De nada le vale a la Presidente ver como Venezuela se encamina a un desastre seguro y cada vez más próximo, probablemente un estallido violento, ni la experiencia histórica contemporánea a que lleva la izquierda “progresista” en el mundo.
Cristina fiel a su compleja personalidad, no ve ni escucha la realidad: solamente la ve la que se forma en su afiebrada mente y en su propia fantasía.
Su autismo y su personalismo están realmente exasperados y señalan descarnadamente su obsesión autoritaria.
Muchos analistas políticos, formadores de opinión pública y periodistas especializados, sostienen seguramente con argumentaciones valederas, que la nueva estrategia de la presidente es volcar decididamente su gestión hacia más a la izquierda, hacia un socialismo tipo bolivariano o castrista.
Personalmente discrepo con esas posturas. ¿Por qué? Porque los Kirchner a mi entender, nunca han tenido objetivos concretos de una estrategia determinada. El rumbo de su gestión fue siempre errático, circunstancial, imprevisible, de cortísimo plazo y acorde a las circunstancias imperantes en un momento dado. En otras palabras, nunca siguieron una estrategia determinada. Nunca tuvieron una estrategia.
Sin ningún tipo de ideología, en algunos aspectos son más de izquierda que los comunistas stanilistas y en otros, son capitalistas, pero del peor “capitalismo salvaje”.
En otras palabras, perfectos aprovechadores y oportunistas.
Esa incongruencia es la causa fundamental, que pese al crecimiento, el país está estancado y anclado al pasado y que no solo no haya inversiones, sino que origina la fuga, la enorme fuga de capitales, que escapan de la Argentina mensualmente.
Pareciera que desde el fallecimiento del ex presidente todo el proceso señalado por los analistas se ha agudizado y acelerado en los últimos tiempos.
Simplemente como observador que sigue las noticias por diferentes medios de información pública, pienso que la presidente está enferma, muy presionada, sin rumbo, sin apoyo ni asesoramiento adecuado, salvo el del oscuro e ignoto Carlos Zannini, un perfecto monje negro, notoriamente incapaz e incompetente, similar al tristemente célebre López Rega.
En esa angustiosa situación la presidente, intuyendo tal vez inconscientemente su pronta y casi segura derrota electoral en octubre, optó por dar manotazos de ahogado en un desesperado intento, que con medidas insólitas y contra toda lógica tratar de revertir la situación.
Revertir la situación o inmolarse en el intento.
En realidad está haciendo las dos cosas simultáneas. Busca revertir la situación con medidas extremas y por otro lado ya no le interesa ninguna formalidad ni opinión alguna.
En ese cometido se van acumulando torpezas, disparates y medidas sin sentido que confirman lo expresado en uno de los párrafos anteriores.
Dentro de los numerosos dislates y errores podemos mencionar la elección del ministro de Economía, Amado Boudou, como candidato a vicepresidente de la Nación, acompañándola en la fórmula presidencial.
Cristina expresó que lo eligió por la lealtad y la valentía que evidenció en adoptar medidas de importancia capital para el gobierno. Precisamente esas medidas, son las que la oposición considera verdaderos desaciertos, inclusive graves delitos de su polémico accionar.
La verdadera razón es que Boudou seguramente le inspira confianza por la relación sentimental con ella, que habría comenzado algunos meses antes del fallecimiento del ex presidente.
En los círculos cercanos al poder, se sabía que el matrimonio de los Kirchner, desde ya muchísimo tiempo atrás, era una simple ficción: una pareja unida no por el amor, sino por intereses económicos y políticos.
Así como el ex presidente tenía su amante, Cristina buscó también alguien en quien contenerse. Desde ya que no se abre ningún juicio de valor al respecto. Simplemente no es racional nombrar como eventual sucesor en tan alto cargo, alguien porque se le tiene afecto y estima, sin considerar las cualidades y capacidades que debe tener alguien que ante una eventualidad, sea presidente de los argentinos.
La estructura republicana y federal del país es vulnerada permanentemente y la presidente transgrede con absoluto desparpajo la Constitución, leyes y tradiciones. Arremete ciegamente contra todo lo que se interpone entre lo que ella piensa o quiere.
A Cristina, ya no le interesa ni preocupa mantener su disfraz democrático en pos sus personales y propios objetivos. La democracia virtual ha desplazado a la real.
Dentro de las muchas medidas inentendibles, podemos mencionar el haberse sacado definitivamente el ropaje o disfraz de peronista.
Desde siempre se sospechaba su aversión hacia el peronismo y su creador, pero al mismo tiempo “él” y “ella” sabían que el Partido Justicialista poseía la estructura política que necesitaban para encaramarse y afirmarse en el poder. Ya en el poder Cristina piensa con una ingenuidad política total que con sus adláteres y la legión de sumisos, complacientes y aduladores, podrá mantenerse en el mismo.
En consonancia de lo expresado la presidente incidió directamente en la configuración del armado de las listas de candidatos del oficialismo colocando sus propios candidatos, avasallando la autoridad de los gobernadores y desplazando a los candidatos peronistas. El caso más escandaloso fue la imposición de Gabriel Mariotto integrando la fórmula con Scioli.
Su segunda torpeza es el haber abierto un nuevo frente de conflictos con la poderosa Confederación General del Trabajo al cercenar y excluir los postulantes que el sindicalismo requería, tensando más la tirante cuerda que mantiene la relación entre ambos.
Solamente estas dos medidas muestran, o una temeridad fuera de lo común, una apuesta fuertísima o un acto de irresponsabilidad supina.
En su soberbia y arrogancia arremetió contra las dos bases fundacionales y funcionales del movimiento progresista llamado “kirchnerismo”.
Pero además suma varias otras torpezas en su irresponsable accionar: su ausencia en la reunión del Mercosur en el Paraguay originó un verdadero malestar entre los presidentes participantes, su trasgresión abierta a la veda de propaganda política antes de los comicios de la Capital Federal y discursos incongruentes, engañosos y sin sentido.
La “Viuda Negra” apeló demasiado tiempo el “voto emotivo” mediante su congoja y pena que tanto rédito político le trajo. El argentino es sentimental pero no tonto o estúpido. Ya nos dimos cuenta de la explotación del fallecimiento del ex presidente en sus indignas maniobras. Ya no sirve tratar de impresionar al electorado mediante su vestimenta oscura, su tristeza y su cara demudada por su dolor terminando frecuentemente sus discursos con lloriqueos y llanto.
La teatralización del engaño y de la perversa maniobra llegó a su fin.
Cada vez se va perfilando más claramente su oscuro horizonte político y las consecuencias que la presidente, deberá afrontar para justificar o aclarar la enorme cantidad de delitos, ilícitos y actos de corrupción en su haber: desde su descomunal enriquecimiento hasta la “alegre” repartija de fondos públicos sin ton ni son. (Entre tantos otros.)
Pronto llegará la hora en que su cara de tristeza, congoja, sus lloriqueos y llanto sean reales y no ficticios.
Alfredo Raúl Weinstabl