Detrás de la discusión interna por las listas colectoras, detrás del debate por la postulación a la gobernación de Martín Sabbatella con los colores presidenciales, detrás del enojo de los intendentes del conurbano por eso mismo, bajo todo eso, el peronismo oficial asiste a una realidad que se explica en cada uno de los ítems anteriores o, a la inversa, en lo que todos ellos sintetizan: la orfandad de liderazgo político real luego de la muerte de Néstor Kirchner.
Según un análisis que circula entre dirigentes del justicialismo bonaerense, la presidenta Cristina Fernández, heredera del proyecto de poder de su marido, asoma más como una administradora del esquema K que como la líder política del mismo.
Su decisión de juntar votos en la provincia de Buenos Aires de la mano de un armado progresista alternativo —la boleta de Sabbatella— que crece pegándole al peronismo oficial, ha puesto en alerta a la corporación justicialista. Que hoy es kirchnerista, pero antes ha sido duhaldista y, mucho antes, menemista.
El misterio
"Es verdad: el kirchnerismo puro necesita convertir a ese administrador en líder. Por eso hace días Hugo Moyano prácticamente imploró que ella corte la indefinición respecto a su reelección. Por eso se explica el crecimiento de
Pero Cristina prolonga el misterio simplemente porque esa incógnita genera centralidad", analizaba un reconocido consultor político que no trabaja para el Gobierno.
Hay algo de eso. Aún arrastrando el lastre de la derrota del 2009 por las fracasadas candidaturas testimoniales, ¿hubiera existido ahora esa suerte de sensación de rebelión entre los caciques del conurbano por la colectora, que —ya está decidido— le darán a Sabbatella, si Kirchner viviera?
Aclaración: no hay que tomar como parámetro respecto a este descontento la paparruchada de la reunión del viernes pasado en Sierra de los Padres, con Hugo Moyano de anfitrión, porque ese encuentro sólo sirvió para que el camionero se pavoneara mostrando las instalaciones de su camping gremial. La cuestión política sigue igual que antes. Sólo se prolongó el descontento.
Fuera de micrófonos, los caciques del conurbano admiten que el peronismo no está acostumbrado a tener un líder con las características de Cristina.
Cuerpo a cuerpo
En la lógica del PJ, mucho del liderazgo se construye poniéndole el pecho a situaciones cotidianas con los coroneles de la tropa. En palabras de un agudo observador político, consultado por este diario: "Estando cuerpo a cuerpo con el resto de los actores del peronismo".
Lejos está
Cristina prácticamente no tiene reuniones políticas con intendentes, gobernadores o legisladores. Son cosas que nunca se dirán en público porque está instalado el convencimiento de que CFK será la candidata en octubre.
Tal vez por eso mismo, Daniel Scioli nunca dará ese paso que le reclaman muchos dirigentes peronistas y que supone asumir el liderazgo del mayor aparato político del país, el PJ bonaerense.
Es obvio que los intendentes nunca se reconocerán en Moyano —titular formal del partido— y en las charlas oficiosas se recoge la sensación de que ellos están en la búsqueda de una voz de mando.
Algo de eso, de la tarea de conducción política cotidiana, ha delegado
Y después está
¿O el proyecto de Scioli para elevar el piso de votos que se necesitarán en las internas para acceder a espacios en las listas que competirán luego en las elecciones generales no fue aplaudido en el PJ porque los alcaldes se vieron venir que el 14 de agosto probablemente deberían lidiar en sus distritos con listas menores apadrinadas por el hijo presidencial con recursos nacionales?
¿O el tradicional peronismo conurbanense y del interior no percibe —y recela— del obvio intento de los jóvenes de
Lo dicho: el peronismo busca un nuevo liderazgo político para enfrentar una elección, en octubre, que marcará la continuidad o no en el poder. Por ahora la opción "A" es
Mariano Pérez de Eulate
NA