Tal como hemos venido explicando desde hace varios años en este medio, la manipulación de indicadores macroeconómicos implementada por el kirchnerismo tuvo por finalidad sostener de manera ficticia, un modelo inflacionario cuyo desenlace por insustentabilidad, no pocos advertíamos.
Conforme afirma el economista ex director de Estadísticas Económicas del INDEC y profesor de la Universidad de Buenos Aires Víctor Becker, la intervención del organismo en cuestión ordenada por Néstor Kirchner en 2007, obedeció a un plan deliberado cuyo único objetivo fue el de eximir al gobierno del costo político por usar los excedentes tributarios generados por la inflación.
Esta decisión de modificar la metodología de cálculo, explica Beker, “puso en marcha un modelo inflacionario del cual el gobierno debía aprovechar los beneficios que le reportaba el impuesto inflacionario pero debía evitar pagar los costos políticos de dicha medida”. Dicho artilugio “consiste en la pérdida de poder adquisitivo de las tenencias de dinero a raíz del aumento de precios" y "esta pérdida para los particulares es ganancia para el fisco, que utiliza la emisión monetaria para financiar sus gastos".
Al alterarse el procedimiento de cálculo, se oculta el incremento real de precios que provoca la constante emisión monetaria, y como la gente advierte la pérdida de poder adquisitivo de la moneda local, ha venido resguardando ese valor con la adquisición de dólares.
En 2010, continúa explicando el economista "para morigerar el proceso inflacionario (…) se pasó a utilizar el retraso del tipo de cambio como ancla, abandonando le política del tipo de cambio alto y competitivo que se había puesto en marcha tras la caída de la Convertibilidad en 2002". Seguidamente aclaró que "la paulatina revaluación de la cotización del dólar frente a la evolución de los costos internos fue dificultando las exportaciones, incrementando las importaciones y alentando la compra de divisas como activo financiero".
En este escenario, hacia finales del 2011 el gobierno aplicó la política de control de cambios, procurando con ella frenar la pérdida de reservas del BCRA, pero como esto aún resultó insuficiente, durante el primer semestre de 2012, directamente impuso la prohibición para comprar moneda norteamericana con fines de ahorro.
Beker agrega que, de todos modos la emisión monetaria continuaba creciendo y consecuentemente presionando los precios al alza y como "El aumento de la oferta monetaria por encima del incremento en el volumen de las transacciones de la economía genera un exceso de liquidez que se vuelca sobre los mercados, el primer efecto es un aumento en el precio de los bienes de consumo. Pero este incremento conlleva la pérdida de valor de las tenencias en pesos".
Asimismo, es sencillo deducir que si el peso pierde valor y frente a ello la gente decide resguardarse adquiriendo dólares, el exceso de demanda de éste último hace crecer su precio, y por ese motivo subió tanto su cotización, por lo que Beker concluye “(…) Es así que a la escalada de precios sucedió la del dólar, lo cual no ha hecho más que agravar las distorsiones de precios relativos de la economía".
Nidia Osimani
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