La salud de un presidente es una cuestión de Estado. En la Argentina, podríamos decir que vivir de la mentira se ha hecho un “estado” constante.
El motivo de este artículo es, simplemente, explicar sucintamente de qué hablamos cuando nos referimos a cáncer de tiroides.
Se trata de un tumor maligno de crecimiento localizado dentro de la glándula tiroides. No es un tipo de cáncer común. De estos cánceres, del 65% al 80% son diagnosticados como cáncer de tiroides papilar, del 10% al 15% como folicular, del 5% al 10% como medular, y del 3% al 5% como anaplásico (el más maligno).
Las perspectivas de su evolución son excelentes, ya que la mayoría de ellos pueden ser extirpados en su totalidad por medio de la cirugía. Se recomienda que quienes han padecido cáncer de tiroides tengan chequeos de rutina por el resto de sus vidas.
Para asegurarse de que el tumor no ha reaparecido o expandido. Estos estudios son fundamentales dentro de los cinco años después de realizada la cirugía, porque pueden reaparecer; no es lo común, pero es una circunstancia que puede acontecer.
El cáncer de tiroides es a menudo descubierto por los mismos pacientes. Puede ver o sentir una protuberancia o nódulo en la parte anterior del cuello, o su médico puede notar un nódulo durante un examen físico de rutina. Afortunadamente, la mayoría de las veces, los nódulos son benignos, lo cual significa que no son de riesgo.
De hecho, los nódulos benignos de tiroides son muy comunes. Se estima que pueden estar presentes en más de la mitad de la población. Sin embargo, la mayor parte de ellos son tan pequeños que no son nunca descubiertos, ni por el paciente, ni por el médico. El profesional puede realizar un diagnóstico de nódulo de tiroides con muy bajo riesgo y casi sin molestias. Examinará cuidadosamente el cuello, que es el sitio donde se encuentra la glándula tiroides en búsqueda de otros nódulos o de bocio haciendo presión en ella.
Bocio: el bocio es el agrandamiento de la glándula tiroides. Un bocio puede ser difuso (cuando afecta a toda la glándula) o nodular, a su vez, este último puede ser multinodular (agrandamiento de la tiroides con múltiples nódulos) o solo puede tratarse de un nódulo único. Una vez que el nódulo es descubierto, el médico probablemente pregunte cómo se ha sentido el paciente últimamente y si ha experimentado algún síntoma que pueda atribuirse a los nódulos tiroideos. Después de concluir con el examen físico y de completar su historial médico, el especialista requerirá una serie de estudios complementarios que ayudarán al diagnóstico.
Análisis de sangre completos. Análisis de hormonas tiroideas y de la hormona hipofisaria que controla a la glándula tiroides. Punción espirativa.
En el caso de que los resultados indiquen disfunción de la glándula, existen estudios complementarios que nos van acercando a un diagnóstico más preciso: captación de yodo radioactivo, el cual evalúa la proporción de yodo radioactivo tomado por la glándula tiroides como un porcentaje del total administrado durante la primera hora, a las 24 hs y luego a las 48 h.
Centellograma tiroideo: se trata de una imagen de la glándula tiroidea luego de la administración del yodo radioactivo. Esto sirve para hacer una evaluación no solo desde el punto de vista anatómico, sino que también puede dar la idea de cómo están funcionando las células en un determinado sitio de la glándula. Habitualmente se pueden diferenciar áreas sin captación o de baja captación (áreas "frías") y áreas de mayor captación (áreas "calientes"). Un área fría es un sector glandular que no está funcionando y es más alarmante que un área caliente que es la que tiene función normal o excesiva.
Resonancia nuclear magnética: produce imágenes detalladas de cualquier parte del organismo. Es usualmente usada para confirmar la presencia de lesiones.
Tomografía axial computada: es útil para la evaluación y seguimiento de los pacientes con cáncer de tiroides y para evaluar la extensión del tejido metastático. No sirve para diferenciar nódulos benignos o malignos.
Ecografía: la ecografía utiliza ondas sonoras para medir el tamaño de los lóbulos tiroideos y para localizar y medir a los nódulos. No puede definir si se trata de nódulos benignos o malignos. Puede ser muy útil para detectar recurrencias (reaparición del tumor) en el sitio de localización de la glándula o bien en los ganglios y además sirve para dirigir la aguja fina en el caso de que se decida una punción aspirativa.
Imagen por PET: la tomografía por emisión de positrones es una técnica por imágenes que usa positrones radioactivos (partículas cargadas positivamente) para detectar cambios sutiles en el metabolismo corporal y actividad química que son característicos de los tejidos tumorales.
Punción aspirativa: el especialista (endocrinólogo) puede utilizar una punción aspirativa con aguja fina para saber si un nódulo tiroideo es benigno o maligno. En este examen, se introduce una pequeña aguja en el nódulo a fin de extraer muestras de tejido o de fluido, las que luego son analizadas en un laboratorio. El examen es rápido, seguro, y generalmente produce muy poca molestia.
Dicho esto, podemos llegar a la conclusión que el diagnóstico de un cáncer tiroideo, no tiene demasiados secretos. La cirugía tiene su indicación precisa. El cirujano que opera está absolutamente seguro de lo que va a encontrar, luego que el laboratorio de anatomía patológica le da el diagnóstico de la muestra que envió con el material de la punción.
Algunas veces puede ocurrir que una glándula multinodular es operada porque su función está muy disminuida y se descubre el cáncer después de haberla extirpado, pero es bastante improbable que luego de realizados todos los estudios previos y diagnosticado el cáncer, al extraer la glándula nos encontremos que el cáncer no es tal.
Habrá que evaluar la salud mental de todos los involucrados en tamaña canallada, de comprobarse que todo fue una farsa.
Dr. Saul Cymbalista
MN 46643