Hoy tenemos que lidiar contra dos pensamientos hegemónicos, que si bien parecen eso, hegemónicos, sabemos que uno actúa como apéndice del otro, tal como ya fue demostrado por la historia. Debemos reconocer que es un acuerdo de cúpulas y que la inmensa mayoría de los seguidores, tanto de un lado como de otro, desconocen ese hecho y actúan en forma independiente, tornando el aire de la sociedad irrespirable por el odio y la intolerancia.
Por ello debemos encontrar puntos intermedios entre una y otra postura a los efectos de conciliar ese odio y lograr una armonía que pueda encontrar vías de comunicación a los efectos de evitar enfrentamientos estériles, retornos al pasado y postergación del desarrollo tanto humano como económico de la población.
Primero tenemos que descubrir los dogmas cerrados de cada postura y analizarlos. La derecha tiene los siguientes principios inamovibles
1: La libertad individual ante todo, aunque se oponga a los intereses del conjunto. Esto no es posible porque convierte a la sociedad en un ente en continuo conflicto social. Esta libertad lleva a destruir el medio ambiente al no aceptar leyes que le pongan un límite. Además no hay ningún elemento moral que la contenga.
2: La teoría de la oferta y la demanda como base del comercio. Una falacia, puesto que la intervención del hombre modificando las reglas distorsiona absolutamente todo.
3: El pensamiento que el crecimiento inevitablemente chorrea a toda la sociedad. Este es el centro de la desigualdad porque justamente cuando algo chorrea, abajo llegan solamente unas gotas.
4: Dejar todo librado a los mercados. Tal como existen hoy están totalmente distorsionados. Se han convertidos en entes netamente especulativos. Los operadores los manejan a su antojo. Además, la absoluta libertad económica divide la sociedad en grupo de intereses.
5: Respetar a rajatabla la seguridad jurídica; no importa que la misma afecte los intereses de la sociedad en su conjunto y los de la nación misma. Esto es perfectamente atendible cuando los contratos firmados son de buena fe o no fueron impuestos a través de sobornos y coerción.
6: Aceptar una posición dentro del esquema internacional de poder, con la mentalidad de una minoría que no sufre los problemas de la mayoría.
7: Proponer el pluripartidismo, cuando es una causa fundamental de la división ideológica de la sociedad, que retarda el crecimiento, puesto que cada uno que asume un cargo piensa distinto que el anterior y anula todo lo hecho hasta entonces.
8: Reconocer que el fondo del problema es la educación y permitir la destrucción de la escuela pública.
9: Desconocer la injerencia externa en todos los conflictos que nos han llevado a esta situación. Nada hubiese sido posible sin la complicidad de nuestros dirigentes, pero no podemos obviar que a partir de 1810 desde el imperio de turno vivieron coercionándonos para imponernos sus ideas y políticas.
Ahora bien, veamos el pensamiento inconmovible de la izquierda
1: La distribución de la riqueza sin generar nueva. Nada va mas en contra de la idiosincrasia del ser humano. Esto solo produce estancamiento, pues corta toda iniciativa privada.
2: Querer resolver la economía solo con micro emprendimientos, muchos de ellos de subsistencia, o pequeñas cooperativas. La economía de crecimiento requiere además de pequeñas y grandes empresas nacionales y grandes multinacionales, perfectamente controladas.
3: Plantear la lucha de clases y culpar a los empleadores de todos los males de la sociedad y tener leyes laborales confiscatorias del patrimonio. Esto quita inmovilidad social, que es el verdadero síntoma de una sociedad en crecimiento y además atemoriza a quienes deben generar trabajo.
4: Basar toda su estrategia en la confrontación permanente, con base en los derechos humanos violados por la última dictadura; sin aceptar que los partidos que mas reclaman son los que menos desaparecidos tuvieron y no explican porque.
5: Proponer soluciones drásticas al tema de la deuda externa, sin ofrecer mas alternativas que emparejar hacia abajo.
6: Querer tener un estado protector que se haga cargo de todo, obviando en que degeneró su burocracia, tanto aquí como en el exterior y como estaban los países socialistas cuando cayó el muro de Berlín.
7: Plantear la intolerancia como sistema y el apriete como método en un país donde no tienen mas del 3% de los votos.
8: Generar un odio anticlerical en un país católico y donde conviven otras manifestaciones religiosas de contexto sólido.
9: Creer que el imperialismo es solo de Estados Unidos y desconocer la permanente ingerencia de Inglaterra e ignorar que Londres es el centro operativo del terrorismo y co sede del poder mundial.
Veamos ahora cada una de las mentiras que dicen cada una de las partes para justificarse
1: Si no firmamos el acuerdo con los acreedores seremos como Cuba, en cambio si no lo hacemos seremos como Europa. La Argentina no es Cuba y, para serlo necesitamos que este modelo perdure cien años para que el 90% sea pobre. Para ser como Europa, con este esquema, necesitamos también cien años con una inversión de u$s 400.000 millones. ¿Eso lo vamos a conseguir con este sistema?
2: No pagar la deuda y ese dinero utilizarlo para construir viviendas. En un país donde casi el 50% de los insumos son importados esta postura no tiene sustento. Este planteo se sostiene solo ante la ignorancia de la gente.
3: La Argentina solo va a salir adelante con la inversión y los créditos externos y la apertura económica. En lla década del ´90 con este modelo aumentamos la desocupación de un 8% al 20%, se destruyeron proyectos industriales y tecnológicos completos. Además elevamos la deuda externa en treinta años, veinticinco veces. La desigualdad social aumentó seis veces en ese período.
4: Debemos acostumbrarnos a vivir con lo nuestro. No deja de ser una postura loable; pero ¿es aceptada por toda la sociedad? ¿Cuánto tiempo nos lleva la reconversión y que hacemos durante ese proceso?
5: El estado no debe ser empresario y no puede ocupar espacios propios de la actividad privada. Entonces entregamos los ferrocarriles porque le costaban una fortuna al estado y le damos al concesionario una suma similar a pesar que cerraron el 70% de los ramales provocando que estén desapareciendo poblaciones, hecho gravísimo en un país despoblado y con mala distribución demográfica.
¿Qué necesita un ciudadano medio para ser feliz?. Requiere salud, educación, trabajo, seguridad y disfrutar sus horas de ocio, cualquiera sea este, con libertad y justicia. Desafío a cualquiera que convoque un plebiscito para comprobar que una sociedad que recibe lo antes mencionado no se siente satisfecha.
Ahora bien, ¿cuál es la ideología para generar un ambiente de justicia y libertad, donde todos posean un trabajo que les permita vivir confortablemente, recibir la educación correspondiente, disfrutar de un buen sistema de salud y además tener los medios para disfrutar de sus horas libres?
La única ideología es la del sentido común, la de pensar en la defensa de los intereses nacionales, la de tomar la nación como un conjunto perfectamente integrado de norte a sur. Y analizar que si la Argentina no cayó más aún es porque tiene un territorio rico poblado de gente inteligente. Y lo que debemos hacer es poner, justamente, a la nación en la cultura de sus cualidades y no a la altura de sus defectos. Todos debemos dejar de lado el egocentrismo que yo tengo razón y quien piensa diferente es mi enemigo. Aristóteles dijo hace dos mil años que lo que es bueno para el conjunto necesariamente debe ser bueno para el individuo.
No podemos seguir revolviendo el pasado, porque no tiene fin. En el hubo ataques arteros a inocentes que fue devuelto con terrorismo de estado. Un sector de la población que se alzó en armas contra un gobierno militar terminó volteando un gobierno constitucional a siete meses de las elecciones. Un juego siniestro de espías y traidores, donde nadie sabía quien era el otro. Ambos bandos descendieron a lo mas bajo del instinto humano, con torturas que nos retrocedieron en la historia y militantes que traicionaron a sus propios compañeros. Niños arrancados de sus padres y niños que murieron en atentados junto a sus padres.
Familias destruidas por ambos lados, odios por doquier. A donde queremos regresar en la historia. Si empezamos a buscar responsables vamos a encontrar tantas agachadas de uno y otro lado que se va a ir encadenando hasta llegar a Moreno y Saavedra. Y mientras revolvemos la historia nuestro país sigue cayendo, nuestros hijos se mueren de hambre o nos abandonan hacia una aventura muchas veces terminada en dolor; la población entera sumida en una crisis depresiva.
¿Queremos regresar al bombardeo la Plaza de Mayo, a los fusilamientos del ´56, al Plan Conintes, a la noche de los bastones largos, a la masacre de Ezeiza de 1973, al terrorismo desde 1969 a 1977, o a la represión de 1974 a 1980?
La historia hay que estudiarla para evitar que se repita. Una nación va quemando etapas en el camino hacia su destino. Cada etapa consume vidas inocentes, traumas sociales. Quemar esas etapas significa aprender de ellas, determinar sus causas y efectos. Volver a abrir esas heridas treinta años después cuando ya estaban en vías de cicatrizarse es ir en contra de la historia de la humanidad. Basta ver como reaccionaron los países que vivieron procesos similares o peores y que hoy son del primer mundo o caminan hacia él.
No enterrar nunca los muertos y seguir revolviendo sus huesos es la demostración cabal de la incapacidad de un pueblo para aprender las consecuencias de los distintos procesos y la ineptitud para generar nuevas ideas. Nadie que viva en el pasado ingresa al futuro, ni siquiera puede sostener el presente.
Lo que debe hacer una sociedad es analizar como pudo generar individuos de la calaña que produjo, no solo en la calidad, sino en la cantidad. En un país donde convivieron pacíficamente durante décadas ciudadanos de diferentes credos y razas, ¿en qué momento se generó tanto odio como para que se cometa un atentado donde muera indiscriminadamente gente inocente o se acribille a balazos a un señor porque viste un uniforme junto a su hija de cuatro años, frente a la esposa y la otra hija? ¿Quien instruyó a quienes torturaban y violaban mujeres embarazadas y luego regalaban sus hijos?
¿Y todo para qué? Para que el poder internacional se quede con todo. No echemos la culpa a nadie, nosotros generamos nuestro destino.
Esta es una sociedad enferma que vive profanando cementerios como si fuera el culto a la necrofilia. Buscando la justicia en el pasado no nos garantiza que en el futuro no vuelva a acontecer lo mismo. Y con mas virulencia, porque los actores del futuro conociendo la respuesta no van a querer dejar huellas ni testigos.
El general San Martín en 1829, al regresar para ofrecer su espada en la lucha con el Brasil y observó las guerras civiles dijo: “Cuando hay dos bandos irreconciliables solo se termina cuando uno aniquila al otro”. Eso nos llevó cuarenta años de guerra civil y parece que aún no terminó.
Cuando un grupo dirigente se propuso independizarse de España, lo logró; cuando otro se propuso mantener unido el territorio, pudo hacerlo; cuando otro propuso poblar la nación e insertarla en el mundo, triunfó en su objetivo; cuando otros se propusieron las conquistas civiles, lo consiguieron; los que trataron de elevar el nivel de la población, también lo lograron. Cada vez que alguien cortó uno de los procesos e intentó regresar al pasado, el país se atrasó y terminó en un baño de sangre.
¿Hasta cuándo vamos a seguir ignorando la historia y no aprender de ella? ¿Cuál es el límite de la sangre que estamos dispuestos a entregar? ¿Cuántos mas de nuestros hijos vamos a ofrendar? Ninguna Nación sale adelante sobre la base del odio y la revancha, como tampoco crece sin independencia de criterio.
Los argentinos nos encontramos ante la encrucijada final. O nos ponemos codo a codo con los dientes apretados a pelear nuestro futuro o seguiremos litigando en el pasado hasta enterrar nuestros muertos, para luego profanar sus tumbas.
Javier Ordoñez
javierordoez75@yahoo.com