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El rock como sinónimo de rebeldía y de denuncia, ha muerto

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BOUDOU Y EL FIN DEL ROCK ANTISISTEMA
BOUDOU Y EL FIN DEL ROCK ANTISISTEMA

El próximo vicepresidente y actual ministro de Economía se divierte tocando la guitarra con el hijo de Pappo y con la Mancha de Rolando, pero… ¿por qué? He aquí algunas posibles reflexiones.

 

En los pasillos del Hotel Intercontinental, en el barrio de Montserrat, había clima de jolgorio. Los militantes se abrazaban con los ministros, los funcionarios de segunda línea se entusiasmaban con una nueva etapa en donde se institucionalizaría la Argentina y en donde resurgiría la República. Las celebridades festejaban en el Hall Central del lujoso hotel porteño y descorchaban porque el país estaba de pie. Luego de superada la crisis económica, vencido a los mandatos del Fondo Monetario Internacional, renovada la Corte Suprema de Justicia y demostrado que se podía buscar la verdad y la justicia a pesar de los indultos menemistas, el oficialismo consolidaba el proceso de cambio con el llamado a democratizar todos los estamentos de la sociedad.

Sea espejismo o gran engaño, el discurso sedujo a gran parte de la población y al grueso del “establishment progresista”.

- “¿Qué haces acá?”, le pregunté mientras cubría a las 19:30 horas del día en que Cristina Fernández de Kirchner ganó la elección presidencial del 2007 al cantante de Súper Ratones, una banda de hits veraniegos que había saltado a la fama con la cortina del programa periodístico de Jorge Lanata, “Como estamos hoy”, marcha de hartazgo del menemismo y surgido tras el calor del “que se vayan todos”.

-Somos amigos de Alberto y creemos en Cristina.

Alberto era Alberto Fernández, aún protagonista ejemplar de esa película que incluía a artistas, actores, pensadores, músicos y escritores. Ese día le pregunté a Teresa Parodi —quien no podía más de la alegría— si seguiría cantando canciones de protesta ahora que estaba integrada al Gobierno. “Perdonáme, es una falta de respeto, sigo haciendo canciones de protesta, no soy el gobierno”. Conservo la grabación. Teresa luego sería nombrada al frente del Espacio de la Memoria, ECUhni, situado en la ex Esma, de la mano de Néstor Kirchner y Hebe de Bonafini.

El tiempo pasó y el modelo se profundizó, pero no se institucionalizó nada. Sí el rock. Se terminó de transformar en un negocio y, al menos el mainstrem, esto es el rock comercial de FM, el que suena constantemente en las principales radios y cortinas televisivas, perdió la rebeldía de los noventa.

Al igual que los movimientos sociales, piqueteros y los principales organismos de Derechos Humanos, abandonó la resistencia y se sintió cómodo en la mesa del gobernante. De repente, Charly García tocó en la Casa Rosada. “Bueno”, dijeron sus detractores, “también tocó para Menem”. Charly es así. León Gieco dejó de componer canciones como “El ángel de la bicicleta”, una de las mejores letras del nuevo siglo en homenaje a un luchador social rosarino que murió tras la represión de diciembre del 2001, a negociar suculentos cachets en actos oficiales.

Lo de Teresa Parodi no es rock y ya gastamos unas cuantas líneas en la presente nota. Fito Páez dejó de estar al lado del camino, al costado del sistema para sentir asco por aquel que no vota a quien él cree que debería votarse.

Los Redondos ya estaban separados y, su líder, el Indio Solari, perdió la crítica social en su vida de burgués mientras recibía un baño de espuma y elogios de sus fanáticos nuevos seguidores, como Aníbal Fernández.

A Callejeros les pasó Cromañón y se diluyeron en la protesta banal, juicios y peleas internas.

El Pelado Cordera de la Bersuit Vergarabat, autores de uno de los temas emblemáticos del final del menemismo: “Se viene el estallido, de tu guitarra, de tu gobierno…”, cambió el rumbo y se olvidó de la argentinidad al palo.

Los Caballeros de la Quema e Iván Noble acabaron editando discos insulsos tocando en los teatros financiados por los familiares de un conocido funcionario del primer gobierno kirchnerista. Atrás había quedado otra gran cortina de otro programa de Jorge Lanata allá por el 2002.

Los Cadillacs nunca fueron protestones pero sí sarcásticos. Vicentico deambuló en actos, cobró muchísima plata por tocar en cuánto festival organizase el gobierno nacional y dijo que votaba a Cristina hasta en las elecciones para elegir qué padres son delegados en el viaje de egresados.

Andrés Calamaro pasó por un proceso similar. Su hermano, también. Por si fuera poco, los músicos anti-política, los que jamás escribieron una sola canción hablando de los ´70 fueron instalados, vaya a saber por qué genial mente (tal vez Diego Gvirtz) en 678.

Pasaron los románticos (Estelares de La Plata), folkloristas, nuevas promesas de la música rioplatense y un iracundo Cristian Aldana. ¿Quién? Aldana es el líder de una banda que fue símbolo del punk rock durante los noventa llamada “El Otro yo” y está al frente del proyecto de canal de videos por televisión digital, Sonar TV.

Esta nota no quiere decir nada. Solo está escrita con la nostalgia de escuchar aquellos discos de mi adolescencia, donde se cantaba contra algo y se denunciaba la corrupción, la injusticia y la desigualdad social. Es que la naturaleza del rock es así. La rebeldía.

¿Por qué no hubo recambio en la Argentina? ¿Por qué ahora nuestros rockeros que fueron rebeldes están tan cerca de un gobierno, malo, regular o excelente? La frivolidad criticada del pasado es endiosada en el presente con Amado Boudou tocando la guitarra como símbolo.

¿Por qué ninguno de los citados músicos compone una canción hablando de Mariano Ferreyra, los pueblos aborígenes, los muertos en Formosa, Jujuy, el clientelismo, la corrupción de algún funcionario o los estafados que aun reclaman su vivienda en nombre de vaya qué derecho humano de hace 35 años?

A mediados de los noventa, La Bersuit interpretaba una canción que decía así: “Y tu cabeza está llena de ratas. Te compraste las acciones de esta farsa y el tiempo no para. Yo veo el futuro repetir el pasado, veo un museo de grandes novedades y el tiempo no para, no para”. Tal vez, como reza aquel tango, todo tiempo pasado fue mejor o tal vez la rebeldía, para ellos, hoy sea sentirse parte del poder.

 

Luis Gasulla
Twitter: @LuisGasulla

 
 

22 comentarios Dejá tu comentario

  1. Creo que está mal enfocado, el rock sigue siendo el lugar de la rebeldía, los pseudorockeros que se venden es otra cosa.

  2. lei que nombraron a Kapanga entre los rebeldes, y con todo respeto, se me rieron los cojones. Me gusta musicalmente Kapanga, pero no puedo dejar de reconocer que son altos bocones y demagogos. Por varios miles de pesos se comen sus propias letras y tocan para cualquiera. Cosa que ya quedo evidenciada en reiteradas ocasiones. Parrafo aparte para decir que dos de sus integrantes son parte del Frente de Izquierda. Aunque se olvidan de eso a la hora de cobrar suculentas sucas de fondos publicos por hacer shows en actos de gobierno, en los cuales no hacen una sola mencion a situaciones sociales del pais. Por la plata baila el mono, y se calla y panquequea tambien.

  3. Creo que el rock nacional se ha convertido en un receptaculo amplio demasiado amplio donde encontramos tipos que nunca habran hecho rock

  4. El verdadero rock nacional es "Kirchnerista" por algo sera , no solo la plata puede comprar a los artistas , es porque muchos de estos , están a favor del proyecto nacional y popular ,el que investiga o mas fácil se preocupa un poco sobre el verdadero bien común tiene que estar a favor del gobierno nacional .

  5. Nahuel, tu comentario me da escalofríos. ¿Realmente creés que es así? El Rock no puede estar a favor de un gobierno, de ningún gobierno; tiene que estar para decir las cosas que nadie más dice, para meter el dedo en la llaga. Sino ¿para qué está? Deja de ser una expresión artística contestataria para volverse mascota del estado. Cómo han cambiado las cosas, me da asco ver a mis antiguos "camaradas" militando por éste o aquél. Vergüenza deberían sentir de haberse vendido tan baratos.

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