Las terribles inundaciones comenzaron dejando la friolera de seis muertos, luego algunos indicaron que ocho, y por estas horas se habla de más. Prometía el fenómeno climático desde temprano que, al menos en la corta semana que comienza, se iba a disputar un nuevo round entre Cristina Fernández y Mauricio Macri.
Aún no se puede determinar con certeza si los fallecidos responden a la inundación o a factores colaterales. No es la cuestión, en definitiva, en términos de poder, la muerte “paga” para algunos, y cobra víctimas políticas (para otros).
El primer damnificado serio es el habitante del Gran Buenos Aires, parece que ni “ella” ni los medios los van a ver en las desgracias, no hay “guardia de auxilio”, ni guardias periodísticas en el GBA, sus habitantes son kelpers de la política y de los grandes intereses, ciudadanos de segunda, por lo visto.
La cobertura de las inundaciones, salvo excepciones, debió ser 3 x1 por los cientos de lugares anegados en
El tiempo, inclemente, se descargó duro sobre una ciudad que parece tener vida, una ciudad cada vez mas de cemento, sobreconstruida, enroscada en forma fetal hacia su interior desde las individualidades de quienes se quieren proteger de la inseguridad “de afuera”, una ciudad que cree que es más insegura en las periferias, periferias a las cuales parece haberle dado la espalda definitivamente.
Ya no solo hay un Gran Buenos Aires, es un territorio al cual ya ni siquiera van los noteros cuando se inunda, por miedo a perder el equipo, la billetera, el saco o hasta la vida misma, sino que existe un “contorno” en la misma Ciudad. La “periférica” Avenida General Paz vuelve a aparece como una frontera, y sus partes exteriores (las de la ciudad) vuelven a ser estudiadas como no comprendidas en la idea progre de Ciudad Museo: Villa Real no es la calle Caminito, Mataderos no es San Telmo, Lugano no es Caballito.
Si bien la obra del Arroyo Maldonado se veía como prioritaria, tiene algo de centralidad, esa centralidad que ahoga desde hace 200 y pico de años a los argentinos. Resulta que, los no conocedores (la mayoría de ignorantes, o “noteros” que hablan, algunos en vivo y sin editar) descubrieron que no solo el Maldonado y el Vega son “arroyos” de
No solo eso, a los lugares que aún no han sido beneficiados con obras —como Palermo Villa Crespo y la cuenca del Maldonado— en referencia al arroyo Vega en Belgrano, hubo de sumarse otras inundaciones que sorprendieron por su furia, esto es en toda la zona de Saavedra, Núñez y Av. General Paz.
Desde estas páginas siempre se ha criticado la falta de coordinación en las políticas públicas en el área metropolitana (comúnmente conocida como AMBA) que guardan motivos históricos. Cuando en 1880 se proyecto esa avenida limítrofe “de
Así, se ha notado en muchos análisis el desmadre de tránsito, el descoordinado trasporte, cuyo (des)control se encuentra a cargo del organismo CNRT, un verdadero “vale todo” típicamente argentino, garantía del nunca hacer nada, nunca sancionar a nadie.
Hoy se suman los problemas de abastecimiento, de traslado de personas y mercaderías (lo que se sigue haciendo anárquicamente) el ingreso indiscriminado de autos y otros vehículos, por autopistas que “ingresan” autos sin saber donde estos van a estacionar, provocando los caos acostumbrados, el mismo caos que, esos millones de autos, probarán, indefectiblemente, a su regreso. Todo esto ocurre mientras siguen sin ser arreglados los trenes y sin ser regulados las combis; en fin, siempre la anarquía, el vale todo, la ley del más fuerte.
Nace la “guerra de la lluvia”
Como no puede ser de otro modo, ahora quedó inaugurada la “guerra de la lluvia”. ¿Por qué? Muy simple, se ha incorporado el caos hídrico a los enfrentamientos que ya tienen acostumbrados a los argentinos.
Es sabido que el Arroyo Vega inundará, indefectiblemente, Coghlan y Belgrano, por lo menos hasta que el Gobierno Federal autorice lo aprobado por
No existe una controversia orográfica o geográfica, en un 99% las aguas del Vega nacen dentro del territorio capitalino y desembocan (luego de arrasar con todo lo que hay a su paso, sobre la calle Blanco Encalada) en el Rio de
Resulta que, desde San Martín y Vicente López entran arroyos a la zona norte de la ciudad. La orografía es antojadiza, no sigue patrones políticos ni internas partidarias.
Como el mayor desastre lo viene produciendo el siempre inundado Técnopolís —que terminó siendo una especie de parque de diversiones, mezclado con museo, en el cual se exhiben productos tecnológicos de la década del 50— indefectiblemente, cada vez que caen cuatro gotas el Gobierno emite aclaraciones sobre su responsabilidad en el agravamiento de las inundaciones en la zona de San Martín. Mediante un comunicado, aseguró que son "falsas e infundadas las versiones que adjudican algún tipo de responsabilidad a Tecnópolis por las inundaciones producidas en la zona luego de la tormenta de esta madrugada, diciendo que no “existen compuertas” para evitar que el agua excedente de las lluvias”.
Lo que pasó es que San Martín (su localidad, Villa Maipú, más precisamente) es una zona baja, altamente inundable. Debajo de la denominada “Avenida Central” de punta a punta, corre un arroyo entubado, que al llegar al borde limítrofe se choca con los terrenos del ex Regimiento de Martelli, esto es llegando a Avenida de los Constituyentes (límite entre San Martín y Vicente López). Antiguamente, existía un canal abierto en los terrenos del Regimiento. Cuando llovía, se inundaba todo Villa Maipú (por mal mantenido el canal) y se anegaba el campo inmenso que ocupaba el Regimiento.
Hoy, se emite un comunicado la feria Tecnópolis diciendo: “El canal Medrano pasaba sin entubar por las tierras del Batallón de Villa Martelli y toda el agua que corría desde el municipio de San Martin llegaba a un canal abierto que podía desagotar
Lo que ocurrió es que el Estado Nacional, a través de Tecnópolis, llenó de cemento un enrome terreno, abrió calles y contribuyó a que las aguas corrieran, que no drenaran ni filtraran. Además, cortó cientos de árboles, esos que no les importa en Villa Martelli, y por los que se rasgan las vestiduras en
No se tuvo mejor idea que abrir la calle desde que permanece cerrada permanentemente, solo se accede a Tecnópolis, y que dicen se hizo para que los funcionarios pudieran salir por una entrada diferente a la del público masivo que acostumbra a ser llevado en micros naranjas, esos que algunos días encaran para Plaza de Mayo o a algún acto cristinista, y que cuando Tecnópolis funciona, hacen el “City Tour” para dicho predio.
A esa apertura de calle, los vecinos de San Martín le llaman “dique” o “compuerta”, pero en realidad su inundación se debe al excesiva agua caída, sumado a la falta de mantenimiento del arroyo que corre por Avenida Central, cosa que ya fue estudiada y remediada en otros tiempos y con otros intendentes. Dichas aguas, antes, también se drenaba inundando los cuarteles de Martelli, y hoy no pueden drenar y se tapona.
Paradojalmente, Tecnópolis funciona como una palangana gigante que canaliza, desde que se hicieron sus obras, desde Villa Martellí y hacia adelante, porque se hizo un ducto mayor al que se debería haber realizado, inundando el barrio de Saavedra. O sea, Tecnópolis no se quiere inundar (hizo una palangana de cemento, y aumentó el ducto) y no le importa mucho como sigue” las aguas que antes permanecían afianzadas en el terreno, hoy gran mancha de cemento.
Así lo reconoce el comunicado: “En 2011 se entubaron los
Como
El exceso de cemento del complejo, un estanque exiguo, el talado de varias hectáreas de árboles y pérdida de terrenos vivos (piso de tierra) impiden que la lluvia drene naturalmente. ¿Qué pasó con el diluvio? Muy simple, no hay que ser un ingeniero para darse cuenta que las aguas subieron a la superficie, inundaron el barrio de Saavedra, parte de
Como dice el adagio legal “a confesión de parte, relevo de pruebas”. Tendremos guerra política, en el futuro, hasta por el curso de las aguas.
José Terenzio