28,9%).
Tampoco se entienden aquellas cifras oficiales del IPC cuando el mismo INDEC mide un incremento del costo de la construcción de casi 20% para el año pasado, habiendo subido en el mismo período un 25,6% los materiales de construcción y un 21,1% los salarios del sector.
De la misma manera, la consultora que tiene entre sus miembros a Graciela Bevacqua (la ex directora del índice de precios del INDEC que fue echada por Guillermo Moreno) midió para noviembre de 2010 una inflación interanual del 25,6%. La casi totalidad de analistas económicos coincide en que los precios subieron en 2010 alrededor del 25%.
¿Cómo entender sin estos niveles inflacionarios no oficiales la evolución de la recaudación nacional? La AFIP ha recaudado en todo el 2010 casi 410.000 millones de pesos, un 34,4% más que lo logrado en el 2009 (305 mil millones de pesos), siendo que el PIB cerrará el 2010 con un crecimiento aproximado del 8%. Es decir, una cuarta parte del incremento recaudatorio se podría explicar por el crecimiento de la actividad económica. ¿Cómo explicar entonces las tres cuartas partes restantes?
El IVA subió un 33,4%, el "impuesto al cheque" un 30,7%, los tributos sobre combustibles un 31,7% y Ganancias casi un 38%. No existe manera de ocultar una inflación cercana al 25% cuando los tributos relacionados con la evolución de los precios en una economía suben a tasas iguales o mayores al 30% anual. ¿O acaso alguien cree que las tres cuartas partes del aumento recaudatorio es fruto de una menor evasión tributaria? No hay economía que aguante este "apretón" en términos reales en un lapso de 12 meses.
¿Qué se puede decir entonces de la evolución de salarios nominales? Según el INDEC los salarios privados registrados (en "blanco") han subido un 28,9% entre noviembre de 2009 y el mismo mes de 2010: ¿alguien cree que el sector privado puede soportar un aumento de costos salariales en términos reales de un 18% en un año? No luce demasiado creíble frente a la estabilidad de la tasa de desempleo registrada en este último año.
Al tomar la evolución de las ventas de los supermercados, la encuesta del INDEC indica un aumento de la facturación, en términos nominales, de casi el 30% entre noviembre de 2009 y noviembre de 2010. ¿Alguien cree que el volumen ocupado de los "changuitos" es casi un 20% mayor hoy respecto a un año atrás?
No existe ningún indicador económico que pueda justificar la información provista por el INDEC referente a la evolución del índice de precios al consumidor del año que acaba de finalizar. Por eso no es creíble que la canasta básica alimentaria, estimada por el organismo oficial, establezca que para una familia tipo el costo para adquirir las calorías suficientes para vivir alcance los $578 mensuales. Esto supone que la familia en cuestión gasta $20 diarios o casi $5 por miembro familiar.
La evolución real de los precios en el país está más relacionada, como siempre sucede, con el mercado monetario y fiscal. En nuestro país en los últimos 7 u 8 años el gasto público ha venido creciendo desde menos del 30% del PIB al actual 40%. Como no alcanzan ni los recursos provenientes de los tributos ni del endeudamiento entonces se recurre a la emisión monetaria que provee el banco central. Por eso la oferta monetaria (M2: circulante y depósitos a la vista y en caja de ahorro) crece a una tasa anualizada del 35%.
Es decir, se ha vuelto a las andadas en materia monetaria y fiscal. Y cuando se construye un "ducto" desde el banco central a la tesorería nacional no es una buena noticia para la ciudadanía en general. Los argentinos ya tienen experiencia de sobra en esta materia. Por eso, es hora de capitalizar dicha experiencia e iniciar un proceso de responsabilidad fiscal y monetaria.
Pablo Guido
CADAL