En un hecho increíble, este jueves se conoció que luego de los numerosos testimonios que han dado la vuelta al mundo sobre el aniquilamiento –no fue para amedrentar opositores, sino para eliminar civiles- más grande visto en Siria, el Consejo de Seguridad de la ONU, presidido flamantemente por la Argentina, fue incapaz de ponerse de acuerdo para pedir formalmente que se lleve a cabo una investigación.
En un paupérrimo inglés, la embajadora del Consejo, la mendocina María Cristina Perceval, se remitió a leer el vergonzoso y por demás vago documento que dio la vuelta al mundo por su inesperada tibieza.
Luego de la última denuncia de un ataque químico a las afueras de Damasco, en el que según la oposición siria ya han muerto más de 1.300 personas, entre ellos numerosos niños, Perceval dijo: "Puedo decir que hay una gran preocupación entre los miembros por esas alegaciones y un sentimiento generalizado de que hace falta claridad sobre lo ocurrido", expresó después de casi tres horas de reunión a puerta cerrada.
Mientras que las estremecedores fotos y videos del ataque inundan la web, el Jefe de misión siria en Chile aseguró recientemente que “las imágenes de muertos son un montaje". Por supuesto nada dijo de los videos.
Human Rights Watch aseguró que varios testigos presenciales del ataque a las afueras de Damasco describieron "síntomas y métodos de disparo" propios del uso de armas químicas, por lo que pidieron al régimen de Damasco que permita el acceso inmediato de los inspectores de la ONU presentes en territorio sirio. Mientras tanto, la UNICEF comunicó: "Los niños deben ser protegidos y aquellos que no lo hagan tendrán que rendir cuentas".
Barack Obama, preguntado sobre su postura acerca de Siria, dijo que solo se pronunciará sobre el caso si se llegaran a utilizar armas químicas. Ya van dos fuertes indicios de que ello está sucediendo. No ha habido respuestas.
A través de las redes sociales, ciudadanos sirios envían los videos de la masacre a la cuenta de Twitter del mandatario norteamericano. Sin embargo las relaciones estratégicas parecer ser más fuertes. Máxime cuando Irak fue invadido y su mandatario detenido y asesinado con la excusa de encontrar armas químicas que, hasta ahora, nunca aparecieron.
También ¿sorprende? el silencio por parte de la Argentina ante esta matanza. Más de 30 países ya condenaron el ataque a civiles en Siria. El último fue Chile.
Abanderada en la defensa de los Derechos Humanos, Cristina Fernández inauguró hace semanas su presidencia en el Consejo de Seguridad de ONU sin, hasta ahora, una sola palabra de condena y compromiso a la investigación de este brutal genocidio.
Una relación comprometida
En marzo de 2011, el periodista Pepe Eliashev reveló a través de Perfil que el gobierno de Cristina Kirchner “estaría dispuesto a suspender de hecho la investigación de los dos ataques terroristas que sufrió este país en 1992 y 1994, en los que fueron destruidas las sedes de la embajada de Israel y de la AMIA en Buenos Aires”. Lo hizo sobre la base de un documento secreto, “recientemente entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Majmud Ajmadineyad”.
El informe habría sido redactado luego de la reunión que Timerman mantuvo con su par de Siria, Walid al-Mohalem, y con el presidente Bashar Al Assad el 23 y 24 de enero de 2011.
“Sugestivamente, Timerman se apartó de la delegación argentina que encabezó Cristina Kirchner en Kuwait, Qatar y Turquía, para conversar con el dictador sirio en una ciudad convenientemente ubicada a 400 kilómetros de la capital, Damasco”, aseguró Perfil.
Sin embargo, según ese Eliashev, “la verdadera naturaleza de este encuentro no habría sido informada por Timerman a la comunidad judía argentina. Al Assad visitó oficialmente Buenos Aires en julio de 2010 y fue recibido calurosamente por la Presidenta, que en ningún momento reconoció que Siria es un régimen dictatorial de partido único, cuyo líder ocupa el cargo hace diez años como sucesor sanguíneo de su padre, Hafez Al Assad, y que ahora enfrenta varias protestas que son sangrientamente reprimidas.”
Hay que recordar que durante su paso por el Congreso, Cristina integró la comisión bicameral que analizó la investigación por el atentado a la AMIA, y fue duramente crítica respecto a la investigación que llevaba adelante el entonces juez del caso, Juan José Galeano.
En el mismo sentido, en octubre de 2003 los jueces Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo dispusieron la citación de la entonces senadora para que brinde datos sobre su actuación en ese cuerpo.
La ahora Presidenta fue interrogada sobre un informe que elaboró como parte de esa comisión en el que reprochó la falta de seguimiento de la denominada "pista siria".
Sin embargo, cuando arribó al Gobierno, Cristina cambió radicalmente su postura y comenzó a apuntar a Irán, pese a que no existe una sola evidencia que pueda relacionar a funcionarios iraníes con el atentado a la AMIA.
Ese tipo de contradicciones —tanto su cambio de postura en el atentado referido, como su falta de condena al régimen de Al Assad— debieran ser debidamente explicadas oficialmente.
Human Rights Watch aseguró que varios testigos presenciales del ataque a las afueras de Damasco describieron "síntomas y métodos de disparo" propios del uso de armas químicas, por lo que pidieron al régimen de Damasco que permita el acceso inmediato de los inspectores de la ONU presentes en territorio sirio. Mientras tanto, la UNICEF comunicó: "Los niños deben ser protegidos y aquellos que no lo hagan tendrán que rendir cuentas".
Desde que se inició la guerra civil en Siria, en marzo de 2011, han muerto más de 100.000 personas y casi 7 millones necesitan ayuda humanitaria de emergencia, según las últimas cifras de Naciones Unidas.