Sí, el “modelo” está muerto desde el punto de vista económico, pero sigue vivo más que nunca en lo político.
Esta contradicción sólo se explica porque tenemos una sociedad conformista (que no ve más allá de fin de mes o fin de año, en el mejor de los casos) y porque la oposición no supo mostrar porqué el kirchnerismo es “pan para hoy y hambre para mañana”.
Repasemos 13 ejemplos de lo que estamos diciendo:
1) Los superávit gemelos en las cuentas públicas y en las exportaciones son cuestiones del pasado.
Pese a los enormes aportes del Central, las cuentas públicas ya no salen del rojo. El mes de julio terminó con pérdidas de casi doscientos millones de pesos, y las cosas serían aún peor en el corriente agosto.
En los primeros siete meses, el desequilibrio trepó a $ 2.366 millones a pesar de haber recibido $ 8.000 millones del BCRA y del Fondo de Garantía de la ANSeS .
Sin estos recursos extras, el déficit financiero hubiera superado los $ 10.000 millones.
2) Este año 2011 habremos gastado la friolera de $75.000 millones (4 puntos del PBI) en materia de irracionales subsidios, cuyos beneficiarios corresponden casi exclusivamente a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Conurbano.
Quizás algunas comparaciones sirvan para dar una mejor magnitud del desatino. La distribución mete miedo:
Los subsidios ya son el 20 por ciento del presupuesto y superan a obra pública (15 por ciento), planes sociales (5 por ciento), asignación por hijo (dos por ciento).
Para ser más gráficos, cada argentino estaría pagando anualmente quinientos dólares de impuestos para sostener este esquema donde se benefician los amigos del poder.
3) Desde que el sistema comenzó a implementarse nos devoramos ya un tercio de la deuda externa, porque se tiraron por la borda 60 mil millones de dólares.
De esta manera, los Kirchner están desperdiciando los mejores términos de intercambio de 200 años de historia argentina, según datos del propio BCRA y Econométrica.
4) La soja a más de quinientos dólares la tonelada es un sueño hecho realidad que va a pasar casi desapercibido en materia de infraestructura, pero le hará ganar elecciones al Frente para la Victoria.
A De la Rúa le tocó una soja de 160 dólares y los K la recibieron a 230 dólares en mayor del 2003.
5) La inflación ya es tres veces mayor de la que se proyecta oficialmente. Esto motiva que muy pocos quieran depositar en los bancos, porque tienen tasas negativas que pierden diez puntos anuales en su carrera contra el alza de los precios.
6) El vaciamiento del BCRA, tras la partida de Martín Redrado, supuso que se le pasaran a esta entidad verdaderos “pagadios” que lo han dejado casi en la insolvencia.
El economista Roberto Cachanosky estima que, descontando los bonos basura y las obligaciones que le hicieron tomar al Central, las reservas que quedan no alcanzan para garantizar el circulante. Para que esto ocurriera, el dólar debería valer hoy seis pesos.
En otras palabras, una corrida masiva hacia el euro o a los verdes, no podría ser resistida por la entidad que capitanea Mercedes Marcó del Pont.
7) La fuga de dólares, o dolarización de carteras, se mantiene firme y va camino a sumar 50 mil millones de dólares en apenas cuatro años de mandato de Cristina Fernández.
El sector privado ya atesoró US$ 13.000 millones de dólares en lo que va del año y se apunta a que llegará a los 20.000 millones en todo 2011.
8) La emisión monetaria viene creciendo a un ritmo del 34% anual, generando un proceso inflacionario del orden del 25% en el nivel general y cercano al 40% en el rubro alimentos.
Con este “impuesto” a los más pobres, la presión tributaria supera los 33 puntos del PBI, Un esquema propio de Europa, con prestación de servicios de Latinoamérica o África.
9) Para mantener algunos precios internos, se llegó a la locura de liquidar un stock vacuno de más de diez millones de cabezas, cayendo a 50 millones el rodeo total del país.
Lo propio pasó en materia energética. Las boletas de luz ridículamente baratas para el conglomerado que vive en torno al Rio de la Plata motivó que se quemaran 100 mil millones de dólares en materia de petróleo y gas para satisfacer semejante fiesta de millones de nuevos aires acondicionados y calefactores eléctricos.
10) El costo laboral actual ya es un 20 por ciento superior al promedio de los años 1996 2000.
Como la productividad aumentó en estos años, pero no tanto como un 20 por ciento, hoy estamos en peores términos de competitividad que antes del gran estallido.
11) La Nación ya no sabe cómo seguir financiando su lujuria.
Fue por las reservas del Central, por los fondos de la Anses, por los del Banco Nación (que ya no le presta casi a nadie, salvo al Estado) y también por la Lotería Nacional.
Los próximos pasos podrían ser la estatización del comercio exterior o de las obras sociales en manos de los sindicatos.
Nada alcanza, pero tampoco nadie quiere parar el despilfarro, mientras los números electorales acompañen.
12) Tres de cada cuatro pesos que recauda la Casa Rosada quedan en sus arcas y apenas el 25 por ciento restante va a provincias mendicantes y dependientes.
La proporción de envíos se achica año tras año.
13) El superávit de la balanza comercial disminuyó dramáticamente en los últimos dos años.
Ya no bastan las bravuconadas de Guillermo Moreno para frenar las importaciones o el ridículo régimen de exportar para poder traer mercaderías de un mundo globalizado y cada vez más competitivo.
En siete meses se produjo un saldo positivo de 6.458 millones de dólares, lo que significa un 21% menos que en igual periodo del año pasado.
Las exportaciones del complejo sojero alcanzaron un total de US$ 17.317 millones durante 2010, lo que representa un 25,4% del total de nuestras ventas.
En 2do. lugar se encuentra la industria automotriz que exportó por US$ 8.618 millones, una participación de 12,6% sobre el total.
En 3er. lugar se ubicó las exportaciones del Complejo petróleo y gas que sumaron US$ 5.383 millones en el 2010, el ocho por ciento del total.
Las tres producciones mencionadas pueden verse amenazadas.
La soja caería mucho si se enfría China, por la crisis global.
La producción de autos también estaría en graves problemas si Dilma Rouseff sigue devaluando el Real.
Luego de un lustro consecutivo de beneficiar indirectamente a nuestra industria con una moneda demasiado fuerte por parte del gigante, nuestras exportaciones automotrices estarían comprometidas (el ochenta por ciento va al Brasil).
Por último, la producción argentina de crudo y gas no para de caer, al punto que el kirchnerismo ya rifó el cincuenta por ciento de las mismas en menos de una década, según reconoce la propia YPF.
Ante descubrimientos magros y truchos (meros anuncios de supuestos yacimientos para los cuales no tenemos tecnología suficiente de explotación), el horizonte de reservas ya no va más allá de seis o siete años, en total.
Resumiendo: el final que nos espera es muy conocido por cualquier argentino que ya tenga más de 45 años. Se trata de un verdadero déjà vú.
La conclusión es sencilla: tenemos un sistema institucional funcional a que padezcamos crisis severas cada diez años.
Como dijéramos en un artículo anterior, la discusión con cualquier K se resume en la siguiente pregunta: "Sin contar obras que estaban casi terminadas como la autopista Rosario Córdoba y las represas de Caracoles en San Juán y Yaciretá, ¿cuál es la construcción emblemática que dejará este modelo para el futuro?"
La respuesta será el silencio, mientras que debería ser: ”el modelo supone gastar el sesenta por ciento del presupuesto nacional en millones y millones de votantes subsidiados (plan de cooperativas, asignación por hijo, jubilaciones sin aportes, fútbol para todos, energía y transporte ridículamente baratos).
Pan para hoy, hambre para mañana.
Marcelo López Masia