El 14 de mayo de 1979 las Madres decidieron formar una Asociación ante escribano público, y el 22 de agosto de ese año, firmaron el acta en una escribanía de La Plata. Hebe de Bonafini fue elegida como su presidenta: “Las Madres se constituyeron como Asociación el 22 de agosto de 1979 en La Plata. En el “acta de principios”, la entidad proclamaba “evitar la influencia de factores políticos o sectoriales”. Los cargos se eligieron por votación: la presidenta electa, con 14 sufragios, fue Doña Hebe Pastor de Bonafini; vicepresidenta resultó elegida la otra madre fuerte del grupo, Adela de Antokoletz y Cortiñas, la tercera voz mandante, protesorera.
En 1983 regresó la democracia, el contexto político cambió y las Madres también. Surgió el incendiario Diario de las Madres, que criticó sin paliativos al gobierno de Raúl Alfonsín. La facción de Hebe rechazó el juicio a las Juntas, la Conadep de Ernesto Sábato y hasta se divorció de los otros organismos de DD.HH., como las Abuelas de Estela de Carlotto”, según publicó Perfil del 25 de marzo del corriente año.
“En 1983, la efervescencia de los partidos políticos hizo que las Madres tuviéramos que trabajar el triple. Entrevistas, pedidos, reclamos. Vino la elección. Ganó Alfonsín. Lo fuimos a ver. Nos recibió muy bien, muy simpático, muy norteamericano él con su sonrisa (yo me doy cuenta ahora de eso, no crean que ese día me di cuenta, para nada. Se los digo ahora para hacerme la agrandada. Pero ese día me creía que era simpático en serio). Y nos recibe y nos da esperanzas. Cuando asume como presidente nos vuelve a recibir, y nos dice que él creía que había desaparecidos con vida, que qué pensábamos nosotras. Nosotras le dijimos que también creíamos que también había desaparecidos con vida. Y él, que los iba a buscar. ¿Y saben qué hizo para buscarlos? Le mandó un radiograma a cada uno en el Ejército para preguntarles si sabían algo de los desaparecidos. Y ellos dijeron que no, con el descaro que los caracteriza. Esa fue la manera en que los buscó”, declaró Hebe de Bonafini el 6 de julio de 1988, en una conferencia realizada en la librería Liberarte.
El abismo entre las Madres y el gobierno radical, sólo había comenzado. Esta brecha se ahondó con la convocatoria de la CONADEP, a la que Bonafini se opuso con vehemencia: “El gobierno constitucional creó esperanzas, y el primer mes creó la CONADEP. También nos vinieron a ver para esa CONADEP, que nosotras rechazamos porque no era una comisión —ustedes lo saben— que habíamos elegido nosotras, no la eligió el pueblo, no la pidió el pueblo, sino que era un aparato que creó Alfonsín, que lo necesitó para ganar tiempo. Porque los organismos estábamos cohesionados, habíamos hecho muchas Marchas (por la Vida, por la Libertad) que eran enormes y era una manera —después que habíamos crecido, de buscar un solo hijo a buscar a todos los hijos, después que habíamos crecido en esto de no reclamar ya por uno sino por todos— de volver otra vez a la lucha individualista, característica muy importante de los radicales; que habíamos entendido perfectamente que teníamos que ser o todos o ninguno y que nosotras los buscáramos a todos, se empezaron a cuestionar si no había que ir a la CONADEP, y algunas de ellas fueron a la CONADEP, pero nosotras no entregamos nuestro material, ni fuimos a la CONADEP, y en nuestro documento dijimos: no le vamos a firmar un cheque en blanco a Alfonsín porque no sabemos qué va a hacer con las 50.000 páginas que tiene, porque tampoco sabemos que hizo con todo lo que había en los tribunales, de todos los años pasados, y porque sí sabemos que confirmó a los jueces cómplices del Proceso anterior para que sigan haciendo lo mismo ahora. También sabíamos que estaba ascendiendo a los militares y también sabíamos de muchas de las complicidades que se estaban tejiendo. Por eso no aceptamos a la CONADEP ni fuimos a la marcha. Fuimos las únicas que no fuimos a la marcha de la CONADEP”, sigue narrando Bonafini en la conferencia citada.
En 1985, Bonafini consideró que el juicio a las Juntas era una farsa, porque según ella, los culpables serán finalmente absueltos, y pidió una nueva audiencia a Alfonsín: “En 1985 le pedimos una entrevista a Alfonsín, por esto de las absoluciones, todas las Madres del país. Nos dio una entrevista para el 24 de junio, que era el día de Gardel. Las Madres del país viajaron y 25 Madres fuimos a la Casa de Gobierno a las 6 de la tarde y Alfonsín dijo que no nos podía atender, porque iba al Colón a escuchar a Gardel. Claro, Gardel no le iba a pedir nada, y nosotras sí. Pero decidimos que nos íbamos a quedar, y que lo íbamos a esperar. Y así tomamos la Casa de Gobierno por 20 horas. Nos quedamos a dormir; llevamos los colchones, el té, el café, las mantas. También vinieron los periodistas. Y nos quedamos a esperar que alguien nos atendiera o que alguien nos dijera qué era esto de citar a las Madres un día especial y que ese presidente nos diera la espalda. Fue un hecho político de demostración de cómo, sin ningún tipo de fuerza, sin ningún tipo de violencia, pero con mucha idea clara de qué queríamos, se podía tomar una Casa de Gobierno para reclamarla al que nos estaba gobernando qué era lo que estaba haciendo. Tuvieron que cambiar la entrada de la Casa de Gobierno la otra mañana porque no podían entrar porque estábamos las Madres acostadas. A las 2 de la mañana le di asueto al personal porque no los íbamos a dejar limpiar, les dije que se fueran para la casa que les dábamos asueto. Y así mostraron cómo hay muchas cosas que se pueden cambiar cuándo uno tiene claro que quiere, a dónde va y por qué está”, Bonafini dixit.
Hebe contra todos
Esto no sólo separa definitivamente del gobierno radical a las Madres de Plaza de Mayo, sino que siembra el germen de la secesión que será materializado en 1986. Alfonsín quería cerrar de una vez la cuestión de los desaparecidos y la guerra sucia, y se encontró con el escollo de la intransigencia de Hebe de Bonafini. Empezaba a gestarse el personaje que hizo del odio y el dolor ajeno, su marca de fábrica para luego, bajo los Kirchner, obtener jugosas divisas.
“En 1986, hacemos la Marcha de los Pañuelos y hacemos campañas, porque comenzaba el Punto Final. Y el Punto Final no empezó por el Punto Final de la Ley; el Punto Final comenzó cuando Alfonsín, en sus primeros meses de gobierno, nos empezó a mandar telegramas a las Madres de Plaza de Mayo diciendo que nuestros hijos estaban muertos en tal o cual cementerio. Y a algunas de nosotras nos mandaban cajas con restos humanos diciendo que eran nuestros hijos. Y hubo que llorar, y hubo que desesperarse, y hubo que tomar decisiones de rechazar las exhumaciones. Porque si aceptábamos la exhumación de esos muertos en enfrentamiento, si aceptábamos esa muerte sin que nadie nos dijera quién los mató, sin que nadie nos dijera quién los secuestró, sin que nadie nos dijera nada, era volverlos a asesinar. Y también fuimos el único organismo que todavía sigue rechazando esa vergüenza que significa que a uno le quieran entregar un muerto diciendo que murió en un enfrentamiento (que ya es salvar a los militares), sin saber siquiera cómo llegó a ser un muerto o un asesinado. No es fácil para una madre tomar esta decisión, para nada. Hubo muchos días de discusiones, porqué había que rechazar esas exhumaciones. Ese era el punto final. Que todos nosotros aceptábamos la muerte, así porque sí. El punto final era una plaquita en cada lugar diciendo “aquí estudió”, “aquí trabajó”. Nosotras también rechazamos eso porque sentíamos que también era el punto final. Lo único que aceptamos era que se diga: aquí los que estamos vamos a seguir luchando igual que ellos. A nosotras nos interesa que acompañen a las Madres, nos interesa que acompañen a las Madres, pero, por sobre todas las cosas, que imiten a los desaparecidos. Que traten de ser como ellos, que lucharon por su pueblo, para su pueblo y por su pueblo.
Y también comenzó a trabajar con la recepción económica. Ya vinieron los primeros sondeos, ya vimos cómo estaban haciendo los políticos que querían, por sobre todas las cosas, esto, el Punto Final: exhumación de cadáveres, reparación económica y homenajes póstumos, tres cosas que las Madres rechazamos oponiéndonos, dentro de los cementerios —como pasó en Mar del Plata— a la exhumación. Porque ese mismo juez, era un traidor, ese mismo juez es un corrupto, ese mismo juez hoy no puede, no debe estar ocupando ese lugar, no debería estar ocupando ese lugar. Y nos costó mucho trabajo, también, oponernos a todo esto. Nos costó juicios, nos costó condenas. Y vino el Punto Final por ley, y la Obediencia Debida, por ley. Pero como nosotras estamos luchando contra este sistema, no aceptamos las leyes que nos quiere imponer este gobierno. La rechazamos todos los días y a cada rato. Y como las rechazamos, estamos luchando para que se los siga condenando, para que alguna vez se le dé la cárcel que merece este horror y esta cosa tan tremenda que pasó en este país”, explicó Bonafini como también se llegó a dividir la Asociación, hasta el momento irreconciliable, que finalmente se produce durante 1986. La misma se debió fundamentalmente al rechazo que produjo entre el grupo el carácter arbitrario, brusco, atropellador y mal educado de Hebe de Bonafini: “Así fue como en 1986 el núcleo fundador encabezado por Antokoletz y Cortiñas se separó de las Madres de Bonafini y ‘Porota’ Meroño. Razones hubo varias: políticas (Hebe no quiso hablar con Raúl Alfonsín), ideológicas (se negó a la inhumación de restos e indemnizaciones del Estado) y de formas (eran confrontativas y las MLF eran dialoguistas). La titular de la MLF sintetizó las diferencias en ese breve encuentro con Perfil.com.
“La Asociación de Bonafini tiene una organización vertical y nosotras siempre quisimos una horizontal”, explicó. En su web, las MLF reseñaron: “En el 86′ sosteníamos que no existía democracia interna en la Asociación, que hay desborde en el discurso, marcado tinte político partidista en el periódico y en el mismo discurso —que está invariablemente a cargo de la misma persona—”. No hace falta decir cuál.”, según expresa el artículo citado arriba. Por esto, resulta una patética paradoja que quien se arroga la lucha por los derechos humanos, tiene modos y proceder similar a los que cualquier dictadura que se precie como tal. Por ejemplo, Hebe jamás perdonó a Alfonsín no haberla recibido, y este rencor lo hizo trasuntar con motivo de su fallecimiento en 2009: “Hasta ahora, hasta hoy, las Madres no nos pronunciamos por la muerte de Alfonsín. No quise hablar con nadie y escuché, como habrán escuchado todos y habrán visto estos días, todo lo que pasaba. Vimos a grandes hipócritas que lo estuvieron cuestionando todo el tiempo y lo golpearon todo el tiempo, llorando y hablando de él como si fuera San Martín. Yo quiero hablar con mucho respeto, porque la muerte siempre es para respetar, y también para respetar a la familia y a los radicales que sí querían a Alfonsín y que sí lo acompañaron. Yo les quiero decir que, para Alfonsín, las Madres éramos una mala imagen. Y, como éramos una mala imagen, en esta Plaza nos mandó a desalojar con un grupo de radicales jóvenes con las boinas blancas y nosotras los echamos a ellos. Hoy seguimos estando en esta Plaza, pero Alfonsín nos echó de esta Plaza. La gente tiene que saberlo. Este mensaje es para la gente que no sabe qué pasó y que fue a llorar, para la gente que no sabe qué pasó e hizo 16 cuadras de cola. El Doctor Alfonsín dijo que las Madres éramos 'antiargentinas', él fue el que operó todo el tiempo con la teoría de los dos demonios, unos iguales a los otros, hablando de 'guerra sucia'. Acá no hubo una guerra ni hubo terrorismo. El terrorismo fue el del estado, el terrorismo de estado que él defendió. Alfonsín, es verdad, hizo el Juicio a las Juntas, muy selecto, en tribunales civiles bajo el código de Justicia Militar. Y pidió que las Madres no entráramos con pañuelos, porque el pañuelo era un 'signo político'. Es verdad, condenó, y al poco tiempo dictó las dos leyes de perdón y perdonó a todos los asesinos que caminaron por este país todo el tiempo que quisieron.”, según declaró en Plaza de Mayo el jueves 2 de abril de 2009.
Como muestra ante tamaña intolerancia, baste el corto artículo publicado en La Nación el 28 de mayo de 2008, bajo el título “Se va de boca”, cuando arreciaba el conflicto agropecuario: “La titular de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas, criticó ayer a Hebe de Bonafini, líder de las Madres de Plaza de Mayo, al considerar que “se va de boca”, y negó que su sector reciba subsidios del gobierno. En los últimos días Bonafini había pedido reprimir con “palos y gases” a los ruralistas, y anteayer propuso “tomar Canal 7 y Radio Nacional”, al hablar en una de las carpas kirchneristas ubicadas en la Plaza del Congreso. En declaraciones a Radio Continental, Cortiñas destacó que su agrupación quiere mantenerse independiente del gobierno y recordó que está separada del sector de Bonafini desde hace 22 años”.
Ahora, cuando Sergio Schoklender se ufana en intentar demostrar la responsabilidad real de Hebe de Bonafini en todo este entramado, lo anterior adquiere una dimensión abarcadora para entender mejor a este complejo personaje.
Fernando Paolella