Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y algunos otros puntos del noroeste argentino están siendo campo de experimentación de un fenómeno de increíble peligrosidad para el futuro del país.
Tierras extensas adquiridas por narcos mexicanos que se utilizan como aeropuertos de avionetas de diferentes tamaños para el tráfico de drogas, ya no pasan desapercibidas ni para los autoridades nacionales, ni provinciales, ni bonaerenses.
Ante la complicidad oficial van armando ejércitos de sicarios que desalojan campesinos, los persiguen con brutalidad inaudita y los matan como ocurrió recientemente con Cristian Ferreyra, denunciado por el MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero).
No son patotas cualquieras ni meras barras bravas de las tierras que quieren usurpar para potenciados terratenientes y políticos que los protegen. Se organizan como Los Zetas mexicanos y tienen el grado de brutalidad que otorga el poder impune de los hacendados.
Ahora van por las tierras místicas de Córdoba. En las cercanías de Capilla del Monte —casi al pie del Uritorco— acaban de alambrar 23.000 hectáreas para un pronto desmonte y una siembra compulsiva de soja. Igual que en las provincias del NOA: pistas clandestinas en medio del imperio sojero y matones profesionales para amedrentar al campesinado que defienda lo que les pertenece.
La paradoja es que el gobierno kirchnerista, que tanto aparenta denostar a la “patria sojera”, ahora precisa de ese yuyo a lo pavote. No hay plata en las arcas oficiales y solo cosechas superabundantes permitirán el año próximo recaudar los dólares que el Estado ya no dispone. La soja es la salvación de los K para seguir reptando en un mundo de divisas escasas.
Según afirman asustados algunas fuentes judiciales que siguen el caso de Cristian Ferreyra, detrás de esos ejércitos de sicarios estaría el denominado enemigo número 1 del Mercosur: Rodolfo José Lorhman, alias “el ruso”, “el polaco” o “el alemán”.
Dicen que es quien está organizando esos regimientos de matones, muchos de los cuales los recluta entre sus amigos poli-ladrón de la provincia de Buenos Aires.
“El ex jefe Paggi, el nuevo jefe policial Hugo Matzkin, el Ministro Casal y hasta el gobernador Scioli saben de esto, pero no es que no intervienen por autistas, parece tener órden de no hacerlo”, dice una fuente judicial que alguna vez estuvo cerca del ahora fiscal Carlos Stornelli cuando fue Ministro de Seguridad.
Aunque Rodolfo Lorhman luce rostro nuevo (cirugía mediante) y sus papeles de identidad estén al día, sus movimientos en el mundo de la impunidad criminal no pasan desapercibidos.
Tribuna de Periodistas ya contó una historia que siempre confirman las altas fuentes del poder. Fue cuando se contó sobre el día que Lorhman cayó en manos de una Brigada Especial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y negoció su liberación clandestina (al igual que como había sido su apresamiento) en la suma de 150.000 dólares.
Increíblemente, el gobernador Scioli no solo no ordenó investigación alguna de este hecho, sino que solo aconsejó a Casal y compañía que no sean tan desprolijos.
Armar Los Zetas para enfrentar a los campesinos que se resisten a ser desalojados por los nuevos conquistadores sojeros, puede derivar en una guerra sangrienta donde los indígenas y originarios tienen todo para perder (la vida y las tierras), pues ni los gobiernos provinciales ni el gobierno nacional están dispuestos a defenderlos de la barbarie sojera del nuevo milenio.
Sin embargo, la cúpula de estos nuevos conquistadores no está entre los montes calurosos de Santiago del Estero o Catamarca, sino en un sitio más fashion desde donde mueven sus finanzas y negocios oscuros.
¿Qué hacen estos personajes reuniéndose en las oficinas varias del Grupo Midas, y quién es el tal Claudio Espósito, amigo de los policías que detuvieron y dejaron ir tras pago de peaje al Ruso Lorhman en el Mercado Central?
En ese enjambre de nombres de criminales, policías y empresarios del juego —algunos de los cuáles también pretenden quedarse a cualquier precio con la señal de noticias C5N— suena extraño que personajes de esa calaña hagan pingues negocios en un enlace Paraguay-Miami con Juan Pedro Schaerer, padre del joven Cristian, secuestrado y desaparecido por la banda del ruso Lorhman y Cerro Córdoba, entre otros.
Exiliado forzosamente en Paraguay, el viejo Schaerer es investigado por la DEA norteamericana por extrañas importaciones de árboles —eucaliptus— que se presume pueden llegar al Paraguay con algo más que pulpa en su interior.
Toda una red compleja de personajes macabros que ahora siembran el terror de los campesinos y asesinan, como el caso del joven Cristian Ferreyra, con absoluta impunidad.
Soja, narcotráfico, lavado de dinero en casinos y bandas criminales impunes, es el cóctel actual que el Gobierno no hace nada por detener.
Jorge D. Boimvaser