"Y un día volvió De la Sota", dice la fuente, un viejo militante del peronismo que muestra cierta satisfacción con su triunfo, el último domingo. Más que una vuelta, la amplia victoria del "Gallego" —así le dicen al gobernador electo— es un reposicionamiento personal en el esquema del PJ nacional.
Porque, en verdad, nunca se había ido. Jamás dejó de manejar las riendas del justicialismo de La Docta, uno de los más fuertes en términos distritales junto al de Santa Fe y, claro, Buenos Aires.
Aunque suene prematuro porque aún ni siquiera se eligió quién gobernará este país desde diciembre próximo, De la Sota es, hoy, un presidenciable para 2015. Un sitial dentro del peronismo al que han accedido por ahora el salteño Juan Manuel Urtubey, tal vez el chaqueño y kirchnerista Jorge Capitanich y seguramente desde octubre próximo, siempre y cuando sea reelecto sin discusiones, el bonaerense Daniel Scioli. Obviamente se anotarán otros nombres, un ejercicio frenético muy propio de la política actual.
De la Sota es un hombre de vasta experiencia en la función pública, ejemplo cabal de la corporación política peronista. Un político profesional. Fue dos veces gobernador anteriormente y se desempeñó como embajador en Brasil donde, dicen, se hizo gran conocedor de la lógica política, económica y financiera de nuestro mayor socio y vecino.
Entre otras cosas, el paso por la tierra de Lula y Dilma Rouseff lo une a su delfín Juan Schiaretti, el gobernador saliente. Este último estuvo exiliado allí y trabajó muchos años en una multinacional con sede en aquel país.
De la Sota es, según cierta opinión generalizada en el PJ, uno de los mejores oradores que ha dado el peronismo. Por esto último, sus palabras nunca son casuales, espasmódicas o impulsivas. Como cuando dijo, en pleno festejo por su triunfo reciente, que él no estaba para dividir.
Con la decisión tomada ayer por el Consejo Provincial del PJ Córdoba, que es lo mismo que decir que se trató de una medida decidida por el propio De la Sota, el gobernador electo volvió a fijar posición respecto al Gobierno nacional.
Pasó lo que se preveía porque todo fue cocinado en una reunión reservada realizada el lunes: se mantendrá la lista de diputados nacionales del partido, a pesar de que el kirchnerismo llevará otros candidatos al Congreso. En criollo: el delasotismo irá a la primaria del domingo con una "boleta corta", puramente leal al próximo mandatario provincial.
El cuerpo ejecutivo del PJ, además, hizo un llamado a los afiliados partidarios a votar por cualquiera de los precandidatos presidenciales peronistas en las internas abiertas del domingo próximo.
O sea: no hubo un llamamiento en contra de Cristina Kirchner pero sí un gesto, un guiño, a Eduardo Duhalde y a Alberto Rodríguez Saá, a quienes nadie puede negarles la condición de peronistas más allá de que no vayan a la elección interna con el sello oficial del justicialismo.
Fuentes del delasotismo aseguraban ayer que esa postura partidaria respecto a la interna del domingo, no necesariamente significa que la Presidenta carecerá del apoyo del PJ Córdoba en la elección general de octubre.
En el medio, claro, habrá que ver quién queda posicionado como el segundo precandidato más votado (si un peronista, el radical Ricardo Alfonsín el socialista Binner) y cómo avanzan las conversaciones entre De la Sota y el Gobierno nacional respecto a las necesidades de gestión del primero.
Casi con seguridad, otra hubiera sido la historia si la Casa Rosada no hubiese impedido la posibilidad de que el PJ cordobés adhiriese a la candidatura presidencial de Cristina. Eso sucedió cuando estalló por los aires un pacto conversado según el cual De la Sota soportaría candidatos K en su lista y la Presidenta –o Carlos Zannini, su operador en estos temas— resignaría esa compulsión a quedarse con todo en todos los distritos.
La ruptura electoral terminó con Carlos Caserio, ministro y titular formal del justicialismo cordobés, como cabeza de lista de De la Sota y con Nora Badano, esposa del ultra kirchnerista Eduardo Accastello al tope de la nómina apadrinada por el Gobierno.
Tal vez ahora sí se analice en la Rosada como un error ese intento de avasallamiento a De la Sota. Una cosa es comerse vivo a un módico diputado provincial bonaerense o a un referente menor del interior, y otra muy distinta es intentar pasar por arriba a un referente con pergaminos, como el "Gallego".
Quien, recordemos, estuvo a un tris de ocupar la postulación presidencial que en 2003 terminó recayendo en Néstor Kirchner y culminó con la llegada de éste al poder.
Aquella vez probablemente, a De la Sota le haya faltado la osadía que sí mostró el santacruceño, mucho menos conocido que el cordobés y también, por eso mismo, con mucho menos que perder en aquel movidísimo enero de 2003. Es historia reciente, pero parece que sucedió hace una eternidad.
En estas horas, la Presidenta llamó a una reunión personal con los intendentes kirchneristas de Córdoba y los legisladores que le responden sólo a ella y al llamado "proyecto nacional".
De allí puede salir o bien un pacto de convivencia con De la Sota o bien una jugada de máxima, con la lógica K de siempre: subir la apuesta con el objetivo de mostrarle a todo el mundo que ella, Cristina, no necesita del PJ Cordobés para ganar en la provincia mediterránea en octubre próximo.
Mariano Pérez de Eulate
NA