Si bien intentó no echar mano de esa estrategia en el arranque de su administración, el equipo de Mauricio Macri salió a denunciar lo que considera un descalabro de finanzas y derroche de recursos del Estado recibidos como pesada herencia de Cristina Fernández.
La estrategia inicial del nuevo gobierno había sido hablar lo menos posible de los problemas heredados y tratar de mostrar una mirada a futuro pero desde marzo.
Pero en medio de un escenario complejo y con una inflación que se resiste a amainar, parece haber un convencimiento de la imposibilidad de explicar los problemas actuales sin remitirse a la gestión anterior.
En especial, en el gobierno están en alerta por lo hecho durante el segundo mandato de la presidenta, entre 2011 y 2015, el período en el cual se disparó con más fuerza el gasto público y el intervencionismo económico.
Ese período también evidenció la pérdida del superávit fiscal y casi del comercial, y el gasto público comenzó a crecer a un ritmo mucho más fuerte, mientras la emisión monetaria se disparaba sin freno.
El primero de marzo último, al abrir las sesiones ordinarias, el presidente dedicó la primera mitad de su discurso a repasar la herencia negativa de la gestión anterior y denunciar que el Estado "han mentido sistemáticamente, borrando la línea entre la realidad y la fantasía".
Los equipos técnicos del macrismo están cada vez más asombrados por la falta de documentos, ya no sólo estadísticas, como ocurrió en el INDEC.
Macri dijo que "la falta de planeamiento y de un pensamiento responsable de largo plazo, sumado a la corrupción, la desidia y la incompetencia, hizo que nos encontremos con un Estado con poca o nula capacidad para poder atender sus obligaciones".
El presidente sostiene, además, que el modelo de inclusión social y crecimiento, con el que batió el parche el gobierno anterior, en realidad llevó al país a la pobreza y a la exclusión, y lo aisló del mundo.
Por eso recibió con beneplácito los números sobre la desaceleración del déficit fiscal que le acercó esta semana el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, que muestran una caída superior al 90 por ciento en el rojo de las cuentas de enero.
Macri coincide con el diagnóstico que le hizo el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, quien considera que la autoridad monetaria debe dejar de financiar el gasto público emitiendo en forma indiscriminada.
"La situación fiscal es una de las peores de las últimas décadas, por la irresponsabilidad e incompetencia de la anterior gestión", machaca Macri, y abre las compuertas para que su equipo lance munición gruesa sobre la herencia recibida.
Uno de los más duros es Prat-Gay, quien cruzó con fuerza a su antecesor y ahora diputado Axel Kicillof en el Congreso cuando se debatió el acuerdo con los fondos buitre.
Prat-Gay se permitió también criticar fuerte al gobierno anterior en su visita relámpago a Chile realizada esta semana.
El ministro sostuvo que el estado de la economía argentina era mucho peor al esperado por la administración de Macri al asumir el 10 de diciembre último.
La inflación y la falta de crecimiento son dos factores económicos clave que buscan remediarse a partir de la llegada de abundantes capitales que estarían acordados si finalmente el Congreso, como se espera, habilita el acuerdo con los acreedores.
Brasil, un país atribulado por las denuncias de corrupción que acaba de perder la categoría de "grado de inversión", consiguió fondos en dólares a poco más del 6% anual.
La provincia de Buenos Aires debió sudar para obtener 1.250 millones de dólares al 9,3%, pero igual en el equipo de la gobernadora María Eugenia Vidal hicieron una lectura optimista de la colocación.
Hay dudas sobre cuánto financiamiento podrá obtener el Tesoro Nacional tras un posible acuerdo por la deuda, y los analistas discrepan sobre la conveniencia de convalidar emisiones de deuda por encima de los 15.000 millones de dólares.
La lectura gruesa que hace el equipo económico sostiene que el trabajo más arduo será en los primeros seis meses de gobierno, incluidos fuertes recortes.
Confía en que en la segunda mitad del año la inflación se empiece a desacelerar, se equilibren las cuentas, el dólar encuentre un punto de equilibrio -esta semana bajó fuerte a $15,30- y puedan anunciarse inversiones.
Incluso, especulan con que cuando llegue el turno de difundir el primer índice de inflación del INDEC, hacia junio, se pueda mostrar una fuerte desaceleración del costo de vida.
La promesa que le habría hecho el ministro de Economía a Macri es que en el segundo semestre la inflación acumulada será de un dígito, por debajo del 10%.
Eso permitiría bajar a un costo de vida inferior al 30% cuando cierre el 2016.
En Economía admiten que el nivel seguirá siendo alto, pero consideran que dando señales de racionalidad a los agentes económicos la Argentina podría volver a la senda del crecimiento sostenido en el 2017, con una inflación del 15% anual.
Ver para creer.