Cualquier balance provincial de los últimos días debería comenzar resaltando que se suscribió una tregua en la tensa controversia que se había instalado entre sectores afines al gobierno nacional y la administración bonaerense por la temática de la Seguridad.
Aunque explayada en términos pseudo "ideológicos", la polémica hacia eje en cuestiones institucionales tan sensibles que amenazaba con convertirse en un conflicto entre gobiernos, pero la paz suscripta parece precaria.
La tregua llegó después de la embestida de sectores vinculados a la ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré, contra la política que en esa materia aplica el gobierno provincial, con el objetivo mayor de derribar al ministro bonaerense del área, Ricardo Casal.
Y después de que el gobernador realizara una enfática y casi solemne —en el marco de la Asamblea Legislativa— reafirmación de los criterios que suscribe en la lucha contra el delito. Y tuvieron que suscribirla Cristina Kirchner y Daniel Scioli, en reunión a solas, para que se calmaran las aguas.
Pero en el oficialismo se asume que esa embestida —aún referida a una problemática tan grave, en la que se juega la vida de la ciudadanía, y aún revestida de presuntas diferencias sobre políticas de Estado— se inscribe en una estrategia eminentemente electoral de desgaste de la figura de Scioli que han asumido grupos ultra kirchneristas ahora denominados "cristinistas".
De hecho, en la movida formal más dura contra la política de Seguridad de Scioli, dirigentes K compartieron tribuna con Martín Sabbatella, el opositor que desde ese mismo espacio impulsan como candidato a gobernador para que, lista colectora mediante, sume votos a la eventual reelección de Cristina en un juego que, por supuesto e inevitablemente, le restará sufragios a Scioli.
Difícil de creer
Los argentinos están acostumbrados a ese tipo de jugadas políticas, pero ningún extranjero que conociera esa situación podría creer que Scioli será "también" el candidato a gobernador del kirchnerismo; en rigor, "el" candidato del sector, según la estrategia electoral en marcha.
El dato saliente de ese panorama es que la colectora de Sabbatella no es sólo una jugada que impulsa un sector ultra K.
Es una movida avalada directamente desde la Casa Rosada. De hecho, desde allí un ministro se encargó de confirmar la decisión de instrumentarla, justo en el arranque de la tregua en los cruces por la Seguridad.
Y en el PJ bonaerense entienden que si bien la candidatura del opositor está concebida centralmente para sumar votos por izquierda y no peronistas para una reelección de Cristina, en el ultrakirchnerismo no sólo no desconocen, por supuesto, que le restará votos a Scioli. Creen que la posibilidad de "esmerilar" la figura del bonaerense entusiasma, incluso, a esos sectores.
Apuntan a grupos del kirchnerismo que ya están pensando en el 2015, un tiempo en el que Cristina —a no ser que se reforme la Constitución, claro— no podrá volver a postularse para la Presidencia y que no están precisamente interesados en que sea Scioli —por estos tiempos, el dirigente del oficialismo con mayor intención de voto detrás de la Presidenta— el mejor posicionado para "la sucesión".
De hecho, hay dirigentes peronistas que juran haber escuchado decir en esos grupos que "no sería un problema" que en la Provincia ganara la elección de gobernador el disidente Francisco De Narváez.
"Nació en Colombia y no podrá utilizar ese cargo para instalarse como candidato a la Presidencia", dicen que aclaran, por si alguien no entiende.
Peronistas en la mira
El tema es que esos grupos no tendrían a Scioli como objetivo exclusivo del operativo de desgaste. Apuntarían a limar también el rol decisivo que el PJ en conjunto y el bonaerense en particular ocupan en el andamiaje del oficialismo, en favor de un crecimiento de los sectores transversales, ultras, puros, peronistas no pejotistas o como se autodenominen.
Por lo pronto, en el peronismo creen que ese es el motivo por la que estos sectores impulsan que las listas colectoras de Sabbatella enganchadas a la de Cristina Kirchner sean habilitadas también para la elección de intendentes; otro segmento de la jugada confirmado ahora desde la Casa Rosada.
Esas nóminas podrían "hacer daño" a varios intendentes del Conurbano que en octubre irán en busca de la reelección y que hasta hoy constituyen pilares del PJ bonaerense.
La creciente convicción de que ésas son las razones reales de un esquema electoral que desde la Casa Rosada se va avalando día a día aumenta el clima de malestar y tensión en el peronismo oficialista de la Provincia. Sin embargo, se va imponiendo también un estado de resignación.
Cada referente hace sus sumas y restas de votos propios en ese posible escenario y no hay indicios de que la dirigencia provincial vaya a reclamar participación alguna en el diseño de una estrategia que le incumbe directamente.
Por el contrario, jefes comunales que no ocultaron hace algunas semanas su rechazo a las colectoras ahora guardan silencio o hasta las empiezan a apoyar en público.
La clave estaría en que a algunos de ellos —como a Raúl Othacehé, de Merlo, y a Hugo Curto, de Tres de Febrero—, les prometieron en la Rosada que Sabbatella no presentará candidatos a intendente y concejales en sus distritos. El resto tiende a creer que podría convertirse en una promesa incumplida.
Marisa Álvarez
NA