Pocos en el mundo saben esta historia chinesca. Y si no la revela el multimedio monopólico, ni Annabela Ascar ni el Disney Channel, lo haremos nosotros.
Ante todo, lo que Barak Obama no quiere mostrar al mundo tiene una razón. Es que el cadáver de Bin Laden tenía puesta una remera con la inscripción “Carne para Todos”, su canal satelital lo mostraba viendo 6,78, y justo cuando aparecía en pantalla el ya clásico “Riquelme está feliz”… los marines de los mandarines se atrevieron a pegarle un balazo debajo del ojo izquierdo. Jamás del derecho, como corresponde a un imperio macartista y anti progre. Y desde ese instante, Riquelme sigue feliz pero Al Qaeda no.
¿Por qué tanta relación argentina en esta insólita Operación Gerónimo? ¿Acaso un homenaje de EE.UU. al Mono Gerónimo Venegas, y su abogado Eduardo Duhalde? Eso queda para un próximo informe.
El presidente Barack Obama apuró las acciones de búsqueda después de una última acción que desplegó dos agentes de Bin Laden en la Argentina, y que pocos entendieron la magnitud del asunto. Esos dos agentes: Martin Lousteu y Juanita Viale, acompañados por otro operador del terrorismo en Buenos Aires: Mohamed Ali (Luis) Ventura, desde el órgano de prensa talibán, la revista Paparazzi.
El incidente que repercutió en todo el mundo tiene una carga de operación psicológica subliminal destinado a minar los valores del mundo occidental y judeo-cristiano.
Ya se sabe que en esta parte del planeta, el dogma que lo mantiene de pie no es ni religioso, ni moral. Tiene que ver con el tamaño del pene. Quien lo tiene más largo es el campeón y líder absoluto. Lo demás es secundario.
La pareja oficial de la nieta de Mirtha Legrand es el chileno Gonzalo Valenzuela, a quien le dicen “Manguera” no precisamente por pertenecer a los Bomberos Voluntarios de Valparaíso.
Cuando Lousteau-Viale se besuqueron en el concurrido Palermo Hollywood, y Mohamed Ali Ventura mandó un fotógrafo a captar la escena luego publicada por Paparazzi, el mundo occidental entró en una crisis de valores de semejante magnitud que la respuesta de Obama debía llegar a cualquier precio.
“La crisis y angustia de Manguera Valenzuela es la de todos nosotros”, dijeron al unísono el filósofo Florencio Randazzo y el nuevo titular del Cablín, el rabino Bergman. Horrorizado pero en un rapto de sinceridad poco común, Justo Laguna apoyó la teoría de que la caída de “Manguera” era el Apocalipsis de la humanidad.
Ricardo Alfonsín solo sonrió, casi como hace siempre (igual que Amado Boudou, nadie sabe de qué carajo se ríen pero ese es el estado permanente en que se los ve)… Y Daniel Filmus prefirió conferenciar sobre el estado algo desbocado de su contrincante Carlos Tomada.
Occidente tembló y frente al silencio incomprensible de Lilita Carrió (¿tan insensible que no le interesa la angustia de “Manguera” Valenzuela y su repercusión en el mundo libre?), Obama decidió actuar.
La maniobra de Martín Lousteau y Juanita Viale corroía los cimientos del mundo libre.
El primer movimiento fue contactar al agente de la CIA más encubierto en la Argentina: Sergio Lapegüe (código cobra: Amigo). Discípulo directo de Gus Abrakotos, el agente yanky que formó a Bin Laden para pelear en 1988 contra los invasores rusos en Afganistán (ver el film “La Guerra de Charlie Wilson”), Lapegüe tenía que convocar a que Bin Laden prendiera y apagara la luz de su residencia, le garantizaba aparecer en la pantalla del 13… y allí el líder terrorista mordió el anzuelo.
Mientras con ese rostro de “todos amigos” Sergio Lapegüe le pedía al líder de Al Qaeda que mirara las cámaras para una mejor definición de imagen, los helicópteros de Obama se acercaron prestos a su residencia para el operativo que le rindió homenaje al “Momo” Venegas.
El resto es anécdota. Se sabe que en el testamento del terrorista más buscado del mundo figura una amarga queja: “No quiero morir sin ver Paka Paka en la cadena televisiva árabe...”. Por culpa de Clarín-Magnetto falleció sin haber cumplido su voluntad, así como le ocurrirá a tantas otras millones de personas. El mundo quizás ahora es un lugar más seguro, pero igualmente de injusto como lo era antes.
Un póster de Aníbal Fernández pegado en la pared de su habitación, un CD de “Viejas Locas” en el equipo de música (nada que ver con una alusión ni a Hilary Clinton ni a Diana Conti… esas son especulaciones de la derecha argentina) y una extraña clave en sílabas: BAE (puede referirse al diario del grupo Spolsky o quizás una información en código: BArone Embarazado componen a lo hallado.
Habrá más de esta historia secreta en próximas entregas.
Y para finalizar, por supuesto, mi mantra de cabecera: No pueden ver a un judío contento…
Jorge D. Boimvaser