La historia empezó en mayo de 2011, cuando Tribuna de Periodistas reveló el costado oculto de Leonardo Fariña, el marido de la modelo Karina Jelinek. "Hasta fines de enero de 2011, no tenía cuentas bancarias, ni tarjetas de crédito a su nombre; tampoco tenía antecedentes laborales comprobables y no aparecía en el régimen de autónomos", publicó este sitio en esos días.
Luego, en diciembre del mismo año, Tribuna publicó los detalles de cómo Fariña estafó a funcionarios del kirchenrismo por 10 millones de dólares, logrando acceder a la fortuna que supo ostentar.
"Cuando se enteraron que el estafador se había quedado con 10 millones de dólares en su bolsillo lo salieron a buscar con lo más pesado de la mafia policial que hay en el mercado. Pero el tipo decidió quedarse en la Argentina y al mejor estilo Schoklender se hizo mediático, denunció amenazas e ingresó en el jet set de las estrellas y los chimentos. Así supone que por ahora tiene su vida resguardada", se dijo entonces.
En un tercer artículo, publicado el 2 de febrero de este año, se habló ya del terror del marido de Jelinek: “En Punta del Este, Leonardo Fariña le contó a todo el mundo que esta aterrado. Lo amenazaron de muerte tipo… vas a aparecer flotando como si te hubieras ahogado metiéndote al mar… y agregó el marido de Karina Jelinek… si me pasa algo la culpa de todo la tiene Lázaro Báez.”
La saga la siguió Diario Veloz a través de la crónica de Jorge Boimvaser, con una precisión de cirujano:
En un lugar del complejo Nordelta, la vivienda de su abogado de apellido Mendoza, Leonardo Fariña aguarda el visto bueno para volver a salir a las calles. Casi cantando "vuelvo vencido a la casita de mis viejos" (otro tango de antología), participó en una jugarreta de profesionales de la estafa asumiendo el rol que juega el peón en el tablero de ajedrez. Es el que menos se llora en el sacrificio de piezas y está delante de todos defendiendo a las piezas claves, la dama y el rey entre ellos.
Su aún —legalmente— esposa, Karina Jelinek, no quiere saber nada con él. Dice que sus abogados están iniciando la demanda de divorcio. El cerebro de la trama que lo hizo rico por un tiempo (M.A.L., sus iniciales) está refugiado en un cerro a 2000 metros de altura en el Sur del país, abandonó su bunker de operaciones en Puerto Madero y se dice que acumuló con grandes estafas varias decenas de millones de dólares. El juez Oyarbide está tras el tema pero si el señor M.A:L. tiene que irse del país no le faltan posibilidades ni medios para hacerlo.
Fariña lo llama pero el hombre cambió el celular y su nuevo password lo tienen pocas personas. Don Lázaro, el afectado por el affaire Fariña llevaba perdidos víctima de esas maniobras de compra-ventas de lugres suntuosos algo así como 24 millones de dólares, Recuperó 22 y los dos restantes quedaron en una mesa financiera que los debía girar al exterior pero quedaron en algún bolsillo local.
Fariña devolvió algo como gesto de buena voluntad y espera en el Nordelta que le garanticen asomar la nariz sin que se la rompan de un gomazo.
¿Hacemos algo de memoria? Ahí vá.
Daniel Perez Gadin —economista de origen radical vinculado en otras épocas a Enrique Nosiglia— administraba hace un año y medio el mismo hotel que se reservó el derecho de admisión recientemente para no permitirle alojarse Jorge Lanata. Lo llamaron de Buenos Aires para solucionar un problema algo grave que había ocurrido en unos campos adquiridos por Lázaro Báez en Punta del Este.
Un joven llamado Leonardo Fariña —inventándose la identidad de hijo extramatrimonial de Néstor Kirchner—, había sido introducido en la intimidad del ya popular edificio Madero Center.
El pibe tenía lo que se llama en la calle "labia", era entrador y hasta ostentaba vehículos de alta gama que hacía pasar como propios aunque le habían sido prestados para simular una identidad de solvencia. El rumor que hicieron correr a su alrededor era que a la muerte de Néstor Kirchner, Fariña había recibido una suma de dinero importante como supuesta herencia.
Si decimos que el único referente de Fariña era el ogro Fabbiani (por esa compulsión de salir con cuanta damisela diera vuelta en los antros más expuestos de la noche porteña), ya te darás cuenta el tipo de personalidad del muchacho.
Pero en el Madero Center importaba otro asunto. Estaban a la venta campos ideales para countrys de lujo en lo más VIP de Punta del Este —cerca de donde Susana Giménez adquirió también terrenos millonarios— pero faltaba una persona que prestara el nombre para esa operación. Uruguay tiene ese glamour de que nadie te pide justifiques el origen de tu dinero, siempre que pagues impuestos por la suma real en que se escrituran los campos.
En ese mundo de prestanombres y testaferros y pagos millonarios en el exterior hay una sutil trama que sería engorroso explicarlo en este informe.
Pero la organización que digitaba los movimientos de Leonardo Fariña en el restó de Juana Manso es experta en esos menesteres, y el asunto fue que una operación inmobiliaria del campo "El Entrevero" próximo a Laguna Garzón quedó a nombre de Fariña, contra documentación mediante, pero además una diferencia de 10 millones de dólares también quedó en manos de la versión argento de La Gran Estafa.
El tema era grave, las víctimas del fraude eran hombres del poder actual. Pero los estafadores tampoco eran simple aficionados en estas lides, casi diríamos doble agentes en estos asuntos. El peón de ajedrez que se podía sacrificar era justamente Leonardo Fariña, y el chico después de unos movimientos bastante groseros en el tema de mediatez (salidas nocturnas estilo Fabbiani, casamiento con Jelinek, vacaciones caras en Punta del Este, autos importados, viajes a Miami..), quedó sin espaldas y a la deriva habiendo malgastado parte del dinero que usufructuó en esta maniobra.
El administrador del hotel que discriminó a Jorge Lanata, el contador Daniel Pérez Gadin, viajó a Punta del Este y reemplazó en la escritura del campo El Entrevero (300 hectáreas, no un baldío cualquiera) al esquivo Fariña, quien se negaba a abonar comisiones inmobiliarias, impuestos y otros gastos en la inmobiliaria del punteño Alejandro Perazzo, un reputado agente de campos en el Partido de Maldonado que estaba a punto de voltear la operación, lo que hubiera generado un escándalo mayor a los argentinos vinculados con este asunto.
Después fue un verano caliente, presiones fuertes en Punta del Este (violencia psicológica que para Karina Jelinek fue demasiado), para que Fariña devolviera el dinero que había quedado en su poder.
El muchacho se refugió en Miami donde siguió gastando hasta donde pudo, y negoció su regreso al país pues la estadía en USA se le tornaba insostenible.
¿Cuánto se llevó y cuánto pagó de "fianza" para regresar? No lo sabemos, ni sabemos si terminó de solucionar su problema de seguridad para volver a las calles sin que un accidente pueda arruinar su salud, obvio que casualmente.
Suponemos que si está refugiado en Nordelta no tendrá del todo arreglada su situación. Quien lo reemplazó en la titularidad del campo "El Entrevero" —repetimos, el ex administrador del hotel del Calafate que rajó a Jorge Lanata—, debe estar satisfecho de no haber tenido que ser él quien afronte esa situación de escrache público por un tema de discriminación al periodista de Canal 13.
El hombre es un mal jugador de tenis de un club VIP de Buenos Aires, pero al menos hace bien los deberes que le encargan sus jefes. Fariña volvió con la frente marchita. Así es la vida del peón del tablero de ajedrez. Está para el sacrificio antes que caigan el Rey y la Dama. Toda una metáfora de la vida real.
El nombre que Boimvaser no se atreve a revelar, es el mismo que él publicó en Tribuna de Periodistas el 23 de agosto de 2010, en el marco de una trama de lavado de dinero que involucró al Banco Columbia. Se trata de Miguel Ángel Lamparelli —de ahí sus iniciales M.A.L.—, jefe de la banda de estafadores que mexicaneó a Lázaro Báez y quien en definitiva contrató a Fariña.
Como bien dice el colega en su nota, “toda una metáfora de la vida real”.