Las recientes muertes del Sub Secretario de Comercio Exterior, Iván Heyn, y el cónsul argentino en Bolivia, Antonio Deimundo Escobal, dejaron un rastro de misterio e incertidumbre. Ahora se sumó la confusa tragedia del Gobernador de Rio Negro, Carlos Soria, que había asumido el 10 de diciembre último y tenía sólo 22 días en su cargo.
¿Cuál es el común denominador de estos hechos? Las dudas y la información transmitida en las primeras horas de ocurridos los fallecimientos y cómo luego van mutando esas hipótesis. ¿Cómo se manejan los elementos de componen la información en noticias que involucran a funcionarios y escenarios de poder? ¿De dónde se nutren los medios? ¿Qué se oculta?
Iván Heyn, economista de 34 años y militante de La Cámpora, atravesaba probablemente el mejor momento profesional —estrenando su cargo— y de mayor proyección. Sin embargo, fue hallado ahorcado en el piso 10 del Hotel Radisson de Montevideo, dónde el funcionario junto al resto de la comitiva argentina participaba de la Cumbre del Mercosur.
Las primeras versiones de la policía local fueron el suicidio y esto se reprodujo en la prensa argentina, pero sin dar datos precisos. Las 48 hs. posteriores a la muerte del hombre que presidía la Corporación Puerto Madero —otro puesto que había tenido el funcionario—fueron dominadas por un silencio incómodo e inexplicable de los noticieros y programas periodísticos de la televisión de aire argentina. Sólo se mencionó escasamente —casi como un trámite obligado— la despedida y el velatorio, o sea se abordó la consecuencia del hecho, pero no la causa.
La prensa decidió quedarse con las versiones de la policía y la justicia uruguaya, aunque con el pasar de los días era imposible no moverse del eje. El Gobierno nacional no aportaba más datos y prefería, claro está, quedarse con el suicidio.
Paralelamente al silencio oficial, transcendió progresivamente la línea de investigación más difícil de narrar, que era la hipótesis del juego sexual en soledad. Heyn fue encontrado desnudo y ahorcado con un cinturón que colgaba de un placard. Nadie —ni las fuentes judiciales, ni los medios—terminó de describir precisamente y de forma razonable la escena final del economista. ¿El cambio de versión de la causa de muerte obedece a nuevas pruebas encontradas o intenta ocultar algo? Será que, cuando se sabe poco de algo más hipótesis se abren en el panorama, pero cuando existen muchas hipótesis por las que se transitan, quiere decir que menos se sabe o menos certezas hay.
Antonio Deimundo Escobal, de 55 años, era cónsul argentino en Yacuiba, una localidad de Bolivia de alrededor de 80.000 habitantes que limita con la provincia de Salta, ambas forman un paso fronterizo importante en el turismo, pero también en el tráfico de drogas.
En este caso rápidamente también se habló de suicidio, el cónsul fue encontrado ahorcado con sábanas y colgando de las escaleras en una habitación de la casa donde está el consulado. O al menos eso afirmó el policía Christian Vargas a la agencia internacional de noticias AFP.
El cuerpo fue repatriado y desde la Cancillería conducida por Héctor Timerman no se informó nada más. Aunque también se agregó la versión de una sobredosis de pastillas, el Gobierno nacional no creyó conveniente aclarar mucho más, pese a que la palabra misterio apareció en los titulares que trataron el caso.
El disparo que provocó el fallecimiento del Gobernador de Rio Negro Carlos Soria no es aclarado aún con las primeras declaraciones de la Justicia. Parece inadmisible que sea tan confusa una situación que involucra al Gobernador de una provincia.
Primero trascendió que fueron dos disparos, pero luego se estableció que fue sólo uno y en el rostro de Soria, quien se encontraba en su finca junto a su esposa, una de sus hijas y su novio. El hermetismo sobre las circunstancias del deceso del Gobernador es muy fuerte.
La primera sospechosa es, sorpresivamente, su esposa. Susana Freydoz tiene 60 años y prestó declaraciones a las autoridades judiciales pero no quedó detenida.
Aunque no se realizó un funeral público, miles de vecinos marcharon por la ciudad rionegrina de General Roca, de la que Soria había sido Intendente, con muestras de dolor.
Aunque no se sabe quién disparó o cómo, para la Justicia no hay elementos probatorios que indiquen que había otras personas en el lugar.
El periodismo se nutre, entre otras, de las fuentes policiales, judiciales y del sistema político. El problema es que, obviamente, cuando se trata de hombres relacionados directa o indirectamente con el poder —político, empresarial, económico, judicial o policial— es difícil que la información no llegue tergiversada, distorsionada, ocultada o silenciada.
Si las fuentes de información ocultan —o son ocultadas— o más bien sepultan la veracidad de los hechos, entonces la construcción de la democracia siempre será endeble y los procesos que tienen impacto e influencia en una comunidad estarán en las sombras para nunca ser develados.
Sebastián Turtora