A menor ritmo y en medio de una preocupante crisis mundial, la economía argentina atravesó en el 2011 su noveno año consecutivo de crecimiento, pero teñido de una inflación endémica, corridas cambiarias, fuga de capitales, obsesión por el dólar y eliminación de subsidios.
El 2011 será recordado como el último año de crecimiento a "tasas chinas", mientras que el 2012 se presenta con un escenario complejo que pondrá a prueba el modelo económico kirchnerista. Los precios de las materias primas se replegarán, principalmente la cotización de la soja, y las dificultades que tendrán Brasil y China por la crisis mundial terminarán impactando indirectamente en la Argentina.
Además, el gobierno deberá tratar de renegociar la deuda con el Club de París, por unos 9.000 millones de dólares, como paso clave para dar por superado totalmente el default declarado en el 2001.
El papel protagónico de este año económico fue, otra vez, para el multifacético y polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien tomó más poder a partir de la asunción de Cristina Kirchner en su segundo mandato.
Hernán Lorenzino, elegido por la jefa de Estado para reemplazar a Amado Boudou en el Ministerio de Economía, demostró en sus primeros pasos ser un cultor del perfil bajo y, por ahora, poco afecto a declaraciones fuertes. Moreno y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, tuvieron un rol vital en la implementación de las medidas de control impuestas para frenar la masiva compra de dólares y desactivar una "corrida cambiaria" que golpeó duramente las reservas del Banco Central.
Como una película en continuado en los últimos años, los números de la economía argentina se pueden analizar de dos maneras: los difundidos por el INDEC y los relevados por las consultoras privadas, abiertamente contrapuestos. Para las estadísticas públicas, la inflación estuvo apenas por encima del 9 por ciento y la economía creció más que esa cifra, pero para las consultoras los precios se dispararon más del 23 por ciento y la actividad aumentó cerca del 7 por ciento.
En este año, las consultoras dejaron de publicar los índices de inflación para evitar las duras sanciones económicas aplicadas por Moreno, y por eso los legisladores de la oposición empezaron a difundir el denominado "Indice-Congreso", que siempre arrojó un resultado superior al oficial. Según el cuestionado organismo público, la industria cerrará el 2011 con un alza del 7,5 por ciento, mientras que para los privados oscilará entre 4,2 y 5,5, marcando una clara desaceleración con años anteriores y una notoria concentración, ya que la producción automotriz crecerá 15 por ciento.
Más allá de las diferencias, lo cierto es que el PBI cerrará con un crecimiento destacado, un hecho inusual si se compara con el resto del mundo. Uno de los pilares del modelo, la balanza comercial, terminará el año con un saldo positivo de casi 10.500 millones de dólares, inferior a los 11.632 millones logrados durante el 2010, y todo hace suponer que en el 2012 continuará en descenso y se ubicará en torno a los 6.200 millones.
Es que el precio de la soja, el gran generador de recursos, cayó en el año 15 por ciento y la cosecha gruesa de 50 millones de toneladas que a principios de año significó 25 mil millones de dólares, a fines de 2011 disminuyó a 22.500 millones. La realidad muestra que los precios de los productos agrícolas se ubican entre 30 y 50 dólares por tonelada por debajo de los niveles de hace un año, mientras que, por el contrario, los costos aumentaron en igual lapso entre un 20 y un 50 por ciento promedio.
Con todo, la producción granaria de la campaña pasada superó los 102 millones de toneladas y se espera una cosecha de 106 millones para la que está comenzando. La ganadería enfrenta la reposición del stock que cayó entre 10 y 11 millones de cabezas, y se evidencia retención de vientres para la recuperación que algunos especialistas estiman llevará seis años. Según un informe de una entidad rural, este año la producción de carne se ubicó en 2,48 millones de toneladas, contra los 3,13 millones de 2005, lo que arroja una caída de 650 mil toneladas en ese período.
El consumo de carne por persona por año se ubicó en este 2011 en los 50 kilos, un nivel que se encuentra por debajo de los históricos 70 kilos. Por otra parte, la desaceleración en los niveles de consumo que se advierte desde la segunda mitad del año frenó la escalada de los precios, aunque en la primera parte de este 2011 castigó con dureza los bolsillos de la gente.
El año dividido en dos
El año se dividió en dos: uno de enero a septiembre, con los problemas de siempre, suba de precios, faltante de combustibles, desaceleración del crecimiento, y otro a partir de octubre, con inestabilidad cambiaria y el anuncio oficial de eliminar gradualmente los subsidios al agua, gas y electricidad que terminará afectando a toda la población.
Para los ahorristas también fue un año complejo: la Bolsa porteña perdió alrededor del 30 por ciento; los plazos fijos rindieron entre 13 y 14 por ciento anual y algunos títulos públicos generaron ganancias de hasta el 19 por ciento. Llamativamente, el proceso electoral no tuvo mayor incidencia en las variables económicas, aunque disparó un fuerte aumento en el gasto público que, como efecto dominó, terminó condicionando el resultado de las cuentas públicas.
El cierre fiscal de este arrojaría un resultado primario -sin pagar deuda- de 1.000 de pesos de superávit, pero si se toman en cuenta los intereses dejaría un déficit de 37 mil millones, equivalente al 1,85 por ciento del PBI. Las cuentas públicas podrían haber arrojado un déficit mayor si el Gobierno no hubiera tomado recursos del Banco Central y del Fondo de Garantía Recíproca de la ANSeS.
En los primeros once meses del año los ingresos fiscales treparon a 491.221 millones de pesos y de esta manera acumularon un alza del 32,1 por ciento en relación con el mismo período del ejercicio anterior. El incremento en el gasto llevó a Cristina Kirchner a plantear, ante industriales, lo que ella misma denominó el comienzo de la etapa de "sintonía fina", un eufemismo para evitar la palabra ajuste y así anunció los recortes en los subsidios que en total superan los 70.000 millones de pesos anuales.
En la primera parte del 2011 y pese a haber sido un año electoral, la incertidumbre principal llegaba desde el exterior: un temblor financiero puso en jaque a Europa y transformó la geografía política y económica de todo el viejo continente. A nivel interno, el país mostró una caída en los índices de desocupación, pobreza e indigencia, mientras que algunas naciones de Europa empezaron a vivir lo mismo que padeció la Argentina en la explosiva crisis social, económica e institucional de 2001.
Desafíos para 2012
Las consultoras coinciden en pronosticar un 2012 con mayores dificultades y nuevos desafíos para el Gobierno a raíz de la inestabilidad externa que podrían arrastrar a Brasil y China. Anticipan una caída en el superávit comercial, un freno en el crecimiento económico y una merma en los ingresos fiscales, a partir de una disminución de los precios de las materias primas. Otro punto insoslayable y preocupante estará determinado por la puja salarial que se dará en el primer trimestre del año que comienza.
Los gremios reclamarán mejoras superiores al 20 por ciento, mientras que el Gobierno intentará ponerle un techo inferior para evitar un impacto inflacionario. Es de prever que la crisis financiera internacional continuará a lo largo de 2012 y podría, inclusive, agravarse e impactar directamente a la Argentina.
Para afrontar esas dificultades, el Gobierno empezará a recortar masivamente subsidios en tarifas de gas, luz y agua que le permitirán equilibrar las cuentas fiscales que terminan este 2011 muy deterioradas.
Guillermo Malisani
NA