Desde 1983 a la fecha, ningún presidente de la Nación fue testigo de una manifestación de esta naturaleza. Las críticas y el desprecio a los posibles asistentes generó un efecto contraproducente: una inmensa masa se movilizó a repudiar a Cristina Fernández de Kirchner. Al caer la noche, el aparato propagandístico oficial avanzaba contra el 8N y, para colmo de males, ni la tormenta la salvó a Cristina.
Cifras. Números. 40 mil en Córdoba, 30 mil en Rosario, otros 30 mil frente a la Quinta de Olivos, ¿cuándo salió la gente a manifestarse en Catamarca o Salta?
Excepto en crímenes aberrantes como el de María Soledad Morales, cientos de argentinos salieron en las provincias feudales a decir basta, nosotros también somos, existimos. Los cacerolazos en las principales ciudades del mundo recordaron los tiempos de la última dictadura militar en que, argentinos disgregados por el planeta pedían a los medios extranjeros que informasen sobre el oscuro gobierno de facto.
Carteles de todo tipo, música saliendo desde parlantes, el tren de la alegría, caretas con el rostro de Boudou, consignas de todo color y los móviles de televisión que, en esta ocasión, no pudieron hacer la “vista gorda”. Nunca como antes, los periodistas de TN y del Grupo Clarín tuvieron tanto apoyo de una inmensa porción de la ciudadanía.
Nunca colegas, laburantes desde tiracables a camarógrafos, tuvieron tanto temor a sufrir un ataque por parte de algún exaltado. Lo sufrió el cronista de C5N en un hecho extraño, dada la locura del agresor. Observé como insultaban a periodistas de los canales oficialistas pero, también es cierto, cronistas de CQC o Duro de Domar “bardeaban” al entrevistado, seleccionado con inteligencia, entre los más descontrolados y que dejaban consignas ridículas. ¿Hay necesidad de conceder entrevistas a estos medios?
Bobos
Uno de los comentarios que escuché, de parte de un amigo kirchnerista al que le pedí que me acompañe al Obelisco, es que la gente que allí estaba gozaba de un buen trabajo y buenos sueldos. ¿Acaso hay que agradecerle al gobierno? Diez años después, miles de argentinos aún están fuera del sistema. A su vez, el amigo me acotó con bronca al oído: ¿Viste la cantidad de mujeres operadas con las tetas hechas? ¿Cuándo se las hicieron? ¿Durante qué gobierno?
Me reí y le contesté: “Lo mismo decían los menemistas, se van a Miami y se quejan de la corrupción”. Es saludable que no solo se proteste por la situación económica sino por los valores republicanos, la soberbia, la falta de justicia independiente, la inseguridad y el avasallamiento de las instituciones. Esos valores, no solo los del bolsillo, hacen que una persona se sienta más incluida; feliz. ¿Qué es la felicidad? ¿Somos un pueblo contento o somos masas que odiamos al que piensa distinto? Lamentablemente (es una simplificación) pero muchos desean que termine una etapa oscura del país y otros anhelan silenciar y acabar con los que se manifestaron anoche. Da pena.
Otro falso axioma, repetido hasta el hartazgo en medios K, es que la gente se manifestó en contra de algo y, la grandeza del gobierno, es que salen a apoyarlo por amor, a favor de algo. Vayan ya mismo a buscar al genial Bernardo Neustadt quien inventó la Plaza del SI. Pídanle disculpas pues son hijos del criticado colega e inventor de Tiempo Nuevo. Hablan de progresismo y son lo más recalcitrante del conservadurismo. Quieren perpetuar a una mujer en el poder y hablan de revolución. Se jactan de ser la mayoría y hasta explican que la democracia es ejercer la fuerza que el voto le otorgó a un gobierno. Estaba equivocado, en ciencias políticas me habían enseñado que la democracia era respetar e incluir a las minorías. El día del sufragio es una fotografía de un momento, es estático, inmóvil.
Ya pasó. ¿Acaso no deberían preocuparse en recuperar el increíble caudal de votos perdidos? ¿O, tal vez, el plan sea otro? Han fracturado centrales obreras, organismos de derechos humanos, grupos piqueteros, a la sociedad en general, incluyendo familias que se han roto, ¿señora Presidenta eso anhela? Un hombre que perdió a su hijo mayor en la tragedia de Once, perdió también al menor cuando dejaron de hablarse y reunirse cada domingo, pues el pequeño, militante de La Cámpora, se hartó de que su padre se quejase del sistema ferroviario y responsabilizara a los funcionarios de turno. Su fanatismo no le permite ver más allá.
Un director de un colegio del norte de Santa Fe me explicaba que sus alumnos no conocen lo que es el agua caliente. Me lo cuenta con pena pero su rostro cambia repentinamente para enseñarlas las bondades de descubrir a un prócer y panelista de 678 que lo saluda por la calle. “Veanlo, ellos nos cuentan lo que el Grupo Clarín no nos deja ver”, les dice a los humildes estudiantes que se entretienen con la canilla de agua caliente salir, mágicamente, de un baño público de la ciudad de Buenos Aires.
Críticas
El gobierno cambiará o finalizará su porción de apoyo entre las clases medias y bajas, cuando los que protestan puedan unirse a los desposeídos, a los que se quedaron fuera de todo y ya todo o nadie, les da igual. En el Obelisco, familias enteras intentaban dormir. Lo hacen cada noche (ver foto al pie de la presente).
Ningún manifestante se animó a romper esa barrera social que se acentuó en la última década. Eran invisibles. Tampoco ningún gobernante siente algo cuando pasa con sus autos lujosos por las calles de cada ciudad del país donde la miseria aflora. “Piquete y cacerola, la lucha es una sola” decían en el 2001. Falta eso. Esa marcha endiosada por los mismos que critican al 13S y 8N es recordada en los programas de archivo por una mujer que, delante de las cámaras, a los gritos cantaba con su cacerola: “Cavallo, compadre, la concha de tu madre”.
La diferencia es que ahora existen periodistas que van a esas mismas personas y les preguntan por qué están allí, cómo cambiarían el país y cómo osan en criticar a un gobierno que les da trabajo. La otra gran diferencia —el gobierno no es ingenuo— es que a nadie se le ocurriría reprimir semejante manifestación como sí lo hizo Fernando De la Rúa.
¿Qué diría el ex presidente radical de los que se manifestaron aquellas acaloradas tardes de diciembre del 2001? Si ahora los que van al Obelisco son considerados golpistas, ¿cómo calificar a los que prácticamente ingresaron a la Casa Rosada de fines del 2001? No apelemos a la memoria, sino a la historia. Hasta la próxima.
Luis Gasulla
Seguir a @LuisGasulla
Personas que duermen en el obelisco. La foto de portada, a su vez, es del periodista de Canal 7 haciendo caritas por los manifestantes.