Hace cuatro años, una fuente de primerísimo nivel —ex ministro de la Nación y ex diputado nacional— me contó sobre la existencia de un departamento que utilizaban los Kirchner en la súper exclusiva Park Avenue neoyorquina, al 580 de esa distinguida avenida y en un edificio que ocupa toda la manzana (Ver galería de fotos al pie).
Este "garganta" me narró que un profesional argentino —que terminó siendo vecino del matrimonio presidencial— fue consultado hace más de un lustro, en su carácter de propietario, sobre la conveniencia de aceptar la residencia en la carísima construcción de la por entonces Primera Dama argentina, Cristina Kirchner.
El compatriota dio su aprobación al exigente consorcio y, algunos meses más tarde contó la historia con humor durante una breve estadía en Buenos Aires. Sin embargo, al enterarse que el “bien” en cuestión no estaba declarado ante la Oficina Anticorrupción por los K, optó por llamarse a silencio y no volver a referirse al tema.
El año pasado, desde Tribuna de Periodistas avisamos que en poco tiempo podía descubrirse uno de los tantos secretos guardados por los patagónicos.
Antes de la muerte de Néstor, logramos tomar fotos y videos de la numerosa custodia con la que se movió su hija, Florencia Kirchner, durante su estadía en la gran manzana a lo largo de seis meses en el marco de sus estudios en la academia de cine. El hecho sin duda debería ser investigado.
¿Quién pagó esas tres camionetas negras con una decena de guardias apostadas en Park Avenue?
¿Se trata de vehículos oficiales del gobierno de USA o de la contratación de una exclusiva (y al parecer onerosa) seguridad privada solo para Florencia?
¿Por qué si la niña vivía (y volverá a vivir) a cuerpo de reina en el Upper East Side, una de las zonas residenciales más onerosas del mundo, se le decía a la prensa que sólo ocupaba un "dormi" en la New York Film Academy?
Con la paranoia y la "persecuta" que tuvieron siempre los Kirchner, ¿era lógico pensar que una chica de apenas 18 años estaba sola en una ciudad como Nueva York?
Pregunta final: ¿de quién es el lujoso piso de Manhattan?
Marcelo López Masia