Por estos días, se habla desde el Congreso Nacional sobre los adictos como ciudadanos de segunda, carentes de derechos, cuya única protección está en las manos de los bondadosos legisladores que despenalizarán la tenencia de todo tipo de sustancias.
El debate que debía haberse planteado entre médicos y psicólogos, entre madres y directivos de centros de rehabilitación se dio solamente entre políticos del legislativo y doctores del poder judicial ausentes de toda claridad galena, tan necesaria para este tipo de debates. Seguramente para los problemas cloacales llamarán a filósofos y para cuestiones constitucionales a plomeros matriculados.
Se cansaron en el Congreso Nacional los despenalizadores de decir que la cuestión de la adicción a las drogas era un tema estrictamente médico y el único médico psiquiatra al que se le permitió la palabra, Wilbur Ricardo Grimsom fue interrumpido y vituperado en distintos momentos de su alocución por el solo hecho de estar en contra de la bestialidad que proponen como solución los legisladores progresistas.
Al consumidor de drogas se lo intenta presentar como un ser normal, que en lugar de café, té o gaseosa elige consumir sustancias hasta hoy prohibidas; sin embargo quienes conocemos en profundidad el comportamiento de cerebros obnubilados por sustancias, advertimos sobre los mecanismos autodestructivos con que construyen su vida.
Las drogas adormecen la parte frontal del cerebro, que es la encargada de inhibir los instintos animales del ser humano, al estar bajo los efectos de sustancias el consumidor tiene actitudes que jamás hubiera pensado tener si no hubiera estado bajo los efectos de sustancias.
El adicto es peligroso para sí mismo y para terceros, cosa que el mundo médico conoce a la perfección y darle la posibilidad al enfermo de contar con su plantación de marihuana hará acelerar los estragos de su enfermedad a límites insospechados. Habrá que agregarle a esto la falta de espacios de atención médica gratuita y de internación en todo el territorio nacional.
Los legisladores han acordado que la tenencia de drogas no será punible, la “entrega gratuita” de sustancias no tendrá reproche jurídico alguno y la producción de marihuana gozará de todas las libertades sin especificar cantidades. En consecuencia, un genocidio.
Claudio Izaguirre
Presidente Asociación Antidrogas de la República Argentina