Este jueves, el candidato a diputado nacional por el oficialismo, Martín Insaurralde, ensayó una explicación acerca de la caída que sufrió Cristina Kirchner el 12 de octubre pasado y que provocó el cuadro de “colección subdural crónica” que hoy la aqueja.
“Me contaron que estaba juntando unos regalos de sus nietos. Ella estaba ordenando, juntando los regalos del nieto y trastabilló y se golpeó, aunque no se desmayó", dijo el intendente de Lomas de Zamora.
Es curioso que el candidato se anime a hablar de un tema que está vedado incluso a los funcionarios de mayor relevancia del gabinete oficial. ¿Lo reveló espontáneamente o fue impulsado a contar la historia por terceras personas?
Por lo pronto, el propio Insaurralde admite que la situación le fue contada por alguien más. No hubo observación directa del suceso. ¿Cómo saber que le contaron lo que realmente sucedió?
Peor aún: ¿Por qué su repentina necesidad de aparecer ante las cámaras de América TV a efectos de contar algo tan sensible para los intereses del Gobierno?
A la hora de tratar de entender el cuadro de Cristina, no es menor el mutismo que ostentan los funcionarios de turno. Por caso, los partes que se han mostrado en estos días carecen de detalles relevantes sobre la patología que aqueja a la primera mandataria.
¿Dónde estaba ubicado el hematoma presidencial? ¿De qué espesor era? ¿Qué tipo de arritmia tiene Cristina? Son solo algunas de las omisiones que los médicos “registran” en sus diagnósticos oficiales.
La falta de información concreta y puntual despierta siempre las peores sospechas, para un lado y para el otro. Hay quienes aseguran que Cristina en realidad no tiene nada y que estaría actuando para sacar más votos el 27 de octubre. Por otro lado, están aquellos que juran que la mandataria está gravísima y que por ello no hay detalles de lo que sufre.
No es buena la especulación, pero es una consecuencia inevitable ante la carencia de datos concluyentes.
El mero recuerdo de los partes sobre Néstor Kirchner a principios de 2010, es generador de esas suspicacias. ¿Quién podría olvidar que unos meses más tarde el ex mandatario fallecía por una afección coronaria?
El silencio nunca es buen consejero. Sobre todo cuando se trata de la salud de aquellos que conducen los destinos del país.
Christian Sanz
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