Así como se ha especulado acerca de ciertas manifestaciones de la esencia universal, para nosotros imperceptibles e indetectables, es posible sospechar también acerca de la existencia de multiversos enteros formados de esencia inaccesible para nuestros sentidos, situados más allá de nuestro universo observable.
Para aclarar este panorama, es necesario aceptar que esos otros universos remotos a que aquí me refiero, nunca podrán ser detectados por el hombre. Primero, por su lejanía, y segundo, por carecer de manifestaciones observables para nosotros, aun si estuvieran más cercanos.
En efecto, dada la complejidad del entorno en que nos hallamos inmersos, sería verdaderamente “milagroso” que poseyéramos la capacidad psicofísica y tecnológica suficiente para captarlo y entenderlo todo, pero los milagros no existen, lo sabe la ciencia. De modo que es legítimamente sospechable la existencia de otros mundos enclavados en un Todo que jamás lograremos conocer ni entender. La vanagloria humana es comprensible desde la perspectiva de nuestra ignorancia acerca de nuestra ubicación en el cosmos. (Que yo denomino Anticosmos).
En otros tiempos, la Tierra era el centro del mundo, y el hombre el “rey de la creación”. No creo que hayamos superado el natural antropocentrismo en nuestros días. Aún nos creemos importantes en el concierto universal, y capaces de abarcar “todo el universo” con nuestro conocimiento, sin reparar en que aun esta idea es falsa, como lo era la imagen de la Tierra quieta, de Tolomeo alrededor de la cual giraban todos los astros observables enclavados en transparentes esferas concéntricas, y el creacionismo como idea totalmente errónea.
Las matemáticas parecen ser nuestro infalible recurso para entenderlo todo, y, sin embargo, esta ciencia suele fallar en sus aplicaciones para explicar ciertas cosas. En efecto, recordemos lo que ocurrió en el pasado griego cuando Eudoxo, Calipso y Aristóteles, y luego también el egipcio Tolomeo autor del famoso Almagesto (o sintaxis matemática) hoy tan sólo una mera pseudociencia, creían en las numerosas esferas cristalinas que rotaban armónicamente, llevando a los astros.
En aquel entonces, la matemática aplicada a esos sistemas, los explicaba bastante bien. Y sin embargo, ¡qué lejos de la realidad estaban aquellos matemáticos que creían en la cosmología de las esferas transparentes! ¿No les esperará lo mismo a los cosmólogos de la actualidad que, mediante ecuaciones matemáticas, creen tener al universo encerrado en un puño? ¿No se estarán introduciendo las modernas y abstractas cosmologías a lo largo de los intrincados laberintos matemáticos en verdaderos callejones sin salida? Las teorías cosmológicas se multiplican hoy sin cesar a cual más audaz, rayanas muchas de ellas, en meras pseudociencias más “del montón”. Más yo pienso que serán tan osadas como efímeras.
Esta imagen actual del universo, tampoco tiene porqué ser la real y, menos aún la definitiva, pero nada de creacionismo, ni dioses, ni diosas de ninguna especie, que son sólo frutos de la imaginación.
Quizás sólo nos espere la confirmación de la existencia de multiversos en las lejanías del espacio, cual “enjambres gigantescos que nos rodean, y nada mas…
El futuro nos depara fenomenales sorpresas en el campo de la astronomía, es cierto, pero quizás la más asombrosa será cuando entendamos que existe un límite para nuestra capacidad de comprensión. Entonces ya no nos creeremos especie de dioses o algo parecido, ni regias creaciones, pues el hombre quedará destronado para siempre como “rey de una creación”.
Ladislao Vadas