En anteriores artículos, he señalado que sólo en remotísimas galaxias aún no conocidas, existe cierta probabilidad de vida aunque con algunas reservas. Esto demuestra lo improbable que considero una repetición del episodio biológico acaecido en la Tierra, sobre todo la vida inteligente y consciente, porque somos no sólo improbables, sino ¡casi imposibles!
De entre una fabulosa cifra de partículas que se escribe 10 elevado a 80, surgimos como supercomplejos procesos; en este caso poco menos que inevitablemente, dado precisamente ese inconcebible despliegue de partículas puestas en juego.
Mi hipótesis respecto al enjambre de universos de galaxias, nos exige escribir múltiples veces un 10 elevado al exponente 80 de partículas; y esto no es ninguna clase de ingenuo antropocentrismo, porque todo sistema antropocéntrico considera al hombre no sólo como centro de todo, sino como fin de una supuesta creación intencionada, como una meta planificada, y éste no es el caso.
De esto podemos inferir que, de existir otros microuniversos componentes de un enjambre en nuestras cercanías, pulsando cada uno como lo hace el nuestro tal como lo conjeturo, entonces en alguno de ellos es posible una repetición del fenómeno biogenerador, el evolutivo, e incluso de una vida inteligente.
Esta posición, como es evidente, difiere de las especulaciones generalmente elaboradas y aceptadas, de que una vida rudimentaria podría hallarse por doquier en cualquier planeta, y la vida inteligente repetida muchas veces en nuestra propia galaxia y en las demás como quieren los “platillistas” (creyentes en los platos voladores). Mi postura es infinitamente centralizante, estocástica, extremadamente “azaricéntrica”.
En lugar de tomar, por ejemplo, a una galaxia que contiene 300.000, 200.000 o 100.000 millones de soles, para centrar en un punto (en el caso de nuestra Vía Láctea, la Tierra) la producción, sostenimiento y evolución de la vida hasta el arribo a la conciencia, trato de abarcar muchísimo más. Para ello tomo todo el conjunto de galaxias que forman nuestro universo y hablo de un solo centro del azar: el planeta Tierra con su vida inteligente y consciente. También extrapolando aún más, extiendo este fenómeno a alguno que otro universo de galaxias similar al nuestro, situado más allá de un supuesto enjambre de ellos que puede estar rodeándonos. (Véase mi obra titulada La esencia del universo (Editorial Reflexión, Buenos Aires, 1991).
Pero eso no es todo. Mi hipótesis sobre la vida, considera a ésta como un proceso físico más entre otros, instalado en el Antiocosmos, recortado groseramente del mismo, que sigue un curso con carácter perecedero. (Véase: capítulo VIII-1) de mi libro La esencia del universo).
En consecuencia, no resulta ser un gran impedimento para otro tipo de vida, el hallarse ésta ubicada en alguna región agaláctica del Todo, esto es en una porción del Macrouniverso sin estrellas ni planetas, formada de nubes de partículas, ¿atómicas, de quarks o de otras subpartículas? (Esto último queda ya en el ámbito de lo incierto o intrigante.)
Si tenemos en cuenta que el proceso de la vida requiere cierta organización por parte de la esencia del universo, deberíamos hablar de ciertas estructuras como las atómicas y moleculares, en vez de partículas “desbocadas” con tendencia al escape, como las que resultan del choque en los aceleradores de la física nuclear.
¿De qué clase de vida se trataría entonces, sin planetas generadores y contenedores, ni estrellas? ¿Quién puede atreverse siquiera a conjeturar algo? ¿Acaso nubes gaseosas vivas en movimiento ameboide; formas reticuladas; enjambres de partículas organizadas?
¿Hay acaso contradicción en lo que pienso criticando a los fantasiosos que aceptan la existencia de vida inteligente en planetas sin estrellas, y en las mismas estrellas? No, porque aquí me estoy refiriendo a otros universos de galaxias o agalácticos muy alejados del nuestro, donde pueden reinar oras condiciones.
¿Existiría entonces una ley biológica circunscrita no tan sólo a los universos de galaxias sino también a las regiones agalácticas? Si existen no será con carácter de eternidad.
Sea como fuere, no nos debemos olvidar que la posibilidad de los microuniversos posee carácter perecedero y que, una vez cortadas las condiciones de su producción en el Todo, ya nunca volverán, ni siquiera sus leyes y por ende tampoco la vida. (Véase el capítulo VI.6 de mi libro La esencia del universo; Editorial Reflexión, Buenos Aires, 1991).
Ladislao Vadas