Desde sus primeros días de existencia, el peronismo tuvo una extraña relación con los medios de difusión.
Ya durante los primeros dos gobiernos de Juan Domingo Perón, quedó demostrado que no querían libertad de expresión. La clara manifestación de ello es que Raúl Apold (apodado “el nazi”) un periodista y político peronista que se hizo conocido por su labor en
En 1974, el gobierno de Isabel Martínez de Perón estatizó los tres canales privados de Buenos Aires (el 9, el 11 y el 13), con la excusa de llevar una política de medios al estilo europeo, donde la televisión estaba prácticamente dirigida desde el Estado.
Luego, en la era menemista todo parecía cambiar, pero como reza el gatopardismo: “Hay que cambiar algo (o todo) para que nada cambie”. Entonces Menem reformó
Daniel Hadad es el más claro ejemplo de esa época, quien fue beneficiado con la entrega de la frecuencia de 710 Khz. de AM, que hasta entonces pertenecía a Radio Municipal (hoy Radio Ciudad).
Hasta que llegó el kirchnerismo y se abrió una nueva etapa, tal vez la más conflictiva y traumática en relación a los medios de difusión.
Ya desde su provincia, cuando era gobernador, Néstor Kirchner entendía que el rol de los medios era fundamental, a tal punto que su ex chofer, Rudy Ulloa, fue beneficiado de tal manera que llegó a convertirse un importante empresario de los medios en Santa Cruz.
La relación de Kirchner con la prensa, en principio, parecía estar controlada. Tal es así que su último acto de gobierno fue la aprobación de la fusión de Multicanal con Cable Visión y la renovación de todas las licencias de radio y televisión, certificando su conformidad con la figura de “multimedios”.
Hasta que, durante el conflicto con el campo en 2008, se produjo un quiebre con Clarín, ya que este no aceptó apoyar al gobierno en su cruzada. Fue cuando la frase de Néstor —“¿Qué te pasa Clarín, estás nervioso?”— comenzó una nueva era en materia de medios en Argentina.
Hoy, parecería ser que la única oposición al Gobierno la estarían ejerciendo los medios. Lo curioso es que los estos no quieren ni pretenden ese rol dado por ciertas circunstancias generadas desde el mismo kirchnerismo, sumado a la inoperancia de una oposición prácticamente inexistente.
En ese papel fundamental en el que ha puesto el gobierno a los medios, hoy se debaten batallas muy interesantes y, como en toda guerra, los participantes tratan de sumar aliados.
Así, el kirchnerismno va cooptando medios y periodistas. Casos emblemáticos como Canal 9, que transgrede claramente la nueva ley de medios; o Canal 2, que, pauta mediante, dejó de ser crítico del Gobierno.
Otros claros ejemplos son la productora PPT, hoy ultra kirchnerista con sus programas 678, Duro de domar y TVR; el Grupo Spolsky y, por supuesto, el llamativo caso de Víctor Hugo Morales. El más vergonzoso ejemplo de “panquequismo” periodístico de todos los tiempos.
Hoy le llegó el turno a Daniel Hadad, quien fue forzado a vender su multimedios conformado por un canal de cable y cinco emisoras radiales, entre ellas, la radio más escuchada del país: Radio 10.
Por supuesto que estas emisoras van a parar a manos de amigos del poder, como lo es el oscuro empresario Cristóbal López.
Sin embargo, con la compra del Grupo Hadad, el López viola la ley insignia del kirchnerismo: la ley de medios aprobada en 2009, pero aún no completamente vigente.
Como es de público conocimiento, Cristóbal López es uno de los empresarios más cercanos al oficialismo, pero a veces la política entra en contradicciones.
Es que, el Grupo Indalo, hasta ahora dueño de Diario Patagónico, Minuto Uno, RadioFónica 90.3 y FM del Mar, desembolsó 40 millones de dólares por el canal de cable C5N y cinco radios. Por lo tanto, Cristóbal López pasó a ser dueño de un multimedios que ahora incluye un canal de televisión, ocho radios, un diario, una revista y dos portales de noticias.
Semejante acumulación entra en conflicto con el artículo 46 de la Ley de Medios, que establece que "en ningún caso la suma del total de licencias otorgadas en la misma área primaria de servicio o conjunto de ellas que se superpongan de modo mayoritario, podrá exceder la cantidad de tres (3) licencias".
Además, el artículo 41 de la Ley ordena que todo traspaso de licencias debe ser aprobado por
Pero, indudablemente, en la Argentina donde todo es posible, ya debería darse como descontada la aprobación por parte de AFSCA, sino, basta mirar de qué manera se expropió Repsol, qué ocurre con el caso Boudou y qué sucedió con el Banco Central para ver cuál es la realidad.
Por eso, pertenecer tiene sus privilegios.
Pablo Dócimo