Una de las características más distintivas del gobierno de Néstor Kirchner fue la falta de transparencia en los actos del gobierno. Esa característica era tan evidente y notoria que su sucesora, Cristina de Kirchner, en su campaña electoral y en el discurso que pronunció cuando asumió la primera magistratura, puso como objetivo prioritario de su acción de gobierno, el de transparentar la acción de su gobierno
De esa manera buscaba disimular o lavar la mácula del gobierno de su esposo.
Pero como la casi gran mayoría de sus promesas y anuncios, este objetivo no solo fue incumplido, sino el tema con el paso del tiempo, se fue agravando cada vez más.
La ciudadanía cada vez tenía menor información de los actos del gobierno, o porque no tenía acceso a la información, simplemente porque le era negada el acceso a la misma o en muchos casos, porque era transmitida para el conocimiento público, en forma incompleta o maliciosamente tergiversada.
Uno de los aspectos sobre nuestra democracia que fuera frecuentemente comentado por la prensa internacional, era que, a lo largo de casi ocho años de gobierno, nunca hubo conferencias de prensa con la posibilidad que los periodistas pudieran evacuar sus inquietudes o dudas. (En realidad, hubo dos o tres, verdaderas pantomimas de conferencias de prensa, con preguntas muy limitadas y sin posibilidades de repreguntar).
Hace solamente un par de semanas atrás hablamos sobre el sinuoso comportamiento de la presidente, su psicosis maníaco depresiva (Trastorno de la personalidad y del ánimo) o trastorno bipolar (1) y sus frecuentes ausencias de varios días a sus obligaciones, generalmente en su refugio en El Calafate.
Nunca se informó claramente sobre esta patología de la presidente, pero se sabe que estos estados ciclotímicos, al alternar raptos de alegría y euforia y momentos de irritación y profunda depresión, en su nivel de gravedad en este último estado, el enfermo estaría impedido de razonar coherentemente y adoptar decisiones.
Hecha esta breve introducción, ante la información que nos brinda la Casa Rosada, sobre esta nueva indisposición o malestar de la presidente, sabiendo que seguramente oculta la verdad o es un nuevo engaño a la ciudadanía, haremos nuestra propia composición de lugar.
Es lógico pensar que no fue un cuadro de hipotensión lo que sufrió Cristina, sino uno de sus picos de profunda depresión que la volvió a dejar postrada.
Y siempre en el terreno de conjeturas, una de las causas de ello fue que el ganador, por amplio margen de las elecciones en la provincia de Salta, iba a visitarla ese día a la Casa Rosada.
¿Pero porque este hecho iba a afectar a Cristina tan profundamente?
Porque Juan Manuel Urtubey, si bien expresó repetidas veces su encolumnamiento tras el cristinismo, demostró una libertad de pensamiento y expresión desconocidos en el universo de seguidores sumisos y obedientes del oficialismo.
Urtubey con soltura y su innata claridad de expresión, comentó públicamente su opinión francamente negativa sobre el principal sostén político del gobierno. Expresó directamente, sin eufemismos, lo que todos los argentinos, incluyendo Cristina, piensan del líder de la CGT, Hugo Moyano.
Este hecho colocó a la presidente entre la espada y la pared y aumentó sus numerosas tensiones y presiones a la cual está continuamente sometida.
Estas sumatoria de tensiones seguramente la llevaron al pico negativo de su bipolaridad y probablemente también al cuadro de hipotensión.
Si bien toda persona enferma merece conmiseración, lo grave de este caso que nos ocupa, es que importantes tareas del gobierno vuelven a quedar a la deriva.
Hubo que suspender la visita de la presidente a México al frente de una delegación de cerca de doscientos empresarios argentinos que buscaban aumentar el intercambio comercial y lograr incrementat nuestras exportaciones a ese país.
La delegación, en reemplazo de Cristina, fue encabezada por el canciller Héctor Timerman, que de por si permite preanunciar por la incapacidad e ineptitud del canciller, un casi seguro fracaso y tal vez también algún escándalo diplomático.
En conclusión, la enfermedad de la presidente afecta al país. De volver a repetirse un cuadro parecido sería conveniente que Cristina se recluya, por un tiempo, en su refugio de El Calafate.
Ya llegará el momento en que tendrá todo el tiempo del mundo para curarse cuando este recluida, seguramente por muchos años, no en El Calafate, sino en una prisión estatal.
Alfredo Raúl Weinstabl
(1) Cristina empieza a evidencias problemas mentales por Alfredo R. Weinstabl