Más allá de su impacto emocional, visual y geopolítico, la muerte de Hugo Chávez puso bajo la lupa el rumbo que tomarán las políticas exteriores y doméstica de la Argentina.
Aún sin saber cómo reaccionará Venezuela a la falta de una figura omnipresente como Chávez, está claro que la relación bilateral seguirá en los términos actuales, porque para el Gobierno argentino Nicolás Maduro es la continuidad de su mentor.
En el plano internacional mucho se habló sobre si Cristina Kirchner buscará asumir el liderazgo político vacante en la era post Chávez, un protagonismo que excedió el latinoamericanismo al que adscriben todos los líderes sudamericanos.
Fronteras adentro, los gobiernos kirchneristas han ido acentuando la intervención del Estado sobre la economía y el centralismo político, casi sobre la huella de Chávez, aunque en todavía queda un largo trecho por recorrer si el modelo a seguir es el que aplicó el presidente venezolano.
Pasemos a desgranar el análisis con ayuda de un muy buen trabajo del sitio chequeado.com, que arrojó luz sobre las similitudes y diferencias entre chavismo y kirchnerismo.
Chávez forjó el crecimiento de su dimensión internacional sobre la base del petróleo, traducido en solidaridad para países amigos, y de un discurso singular, latinoamericano y antiimperialista.
Tanto la Argentina como Venezuela registraron secuencias positivas en la última década en cuanto a empleo, reducción de la pobreza, salarios y desarrollo humano, entre otros índices, pero la economía nacional no está para dispendios. Así lo muestra un dato difundido la misma noche de la muerte de Chávez sobre el aumento del déficit fiscal argentino en 2012.
La Presidenta podría asumir posiciones más duras —capacidad discursiva le sobra— y ponerse al frente del polo que lideraba Chávez en Sudamérica, cuya expresión institucional es el ALBA, pero no podrá copiar la ruta del vínculo económico.
Pese a la enorme afinidad con Caracas, el camino trazado por Néstor Kirchner fue el de la equidistancia entre ese grupo de países y el otro eje sudamericano cuya referencia es Brasil.
Chávez también acercó a Venezuela hacia los enemigos de Estados Unidos como Corea del Norte, Irán y Cuba; y defendió al cuestionado presidente sirio Bashar Al-Assad y previamente al asesinado líder libio Moamar Gadafi.
En cambio, los Kirchner recorrieron caminos más moderados, de acuerdo con las resoluciones de Naciones Unidas, aunque el giro en torno a Irán por la causa AMIA alentó la presunción de algunos analistas de que Cristina quiera asumir el legado chavista.
Mientras Venezuela decidió retirarse de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), del FMI y del Tribunal Internacional del Banco Mundial (CIADI), la Argentina sigue encuadrada. No obstante, hace meses sobrevuela la posibilidad de que abandone los dos últimos frente a decisiones adversas.
De hecho, el FMI está en un progresivo proceso de sanciones contra el país por las estadísticas del Indec y el CIADI e interviene en los planteos de empresas internacionales contra la Argentina por ruptura de contratos.
Dentro de esta coyuntura, también podría ser determinante para el rumbo internacional de la Argentina lo que ocurra en el juicio que plantearon los "holdouts" en Nueva York. El Gobierno ya adelantó su vocación de reabrir el canje de la deuda todavía sin regularizar (un 7%) en condiciones similares a las ofrecidas en las dos reestructuraciones anteriores, pero el fallo del tribunal estadounidense está abierto.
Para el mundo desarrollado la situación de la Argentina representa un desafío político y económico. De alguna manera, un fallo adverso en el juicio contra los fondos especulativos arrojaría al país hacia posiciones más radicales y sentaría un precedente negativo para próximas reestructuraciones.
En ese marco, la brújula argentina todavía titila en busca del Norte. El Gobierno da señales de querer revertir el escenario y trascendieron negociaciones con Repsol para poner fin al litigio internacional que tabica inversiones para YPF. Quizá por eso el Club de París -integrado por las naciones desarrolladas- haya mostrado intenciones de retomar las negociaciones para saldar la deuda con ese organismo, que bloquea desde hace años el acceso argentino al crédito internacional.
Coyuntura interna
Los problemas de inflación y las recetas para combatirla, como el congelamiento de precios, emparentan a los gobiernos de la Argentina y Venezuela, lo mismo que el control a la compra de divisas que el kirchnerismo tomó del modelo chavista.
No obstante, la mayor intervención del estado argentino en el ámbito privado, reflejada en casos como los de Aguas Argentinas, YPF o Aerolíneas Argentinas, no alcanza los niveles de Venezuela, donde Chávez estatizó más de 20 empresas grandes desde 2007.
La gran incógnita es si el funcionamiento institucional también tendrá correlatividades. Chávez sufrió solo una derrota electoral. Fue en 2007 cuando quiso modificar la Constitución Nacional. Sin embargo, volvió a probar suerte en 2009 y logró establecer la reelección indefinida. Murió en el poder.
El venezolano convirtió a su país en una democracia plebiscitaria, legitimada en cada elección, pero alejada de los parámetros republicanos de otras latitudes. El Gobierno argentino esconde las cartas en torno a una eventual intento de reforma de la Carta Magna, pero en los laboratorios del ultrakirchnerismo se mira con entusiasmo el recorrido de Chávez en las urnas y el vínculo con los sectores populares que lo mantuvieron en el poder.