“Magnetto, mafioso, vos podés mandar por la radio a que nos silben. Pero por cada uno que nos silbe habrá 100, 200 que estén apoyando al modelo”, dijo el vicepresidente ahora a cargo del Ejecutivo, Amado Boudou en el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), al finalizar su participación en el acto por el aniversario del ataque a la Embajada de Israel.
Y es que al vicepresidente —que no se caracteriza por ser buen orador, y en medio de denuncias que lo jaquean—le molestaron sobremanera los silbidos que tuvo que soportar al comenzar su alocución en el homenaje a las víctimas del atentado. “¡Chorro!”, le gritaron entre silbidos apenas subió al estrado del solar donde se ubicaba la Embajada de Israel. Incómodo, el discurso del funcionario duró tan solo dos minutos y terminó pidiendo “paz y amor”.
El desplante de Boudou recordó las palabras del propio Néstor Kirchner en 2002, cuando municipales de la provincia de Santa Cruz junto a docentes fueron duramente vapuleados por el entonces gobernador y su esposa.
“Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de robar”, entonaba al ritmo de los cacerolazos una manifestación de trabajadores municipales, el gremio docente y el de los trabajadores del privatizado Banco de Santa Cruz que afrontaban una rebaja salarial. La intención de los manifestantes era llevar el reclamo hasta la vivienda de la familia Kirchner, pero no se encontraban en Río Gallegos.
Días después, el gobernador convocó a sus adeptos a un acto en el Comando del Frente para la Victoria Santacruceña. "¡Compañeros! No hay que permitir este tipo de cosas. ¡Hay que defender con fuerza y con orgullo! Basta. Por cada uno que vaya a la casa de un compañero a agredirlo o a molestarlo, vamos a ir 200 o 300 o 500 o 1.000 a la casa de ellos, esto que quede absolutamente claro”. Amenazó Néstor, quien en ese momento no le pudo echar, todavía, la culpa a Clarín.
José María González