Hace un par de semanas, al mismo tiempo en que un par de ineficientes funcionarios del Gobierno Nacional aseguraban que la inseguridad había disminuido considerablemente, era secuestrado un adolescente en la localidad de Becar.
El afectado, Nicolás Garnil -alumno del colegio Pilgrims de La Horqueta y amante del rugby-, es parte de una familia de clase media profesional y tiene dos hermanos, Agustina de 19 y Ramiro de 15.
Nicolás fue interceptado el domingo 25 de julio pasado por una banda que, ayudada por armas largas, le cortó el paso mientras iba en automóvil con su madre a la iglesia para asistir a misa.
A diferencia de otros secuestros, el de Nicolás se ha manejado con total reserva y su familia ha sido más que reacia hacia los medios de prensa.
Es un dato que no deja de llamar la atención, sobre todo cuando recordamos que nunca han hecho la denuncia formal por el secuestro y por ello la Delegación Departamental de Investigaciones tuvo que intervenir de oficio.
Lo que no se dice
Para lograr derribar el inviolable hermetismo que se apoderó de la causa por el secuestro de Nicolás, este periodista se entrevistó con media docena de funcionarios, entre ellos, dos agentes de la Policía Federal, un secretario de Estado de segunda línea y dos ex funcionarios de la cartera de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Todos los reporteados han coincidido en señalar que algunos de los delincuentes implicados en la desaparición de Nicolás Garnil, son los mismos que han participado en su momento del secuestro de Cristian Ramaro.
La clave para resolver el intrincado caso, que quita el sueño a la familia Garnil, tiene que ver con dos personajes muy relacionados al mundo de los secuestros: Maximiliano Rodrigo “Pachu” Peñaflor y Cristian “Hígado” Muñoz, dos de los “cerebros” del entonces secuestro de Cristian Ramaro y planificadores del de Nicolás.
El primero de ellos ha sido detenido hace un par de semanas y el segundo está siendo intensamente buscado. Ambos, según lo que pudo recoger quien escribe estas líneas, tienen mucho que explicar acerca de la desaparición del chico de Becar.
Según fuentes de inteligencia, Peñaflor y Muñoz serían parte de una banda mixta de policías y delincuentes que está vinculada a los secuestros de Antonio Echarri, Pablo Belluscio -el joven al que le amputaron un dedo-, el hermano del jugador Román Riquelme y el padre de los futbolistas Diego y Gabriel Milito.
Recordemos que, en el marco del secuestro de Cristian Ramaro, se detuvo a un efectivo en actividad de la Policía Federal de apellido Mansilla que se desempeñaba en la comisaría 33 del barrio porteño de Belgrano. No es poco.
Otro de los nombres que los investigadores guardan bajo siete llaves es el de Cristian Carro Córdoba, quien se cree que fue el jefe de Peñaflor, y a la vez mano derecha de Sergio "el Negro Sombra" Leiva, detenido oportunamente por el secuestro del padre de Jorge "Corcho" Rodríguez y vinculado a la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
A ese respecto, muchos recuerdan cuando dos efectivos de la Policía Federal, investigando el caso de Mirta Fernández, a quien mutilaron un dedo, se internaron en la villa intentando averiguar más datos sobre él y terminaron esposados y detenidos por sus colegas de la Bonaerense.
En medio de tanta impunidad hay una fiscal trabajando de oficio ayudada muy pobremente por la cartera de Seguridad bonaerense en colaboración con funcionarios de la Secretaría nacional del área. Se trata de la fiscal interina de San Martín, Zulma Scofano, quien actúa como subrogante de Rita Molina, titular de ese cargo.
Concluyendo
El día que detuvieron a “Pachu” Peñaflor, tras asaltar una gomería y tirotearse con la policía de Córdoba, se descubrió que poseía una decena de armas, entre fusiles FAL, pistolas calibre 9 y 11,25 milímetros, revólveres, cargadores de fusil y más de 500 proyectiles, equipos de comunicaciones, chalecos antibala y vehículos.
Es evidente que la Policía tiene una gran cuota de responsabilidad en ello, ya sea por haberle vendido semejante armamento a estos delincuentes o por ser parte de su banda.
No somos ingenuos. Sabemos que la Policía libera las zonas y da apoyo logístico a estos grupos. Si teníamos alguna duda, nos ha sido confirmada en estos días por gente de la misma fuerza.
Es más que probable que Nicolás aparecerá vivo, pero sabemos que el hilo –como siempre- se cortará por lo más débil.
Los delincuentes irán presos y alguno de ellos se “suicidará”, pero ningún policía, ni ningún funcionario caerá bajo las garras de la justicia.
Consecuentemente, los secuestros no se terminarán jamás...
Christian Sanz