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Aquellos días en los que Página/12 ponderaba los cacerolazos

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SANDRA RUSSO Y UNA POSTAL DE LA HIPOCRESÍA
SANDRA RUSSO Y UNA POSTAL DE LA HIPOCRESÍA

    Si bien hoy despotrica contra aquellos que hacen sonar sus protestonas cacerolas, diario Página/12 supo ponderar el mismo fenómeno en los crispados 2001/2002. Media docena de notas han sido publicadas en ese matutino elogiando ese método de protesta social.

 

    Una de ellas, fue publicada el viernes 11 de enero de 2002 por la "hiper ultra kirchnerista" Sandra Russo, bajo el título "Puntos suspensivos". Lo que allí  se describe, bien parece escrito para describir lo que ocurre en estos días.

    Para que no se acuse a este medio de quitar de contexto ninguna palabra, se reproduce la nota completa:

    Interrumpidos, suspendidos, colgando. Así han quedado los proyectos personales y familiares desde hace mucho tiempo, desde mucho antes de que las cacerolas se hicieran oír. Con puntos suspensivos. La ruptura de la cadena de pagos llevó al paroxismo la paralización: de lo macro a lo micro, lo que fuimos dejando “para más adelante” pasó de un viaje a Europa a una compra de supermercado, de una mudanza a una fiesta de cumpleaños, de la inscripción en un curso o en una carrera a una clase de gimnasia o un chequeo médico. Sumergidos como buzos en el universo TN, atiborrados de noticias de último momento, digeridores instantáneos de sucesos, los argentinos nos hemos congelado a la espera de saber exactamente cuánto ganamos, cuándo nos pagarán nuestros sueldos, cuándo podremos cancelar una deuda o cuándo nuestras vidas o las de nuestros seres más queridos volverán a encarrilarse en esa meseta que hoy se nos antoja entrañable, la meseta de la vida cotidiana tal como la recordamos, con trabajo, clases, elecciones, aguinaldos, cine, helados, tertulias, debates, sobremesas, planes, deseos, noticieros a las nueve de la noche, visitas inesperadas, en fin, esas pequeñas cosas, esas insignificancias cuya trascendencia sólo se hace visible hoy, cuando han quedado en el aire.

    En su análisis del discurso amoroso, Roland Barthes decía que el amor apasionado supone la interrupción de la vida cotidiana. Ah, ser francés. Los argentinos podemos dar cuenta de situaciones mucho menos deseables que ésa, mucho más drásticas y descorazonadoras, de crisis agudas como ésta, en las que todo aquello que la rutina de los tiempos normales vuelve tedioso, hasta hartante, reaparece en el imaginario colectivo como una nueva y módica meta a la que es necesario volver, volver a llegar.

    Como si cada quien y sin proponérselo tuviera disponible dentro de sí un gotero de adrenalina –un gotero con un medidor exacto–, lo novedoso, lo divertido, lo sensual, lo excitante o lo desconocido son en estos días bocaditos con los que tememos indigestarnos: la realidad política y económica es en sí misma tan adrenalínica, que no nos queda margen en los medidores personales. Mejor acostarse temprano, hablar poco, tomarse un Alplax –que encima escasea– y a otra cosa.

    Somos ciudadanos de una guerra no declarada, agotados por el estrés de una guerra no declarada. O acaso sí haya sido declarada y seamos nosotros mismos quienes lo hayamos hecho. Como fuere, viajamos en un tren que inevitablemente iba a pasar por esta estación incierta que es la devaluación, y el aceleramiento de los tiempos políticos no se cayó de maduro: fue arrancado por las manos y los gritos de protesta de miles de ciudadanos. Aun así, cuesta soportar esta interrupción de los proyectos. De eso hablaban esta semana los cientos de personas que hacían cola en los consulados español e italiano buscando una salida rápida de este estado de cosas. De la insoportable falta de proyectos. Del escarpado vacío que en las almas deja la falta de proyectos.

    Librados al día a día, con nuestras vidas todavía interrumpidas, los argentinos seguimos padeciendo este país que supimos conseguir. Tal vez logremos zafar si entendemos –con un entendimiento más sanguíneo que ideológico, más visceral que especulativo– que los proyectos personales deseables sólo podrán tomar cuerpo en un proyecto más abarcativo, en un proyecto de conjunto. No nos pondremos de acuerdo en la decoración de este nuevo país, pero sí es posible que consensuemos si la Argentina posible es de hormigón o de papel glacé. Recién entonces podremos retomar aquellos viejos ritos, los adorables ritos de la vida cotidiana, y planear nuestras vidas: cuando sepamos en qué país vamos a vivir.

    Más claro, echarle agua... ¿Evian?

 

Redacción de Tribuna de Periodistas

 
 

27 comentarios Dejá tu comentario

  1. Hola juancho apareciste, te depositaron el sobre ya, entonces comenzaste a vomitar pavadas. Como se ve que tu vision es cortita y hablas de lo grande que es el pais, nosotros que vivimos en el interior sabemos lo que se sufre con este desgobierno, lo que nos toca con el aumento de los impuestos provinciales para seguir subencionando la fiesta, la falta de insumos de primera necesidad, de medicamentos, de combustible,etc., dejen la cantinela de los dolares por favor, eso si queres es coartar la libertad individual que tiene todo habitante de este pais segun rige nuestra Carta Magna. Es como expresa Raul Cima, si no tenemos la posibilidad de demandarlos, por el juramento realizado cuando asumieron, ante el mal desempeño de sus funciones, de forma pacifica y civilizada, como es el metodo elegido de la protesta, golpeando una cacerola, para ser escuchado, que pretendes que haga el pueblo, que recurra a la premisa de vuestro lider el jovato JDP, "hacer tronar el escarmiento", entonces Juancho agarrate del avestruz mas ligero porque no te van a quedar ganas de nada, ni siquieras tendras tiempo de despedirte de esta rueda de comentarios. Afectuosamente

  2. La mjeor expresión de la hipocresia de la Russo no se ve en esta nota de 2002, sino en una que antecede al estallido (2/12/2001) y refleja EXACTAMENTE lo que vivimos por estos dias, un miedo a lo que ya vivimos e inexorablemente volveremos a sufrir: http://www.pagina12.com.ar/2001/01-12/01-12-02/pag05.htm#ssr

  3. Alicia, este modelo impresentable, no tiene el mas minimo interès de que no se sostenga la minerìa, por el contrario, si con los impuestazos tambièn quieren que las producciones se pierdan en todas las zonas para que se favorezca de una u otra forma esta actividad. Ademas pensaron que afanan de una y otra forma, porque se quedan con las tierras y ayudan asì a las corporaciones mineras. ESTE GRAN PASO, YA LO HAN DADO. En San Juan, el bufon GIOJA, es el primer ejemplo de que el pueblo le interesò un carajo, y asì esta , llenos de cancer y con pozos que un dia se los van a tragar a todos completos. Pero mientras tanto seguro que tierras estarà comprando, ni lo dudes. Permitirles que sigan es esto y mas en todo el paìs, hay que hacerse oìr, y perder el miedo y decirles NO, a traves de miles de cacerolazos. En el carrusel de la fiesta de la vendimia,en Mendoza, la marcha fue multitudinaria, le arruinò la misma al gobernador Perez. Hoy ni se anima a tocar la 7722, que modificò el pueblo y que quieren algunos cambiar, porque el pueblo saliendo a la calle con sus protesta, le leyo el mensaje, con creces que es lo que decide. De la misma manera tienen que realizarse con conciencia en los cacerolazos, y ahì debe estar presente la minerìa y los glaciares a no olvidar,porque eso incumbe a todos los argentinos de bien. Che este juancho es como los chicos, vive y fantasea con sus propios pensamientos, no le gusta ver la realidad y crecer con los hechos que estan sucediendo.. Seguro que el paco que le estan dando con este modelo que apoya, es de muy mala calidad.

  4. En esa época era todo el país el que quería que lo gobiernen seriamente...la semana pasada fueron 20 gatos locos de recoleta, palermo y barrio norte por que no podían comprar dólares...es la mejor señal que la distribución de la riqueza funciona...

  5. Más allá de que apoyo completamente estos cacerolazos, la situación del país hoy es muy diferente a la de 2001/2002. Hablando mal y pronto, hoy tenemos un dedo adentro, en ese momento nos metieron hasta el hombro. Con una clase social baja con capacidad de consumo (cuotas, planes sociales) cualquier intento de protesta se puede hacer escuchar, pero no creo que llegue a nada. La clase media está en extinción hace varios años ya, y no tiene la capacidad (lamentablemente) de lograr un cambio. Recuerden que las cacerolas del 2001 fue algo espontáneo, de ahí la fuerza que tuvo. No hubo organización. También recuerden que lo que detonó todo fue el famoso discurso de De La Fuga, negando que estábamos hasta las manos. Lamentablemente, si no hay algún hecho violento, la cosa no camina. Estamos condenados al cambio por la violencia, por mal que nops parezca.

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