Francisco De Narváez, candidato a gobernador y supuesto opositor, habló de “aprietes” a la presidenta de la Nación por parte de Hugo Moyano. Algunos referentes de los derechos humanos como Hebe de Bonafini y los jóvenes de La Cámpora hablan de empujar hacia el precipicio al líder camionero. El “movimiento obrero” (como un todo indivisible) sale a apoyar a su líder y parará el país un lunes en la semana del feriado largo por el 24 y 25 de marzo. ¿Paro a quién? No es el Gobierno, afirma Omar Viviani, el líder de los taxistas que jamás manejo uno.
Compran, invierten, financian, ¿de dónde proviene esa cantidad de dinero abismal? ¿No es lavado? ¿Acaso no era Moyano el máximo bastión del Gobierno? ¿La oposición, la boba, como De Narváez, realmente cree que la Presidenta es una víctima del descontrol de Huguito? En fin, ¿seguiremos permitiendo estos atropellos? ¿Hasta cuándo? ¿Quién será la voz que pueda capitalizar este desconcierto y frenar los discursos corruptos de la ley del más fuerte?
La última vez que escribí unas líneas en Tribuna creía que aun se podían cambiar las cosas en el país y, fundamentalmente, en nuestra profesión. Lo sigo creyendo. Pero esa luz de esperanza se está apagando y se encuentra casi extinta. En los últimos 10 días, excepto los colegas de Tribuna, prácticamente ningún medio relevante de comunicación, se hizo eco de los aprietes y el posterior levantamiento de nuestro programa en Radio Cooperativa. No fuimos los únicos. Tres programas corrieron la misma suerte. Los foros en Facebook fueron censurados por el propio director de la emisora que no permite que se escriba, bloqueando esa opción. He recibido una carta documento hace 48 horas aclarando que el contrato estaba vencido. Claro que sí. Si hacíamos radio de forma ilegal, sin contrato adrede por el propio director de Cooperativa que estudiaba los posibles “daños colaterales” que le produciría levantarnos del aire. Lo hizo y nada pasó. Todos sabían. Todos se la veían venir. Muchos medios críticos (supuestamente) del Gobierno no quisieron reproducir las denuncias, pues dudan de que se trate de un caso de censura. ¿Te tienen que matar para llamarlo censura? Otros colegas que coinciden en que “algo pasó” reproducen la “obediencia debida” con sus patrones cercanos al gobierno nacional. Y, por último, un grupo de amigos y colegas, afines al gobierno, lo silencian pues “son las reglas del juego, macho, estás del otro lado”. ¿Quién puso esta división? ¿Por qué la aceptamos sin chistar?
La lógica de la confrontación agigantó la imagen de Néstor Kirchner en sus primeros años como presidente. Hoy, la sociedad está dividida. Ese es el resultado de la disputa eterna, de inventar enemigos que van de Techint a Mirtha Legrand, de Clarín a los milicos que desaparecieron, mataron y torturaron, del menemismo a Susana. En Cooperativa, el director de la radio le afirmó a un colega conductor que la línea política de la emisora “la va a manejar los chicos de La Cámpora”. Sin embargo, hace negocios con Moyano. Un asesor de Gabriel Mariotto prometió ocuparse e investigar el tema. ¡Qué iluso! Jamás volvió a llamar. FOPEA está investigando y hasta el Congreso Nacional con su comisión de libertad de expresión, se interesó en el tema. ¿Y? ¿De qué nos sorprendemos con Moyano? Ya nada sorprende, dirán ustedes. Y eso es lo más preocupante. Estamos acostumbrados a la mentira, al cinismo y al odio. “Por algo será” responden los que perdieron familiares y amigos durante la dictadura. ¡Qué contradicción! “Soy corporativista y respeto la decisión de las autoridades”, afirma el hombre que dice ir contra de “la puta oligarquía”. “¿Te conviene escribir en ese medio?”, me pregunta un colega.
Basta de fijarnos en conveniencias personales y construyamos un país para todos, en serio. Sin resentimientos, sin mentiras, sin impunidad. ¡Seamos libres, que lo demás no importa”!, gritó agónico José de San Martín.
Luis Gasulla