"No hay apagón, sino sensación de oscuridad". Así rezaba uno de los miles de carteles que portaban este jueves los manifestantes del 8N en el centro porteño, que mezcló la bronca por los recientes cortes de luz con el flagelo de la inseguridad.
Más allá de la ocurrencia impresa en una prolija pancarta, la frase reflejó con certeza la lejanía que una porción de la sociedad siente con respecto al Gobierno nacional, especialmente en los grandes centros urbanos como la ciudad de Buenos Aires.
Esa distancia es, a esta altura de la experiencia kirchnerista en el poder, casi un hecho cultural. Aunque, en medio de una catarata de críticas entre las que puede aparecer alguna de tono injusto para la Casa Rosada, los manifestantes enrostraron problemas reales, como la inseguridad y la inflación.
Un tercer elemento se mantuvo a flote en el mar de cuestionamientos: la oposición de la mayoría de los argentinos a un proyecto que promueva la re-reelección de la presidenta Cristina Kirchner, estimado por las últimas encuestas en un contundente 80 por ciento de los consultados.
La presencia de dirigentes opositores en las movilizaciones —tanto en la Capital como en el Interior del país— no resultó significativa, lo que también dio cuenta de las dificultades que afronta ese sector del abanico político argentino para encarnar una alternativa concreta al "modelo" kirchnerista. Sin embargo, el número de manifestantes del 8N fue superior al del último cacerolazo del 13 de septiembre, lo cual muestra una curva de ascenso en la masa de críticos del Gobierno nacional, pese a que la Presidenta obtuvo hace poco más de un año la reelección con el 54 por ciento de los votos.
La próxima fecha del calendario político —tradicionalmente caliente en los fines de año— tendrá lugar dentro de un mes, bautizada por el kirchnerismo como el 7D, cuando el Gobierno buscará instrumentar la aplicación plena de la Ley de Medios, apuntando especialmente contra el Grupo Clarín.
Por eso entre los manifestantes se pudo observar este jueves alguna intención de volver a marchar el 6 de diciembre, aunque sería aventurado aún confirmar esa fecha debido a que la organización de este tipo de movilizaciones se hace a través de las redes sociales, con escaso ordenamiento político.
Mariano Spezzapria
NA