Mucho se ha especulado sobre el estado anímico de Cristina Fernández, sin embargo ella siempre ha preferido banalizar sus recaídas que van desde los psicológico hasta lo físico, según sus propias palabras. Frases como “Hoy me levanté pum para abajo”, “lo único que puede voltearme es un golpe de calor” o “cuando me ausento dos días los periodistas dicen cualquier cosa”, al menos así lo demuestran.
De hecho en la última visita que mantuvo la presidenta junto a Felipe Calderón en México —en el marco de la cita que tenía agendada para el 14 de abril pasado y la cual fue suspendida por un cuadro de presión baja— Cristina estuvo cuidada cual muñeca en caja de cristal. “En primer lugar, creo que debo una disculpa por lo que fue mi visita anterior, que se frustró no por voluntad de quien les habla, sino por los problemas de salud que tengo con mi hipotensión que en un día como hoy, también de tanto calor… Por suerte aquí, el Presidente me ha acompañado bajo el sol con un paraguas para que no me afecte”, dijo Cristina públicamente al llegar a México.
“Contrariamente a la tradición, Calderón no la recibió en la puerta de Los Pinos, a cielo abierto. No hubo caminata por el jardín. Tampoco revista de tropas, ni discursos al sol. Por el contrario, hubo techado especial y un BMW negro para trasladar a Cristina hasta las escalinatas de la residencia presidencial”, señala diario Clarín en el día de hoy.
Ese 14 de abril, y pese a las indicaciones médicas, Cristina había insistido en llevar adelante el viaje programado a México. Es que las trece horas de viaje a 2.000 mil metros de altura para una “hipotensa crónica”, no era precisamente un contexto recomendado por su equipo médico. En esa oportunidad, un mal pasar con el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey —quien luego de la victoria electoral en esa provincia, no solo intentó despegarse del gobierno nacional, sino también criticar la relación de este con el sindicalismo— dieron rienda suelta a especulaciones sobre si Cristina somatizaba su stress político.
“El cuadro de hipotensión de Cristina es repetitivo, ella misma lo ha expresado, y hay que ponerlo en el contexto de el estrés que produce el poder y del cuadro emocional producto del duelo que está atravesando. Cristina tiene una tendencia fuerte a la somatización ante situaciones emocionales fuertes. Estos episodios no me sorprenden y van a haber más, el poder es estresante y lo está somatizando”, había declarado radialmente el periodista y doctor Nelson Castro, el cual no parece haberse equivocado: hubieron más episodios y Cristina somatiza su malestar político.
Hace casi dos semanas la presidenta canceló un viaje a la República de Paraguay por recomendación del equipo de la Unidad Médica Presidencial, en el marco de los festejos por el bicentenario de ese país. "Yo no estoy muerta por volver a ser presidenta muchachos, yo ya di todo lo que tenía que dar", había dicho Cristina en un acto en José C. Paz previo a cancelar su viaje y en una semana de extrema tirantez en la relación con Hugo Moyano.
Lo curioso de la suspensión de esa visita, fue que sus médicos de cabecera le recomendaran interrumpir el viaje "debido a las condiciones climáticas", según la misma explicación oficial. Que su equipo médico actuara como servicio meteorológico despistó tanto a la prensa como a la opinión pública.
“La ausencia de la Presidenta en Asunción fue por un tema de cansancio físico, el resguardar su salud fue la salida diplomática más conveniente”, le había declarado una fuente oficial al periodista Juan Cruz Sanz.
Si bien había reprogramado, este nuevo viaje a México no cayó en buen momento si a stress político se refiere. Una de los estandartes más provechosos para el kirchnerismo quedó en medio de un escándalo por desmanejos de fondos públicos en la Fundación Madres de Plaza de Mayo y hasta por lavado de dinero de parte de quien administraba esas finanzas, Sergio Scoklender.
Mientras por estas horas desde el gobierno se trata de proteger a Hebe de Bonafini, crecen las preocupaciones en cuanto a lo que deberá afrontar el Gobierno con respecto a tres factores: a las partidas millonarias que se destinaron a Madres sin los avales y controles correspondientes, las sospechosas operaciones que investiga la Justicia sobre el intercambio de cheques a través de una financiera que aparece mencionada en los expedientes de la mafia de los medicamentos y del triple crimen, y la posibilidad de que Schoklender comience a repartir culpas —tanto a Hebe como al mismo Gobierno— para despegarse de sus propios ilícitos, algo que practica Moyano y que le ha causado a Cristina más de un dolor de cabeza… y más de una hipotensión.
Eliana Toro
Twitter: @toroeliana