Si hay algo que salta a todas luces es que el gobierno nacional no puede manejar nada de manera racional, ni siquiera el famoso modelo económico del que tanto se ha jactado siempre.
Como no saben de qué manera seguir impidiendo el deterioro de la balanza comercial cuando las importaciones superan en casi un 20 % a las exportaciones y eso implica más fuga de divisas, imponen compromisos al sector privado.
En ese contexto, desde el Ministerio de la Producción se pide a los importadores que presenten cuanto antes un plan de uno a uno, es decir que por cada dólar que importen, garanticen un dólar de exportación. En su defecto, deberán apelar al recurso de constituir reservas de capital en sus Estados Contables o invertir.
Dado que muchas empresas se ven imposibilitadas de garantizar el éxito de cualquiera de estas medidas exigidas por la administración de Cristina Kirchner, esto redundará necesariamente en el faltante de diversos bienes, como cubiertos, vajilla, electrónicos (Apple, Soby, Blackberry), calzado, indumentaria (Calvin Klein, Carolina Herrera, Timberland) perfumería (L’Oreal), entre otros.
Párrafo aparte merece el rubro “juguetería”, sobre todo faltando tan poco para el Día del Niño.
Este sector viene padeciendo desde hace años las trabas impuestas por el Secretario de Comercio Guillermo Moreno. Y son estas mismas trabas las que produjeron que empresas como Lego y Hasbro se fueran del país.
Ahora, el Ejecutivo Nacional apunta a las firmas importadoras de “Barbie”, autos “Hot Wheels” y la marca “Disney”, es decir, Mattel y Ditoys.
Lo concreto es que desde hace unas semanas, las autoridades del Ministerio de la Producción vienen manteniendo reuniones con representantes de los diferentes sectores. Sin embargo los acuerdos parciales solo se han logrado de manera individual, empresa por empresa y no con las cámaras o federaciones que los nuclean.
Si bien es cierto que no existe una fecha límite para la presentación de sus propuestas al Gobierno, la dilación implica, entre otras represalias, por ejemplo, que las mercaderías sean retenidas en la Aduana.
Todo parece indicar la irrupción de un nuevo conflicto en puerta, cuyas dimensiones, a priori, no son estimables.
Nidia G. Osimani