El repentino anuncio efectuado por el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro respecto de la aparición de un carcinoma papilar en el cuerpo de Cristina Kirchner, sorprendió a propios y ajenos. No solo por la inesperada comunicación, sino también por la forma en que esta se llevó a cabo.
Ello ha generado una serie de interrogantes que merecen ser expuestos públicamente:
-Si el carcinoma fue detectado el pasado 22 de diciembre, ¿por qué se dio a conocer recién cinco días más tarde?
-¿Por qué la mandataria debe esperar hasta el 4 de enero para la intervención quirúrgica de marras, algo inusual en este tipo de patologías “menores”?
-¿Es casual que la noticia se haya dado justo en momentos en los que se conocen los detalles de la adquisición de un inmueble por 9 millones de pesos por parte de Cristina y cuando se preveía que en el corto plazo se hicieran públicas otras adquisiciones por parte de la mandataria?
-¿Es casual que el anuncio ocurra en medio de las amenazas de movilizaciones por parte de Hugo Moyano y cuando Santa Cruz decreta una emergencia económica?
-¿Qué ha impulsado al oficialismo a modificar repentinamente su costumbre de no dar cuentas sobre la salud de los funcionarios del poder?
-¿Por qué el encargado de dar la noticia fue el vocero “mudo” Scoccimarro y no el médico presidencial?
-¿Por qué no se mostraron los estudios profesionales que respalden los dichos del funcionario?
-¿Merecía semejante tratamiento una enfermedad que tiene un 99,5% de posibilidad de curación si es tratado a tiempo, y un 96,5% si es tratado al principio de una metástasis?
-¿Sufre Cristina realmente de carcinoma papilar o se trata de algo más severo?
-¿Por qué frente a patologías más graves sufridas por la mandataria —y en su momento por Néstor Kirchner— jamás se hizo comunicación oficial alguna y ahora sí?
-Si Cristina debe reposar, ¿por qué no suspendió la agenda de este miércoles que incluye una reunión con gobernadores provinciales?
Por ahora, solo preguntas sin respuesta.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1