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Cristina y su cáncer, un factor inesperado en la mesa del poder de 2012

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Y LAS PELEAS QUE VIENEN
Y LAS PELEAS QUE VIENEN

La enfermedad de la presidenta Cristina Kirchner irrumpió como un factor adicional e influyente para la escena nacional del nuevo año, cuando a falta de elecciones, habrá pulseadas políticas y económicas relevantes.

 

Sólo la mandataria y su círculo íntimo saben si la detección del cáncer en la tiroides fue anterior a la fecha comunicada por el Gobierno, pero lo cierto es que su correcta difusión se dio en la bisagra entre un año intenso y otro que propone desafíos.

Si bien la Presidenta tiene amplias posibilidades de reponerse de su afección —coinciden distintos especialistas— el hecho de que se le haya diagnosticado cáncer propuso un armisticio en algunos frentes y sembró incertidumbre en adyacencias del poder.

El caso saliente es la pulseada con el titular de la CGT, Hugo Moyano, que venía escalando desde el discurso de ruptura que el líder camionero dio el 15 de diciembre en el estadio de Huracán.

En las últimas horas algunos dirigentes históricamente alineados con el camionero como el textil Jorge Lobais directamente hablaron de tregua en la pelea con el Gobierno por respeto al trance de salud de la mandataria.

Así las cosas, la convalecencia de Cristina Kirchner podría coincidir con la batalla por la sucesión en la CGT, que a su vez está plenamente enlazada con la apertura de las paritarias.

Prácticamente sin tiempo para ensayar en el rol ejecutivo, Amado Boudou conducirá al país por 20 días. Se supone que evitará imprimir sello propio al Gobierno, por lo que las grandes decisiones sufrirían una parálisis, pero la pelea por precios y salarios quedará larvada.

 

Ajustes

 

Mientras los empresarios, con anuencia del Gobierno, promueven topes de aumentos salariales del 18 por ciento, los distintos gremios —enrolados o no en el moyanismo— reclaman un piso de 25 por ciento y piensan cerrar entre el 26 y el 28.

Los industriales ya advierten que con ese nivel de incrementos salariales escalarán sus dos principales preocupaciones: la inflación y la pérdida de competitividad a manos de Brasil, en un contexto de crisis internacional sin resolución.

Las pretensiones sindicales se chocan de bruces con la política de recorte de subsidios que la Casa Rosada debió aplicar en el inicio del segundo mandato de Cristina para equilibrar las cuentas públicas y que llegó amplificada a las provincias.

Si bien 17 provincias acordaron una refinanciación a 2013 de la deuda con la Nación, esas postergaciones no resultan suficientes para equilibrar un problema fiscal de fondo que encuentra a las provincias con un déficit de 11.500 millones.

Sucede que al mismo tiempo las provincias deberán cumplir con amplios requisitos, que incluyen datos sobre su situación fiscal y financiera y puntualmente sobre su plantel de empleados públicos, para acceder a la prórroga.

Esto obligó a los gobernadores a llevar adelante planes de ajuste, tantas veces cuestionados por la administración kirchnerista, que alcanzan a Santa Cruz, Río Negro y Mendoza, entre otras provincias con rojos fiscales.

El caso testigo se da en el pago chico de los Kirchner donde fracasó un intento del gobernador Daniel Peralta de aprobar una reforma previsional que eleva la edad jubilatoria; posterga el pago de deudas a los proveedores y suspende las paritarias, entre otras medidas, para paliar el déficit de las cuentas públicas.

 

Camporistas

 

La crisis económica en Santa Cruz se tiñó de institucional con la toma de distancia de La Cámpora del gobierno de Peralta. Ese posicionamiento también alentó la presunción de que la agrupación conducida por Máximo Kirchner —y puntualmente su timonel— serán actores clave del ciclo político que se inicia.

La nueva dimensión política de los jóvenes kirchneristas ya había quedado en evidencia con los espacios de poder otorgados por la mandataria tanto en la campaña como en su gabinete, pero esas preferencias los enfrentaron con otros sectores oficialistas.

Esas diferencias al interior del PJ podrían acentuarse y acelerarse si Cristina Kirchner -como ahora todo indica- deja de lado la posibilidad de buscar una nueva reelección en 2015, para lo cual debería forzar una reforma constitucional.

Un ejemplo de ese pleito se da en el gobierno bonaerense entre los peronistas históricos que acompañan al mandatario Daniel Scioli y los "ultrakirchneristas" representados por el vicegobernador Gabriel Mariotto.

Según pudo saber NA, los recelos entre ambos se acentuaron antes de la reasunción de Scioli cuando designó a la directora General de Educación, Silvina Gvirtz, y presentó el plan de regionalización provincial sin el consentimiento de su vice.

Los sectores representados por Máximo Kirchner y Mariotto no prevén una ruptura con Scioli, como ocurre con Peralta, pero siguen con detenimiento los pasos que dará el gobernador ante lo que definen como la "profundización del modelo".

Como ejemplo, señalan la nueva ofensiva oficial contra un sector de la prensa que Scioli evitó hacer suya en su primer mandato.

 

Gabriel Profiti
NA

 
 

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