No son padres, no son aspirantes a adoptar, son apropiadores que calman la angustia de su esterilidad, comprando un bebé, para hacerlos cumplir representaciones de hijos en sus casas. Ellos lo saben, por eso viven, hasta que mueren, perseguidos por que alguien les toque la puerta y se lo reclame.
Son tan perversos que demuestran, a todo el mundo, que comprar una persona se puede. Una rara especie de humanoides egoístas, cuya residencia preferida, es el hueco de sus muelas.
La ley 24.779 de adopciones de nuestro país, hace entregas legales de bebés, exclusivamente en un 25%, el resto, el 75%, son circulaciones de pequeños a través de transacciones comerciales de mafias instaladas en tres fábricas de bebés radicadas en la Argentina. La mayoría de estos niños, salen al exterior para roles de hijos o para alimentar la pornografía y la prostitución infantil, el tráfico de órganos, la utilización de sus genitales, para extraer droga del país o para ritos satánicos.
Julio César Ruiz
Fundación Adoptar