El pasado 22 de febrero, publiqué en MDZ, diario en el que me desempeño como editor, una nota que revelaba que el Casino de Uspallata no abonaba “derechos de comercio” por su actividad comercial, “basándose en un error de clasificación” por parte del municipio mendocino de Las Heras.
Esto generó la inmediata reacción por parte del Instituto de Juegos y Casinos de la provincia a cargo del cuestionado Daniel Pereyra y el consecuente pedido de réplica de ese funcionario al diario, lo cual se hizo carne a través de insólito un descargo oficial que rezaba que lo publicado en el artículo de marras es “falso”.
En su respuesta, Pereyra asegura que el referido artículo habría sido una suerte de operación para “hacer daño” a su persona, “como lo ha realizado en forma sistemática el diario” y destaca que el título de la nota habla “otra vez” del Casino, dando a entender que existen otros incumplimientos.
“El periodista debiera tener la honestidad intelectual de señalarlos”, asegura sin percatarse de que esos señalamientos están mencionados en el mismo artículo que cuestiona.
Se trata de tres tópicos puntuales:
1-Las obras comprometidas inicialmente en relación a la terminal anexa al casino nunca fueron terminadas. De eso han dado fe los comerciantes de los negocios de la terminal de Uspallata. Hay que recordar que la construcción del casino se dio en el marco de las refacciones de ese lugar, tal cual demuestra el expediente de marras. Esa voluminosa carpeta fue analizada por quien escribe estas líneas en la mismísima oficina del intendente de Las Heras, Rubén Miranda.
El propio jefe comunal lasherino admitió los incumplimientos del casino. Baste ver parte de la entrevista hecha a Miranda por este cronista el 20 de octubre pasado:
-Yo tuve acceso a los planos y el contrato, y pude contrastarlo con la terminal y el malhumor de la gente.
-Yo no te digo que no tenés razón, al contrario. Pero vamos a emplazar a esta gente a que hagan lo que no hicieron hasta ahora. Pero el tema se puede resolver, no es tan complicado.
-Vi los papeles y en ningún lado se habla del Casino. Se hablaba de una cosa y se hizo otra.
-Es verdad, no cumplieron con la base de la concesión. Igualmente tengo una planilla con todos los pedidos de informe que me han hecho al respecto y voy a responder todos y cada uno de ellos.
2-Ni administrativamente ni jurídicamente el municipio de Las Heras podría sancionar a la firma concesionaria, dado que en el articulado del contrato de concesión el Ejecutivo municipal se “olvidó” de las penalidades por incumplimientos.
3-A la empresa se adjudicó la explotación del predio y de sus obras por 20 años, resultando más polémico aún el hecho de que le concedió, sin más, el derecho a prórroga en favor de la firma por otros 20 años más.
Volviendo a los "derechos de comercio"
Para sostener las supuestas falsedades de este cronista, el funcionario Pereyra ha hecho llegar a MDZ los comprobantes de pago que ese casino efectuó a la municipalidad de Las Heras, lo cual no ha hecho más que refrendar lo publicado por mí. Es que los únicos conceptos abonados son los mismos que fueron detallados en mi artículo de marras.
El primer documento —se trata de un papel oficial del departamento de Rentas de Las Heras— es el que publicó ese diario el pasado 22 de febrero. Allí pueden verse desglosados los conceptos que abona esa casa de juegos, donde claramente figura el concepto “máquinas tragamonedas” y a la derecha del mismo la exención de cobro.
Si bien el casino abona al municipio por otros conceptos —algo que jamás negué, de hecho están en el documento publicado en la nota de la polémica—, no lo hace respecto a ese punto en particular. Al no abonar por actividad comercial, los impuestos de esa casa de juegos se reducen a la mitad. En este caso $798,28 (que se solía pagar bimestralmente y ahora es mensual).
En el comprobante aportado por Pereyra, puede observarse exactamente el mismo monto que el que fue publicado por mí, pagado mes a mes:
Como puede verse, lejos he estado de faltar a la verdad. De hecho, como se sostuvo en un principio, el Casino de Uspallata, en la clasificación de “actividad comercial” —que debe realizar el municipio a los fines de cobrar los derechos de comercio correspondientes—, figura con una clasificación inexistente en la norma municipal, “máquinas tragamonedas”, cuando le correspondía tributar como “Casino de Juegos”, concepto que sí figura en la Ordenanza Tarifaria.
No es un invento de este cronista, sino que así aparece en el Boletín Oficial, como se muestra a continuación.
Si se hubiera registrado al casino como tal, debería abonar 20.000 unidades tributarias en forma anual a favor del municipio, correspondiéndole a cada unidad tributaria el valor de $ 0,45. Esto suma mensualmente unos $750, es decir, exactamente el doble de lo que hoy tributa.
Pero hay más…
Según el documento publicado por mí en la nota de la polémica, la superficie cubierta por la que paga el Casino asciende a 340 m2, bastante menor a la declarada por la misma empresa y que figura en el expediente mencionado anteriormente.
Tampoco es algo argumentado por mí, sino que está en la propia declaración jurada de la firma Betec. Allí, la empresa asegura que posee una superficie de 437,70 m2.
Consultado por mí, el edil anticipó que, “por la documentación que poseo considero que podemos estar ante un posible incumplimiento de los deberes de funcionario público, por ello voy a hacer una presentación en fiscalía de estado para que lleve a cabo una investigación paralela sobre el caso.”
Pereyra puede no estar de acuerdo con lo que aquí se ha publicado y está en su derecho de hacerlo, pero debe tener en claro dos cosas: primero, no existe animosidad contra él por parte de este periodista; segundo, todo lo que he denunciado está respaldado por evidencia concreta.
No es poco.
Christian Sanz
*La foto que ilustra la nota pertenece a diario UNO y muestra a Pereyra junto al monje negro mendocino Alejandro Cazabán.