En el 2011, la presión tributaria que relaciona los ingresos que vinculan al Estado y a las Provincias con el PBI, fue récord absoluto: alcanzó al 35,7%. Dos puntos y medio mayor a la de 2010. Esta fue la progresión de la última década:
2000: 22,4 por ciento del PBI.
2001: 21,8 por ciento del PBI.
2002: 20,7 por ciento del PBI.
2003: 24,3 por ciento del PBI.
2004: 27,3 por ciento del PBI.
2005: 27,9 por ciento del PBI.
2006: 28,5 por ciento del PBI.
2007: 30,2 por ciento del PBI.
2008: 30,6 por ciento del PBI.
2009: 31,4 por ciento del PBI.
2010: 33,6 por ciento del PBI.
El impuesto inflacionario y el dólar casi clavado, pulverizaron la "competitividad" que les costó hace una década a los argentinos que la mitad de la población cayera bajo el límite de la pobreza.
La Nación recaudó unos 540 mil millones de pesos, algo así como 130 mil millones de dólares, una cifra inusitada que casi duplica a la del uno a uno.
Sin embargo, la Casa Rosada sigue en rojo y debió tomar como nunca fondos adicionales de las reservas del Banco Central y de la Anses en numerosas ocasiones.
¿Por qué crecen tantos los ingresos? Porque cada vez tenemos más inflación, porque cada vez más clase media paga impuesto a las ganancias, porque se elevaron las alicuotas de retenciones a las exportaciones, porque no se bajó el impuesto al cheque, ni desapareció el IVA a la canasta básica y porque subieron aportes y contribuciones patronales.
La presión tributaria en Chile es menor al 20%, en México, de sólo el 12% y en Estados Unidos, del 24%. Todos guarismos muy por debajo al vernáculo.
Según cálculos de la consultora abeceb.com el gobierno central se queda con el 73% de los recursos tributarios nacionales y apenas un 27 % será para las provincias.
Muchas veces hemos detallado que estos inmensos fondos no van a parar a obras públicas, ya que el kirchnerismo no puede mostrar ni una sola construcción emblemática en casi una década de gobierno (apenas 600 km de autopistas, ninguna central hidroeléctrica ni gasoducto de envergadura y escasísimas viviendas).
¿Entonces, adónde va a parar tanta plata? En los últimos nueve años, los municipios, las provincias y el Estado nacional han incorporado la friolera de más de un millón de nuevos empleados a sus planteles estables, pasando de 2,2 millones en el 2002 a 3,4 millones en el 2011.
En concreto, hoy un 22% de la población económicamente activa de Argentina trabaja para los distintas esferas estatales.
La nueva cifra se asemeja peligrosamente a “estados benefactores” como Francia y España, que tienen un 22%de empleados públicos sobre su PEA.
Sin embargo, la calidad de los servicios de las potencias apuntadas en materia de transporte, educación, seguridad social o salud son muy superiores a los nuestros.
Las provincias que presentan mayor cantidad de empleos públicos son Santa Cruz y Catamarca, con más de un 30% de agentes estatales sobre el conjunto de trabajadores existentes.
Las ciudades más afectadas son Río Gallegos con 45% del total de trabajadores cobrando su sueldo en la ventanilla del municipio local, la provincia o la Nación. Luego, las urbes de La Rioja y Resistencia, con un 43%. También lucen complicadas Ushuaia y Río Grande, con un 40%.
Para comparar con nuestros vecinos, digamos que en Uruguay los agentes estatales son un 17% de la PEA, en Chile un 1%, en Perú un 12,5 y en Brasil un 11%.
Hablemos de Santa Cruz
La de los Kirchner es una provincia enorme, con menos de 300 mil habitantes, donde hay petróleo, gas, oro, un litoral marítimo envidiable con grandes puertos como San Julián, Puerto Deseado y Caleta Paula, uranio, carbón, energía eólica y maravillas turísticas como el Chaltén, Los Antiguos y el Glaciar Perito Moreno, entre otros.
En ese estado tan privilegiado, Néstor Kirhcner llegó a recibir, además, mil millones de dólares provenientes de las acciones de YPF recibidas como pago de regalías mal liquidadas durante el menemismo.
¿Cómo se explican, entonces, los recurrentes dramas sociales de la provincia más conflictiva de la Nación? Muy simple, igual que ocurre en la "santacrucificada" Argentina.
La provincia que vio nacer políticamente a los K tiene hoy más de 60 mil empleados públicos, cuando contaba con menos de la quinta parte hacia el año 1983 al retorno de la democracia.
¿Cómo se pudo quintuplicar la cifra en tan poco tiempo? El modelo, además, incluyó "subsidios para todos" en materia energética y jubilación a los cincuenta años, un cóctel explosivo.
Si a esto se le suma un nivel de robo en la obra pública que no tiene antecedentes, con rutas que cuestan casi diez veces más de lo que valen en la provincia de San Luis, la explicación se cae de maduro.
Cuando visité Santa Cruz por primera vez, en el 2003, me acuerdo de que su presupuesto anual era de mil millones de pesos. Hoy en día supera los diez mil millones anuales y debe ser asistida por la Nación con otros seis mil millones adicionales cada doce meses.
Nada les alcanza, ese es el corazón del "modelo". Más dispendio, más clientelismo, más populismo, hasta que las cosas estallen. Si tenemos en cuenta de que Santa Cruz es el espejo que anticipa lo que vendrá luego en el país, tenemos que estar atentos al futuro inmediato.
El kirchnerismo está de salida, aunque parezca todo lo contrario desde el punto de vista político. Cristina sabe que llegó la hora del ajuste y no se anima, o no quiere hacerlo.
La Argentina repite sus errores y explota cada diez años, aproximadamente: el Rodrigazo de mediados de los setenta, el fin de la "tablita" de Martínez de Hoz a principios de los ochenta, la hiper de Alfonsín en el 89 y el trágico 2001.
"Lo que vendrá", como la canción compuesta por el gran Astor, es un tango tan triste e intenso que hasta el propio Piazzolla quemó las partituras originales de la pieza en Punta del Este hace casi cincuenta años.
Marcelo López Masia