La justicia por mano propia no debe ocurrir, porque no es justicia. Pero cuando vemos, leemos o escuchamos, que los delincuentes roban, matan gente anciana, mujeres y niños para robar, o mutilan a las víctimas, que entran y sales de prisión como de un hotel, o que se fugan con la complicidad de sus guardias, solo para mencionar algunos casos, sobreviene primero la ira, luego la frustración, y como consecuencia, la espontánea reacción de linchamiento, que se produce en distintos lugares, casi simultáneamente, cuando logran prender un delincuente, lo que debe ser interpretado como un problema que puede agravarse. Basta leer y entender los comentarios en las redes sociales. Sra presidente, hasta aquí, nunca se le escuchó hablar del problema de la inseguridad, salvo cuando dijo que era una sensación. Ahora da la impresión que Ud. justifica el accionar de los delincuentes, porque ellos sienten que su vida no vale 2 pesos.
¿Esto es también defensa de los delincuentes? ¿No será que el pueblo se cansó, que como resultado general, los delincuentes entran y salen de prisión, como si hubiera una puerta giratoria? Señora presidente, el gobierno debe defender a los hombres y mujeres decentes, que trabajan y producen y pagan sus impuestos, lo que permite entre otras cosas, la existencia de su cargo y del resto de los funcionarios, que parecen mirar para otro lado, o no hacen nada para no contradecirla.
Y será mejor, que comience a preocuparse, una cosa es la venganza individual que puede tomar una persona, y otra el linchamiento lizo y llano, cuando el pueblo logra sorprender a un delincuente ipso facto.
El ajusticiamiento se produce, por el cansancio de la gente, que no ve a las autoridades hacer lo conveniente para detener y procesar a quienes parecen tener patente de corso para delinquir.
El linchamiento ha llegado para quedarse en nuestra sociedad, hasta tanto su gobierno tome las medidas necesarias, para sacar de circulación a los delincuentes. Hay que tomar medidas de cortísimo plazo, ahora ya, este es un principio de incendio, que puede ser controlado. Si se convierte en una hoguera, el fuego puede quemar hasta los cimientos.
Las preocupaciones por reinsertar a los delincuentes dentro de la sociedad, deberá postergarlas hasta tanto, vuelva a regir la ley, que se entiende por ello, cuando la población goza de libertad para circular, reunirse y vivir sin estar enjaulados por el temor a ser asaltados, violados o muertos. Cuando los jueces, tengan en claro, que primero está la vida de los ciudadanos, que las penas deben ser ejemplarizadoras, y que no pueden dejar en libertad, hasta que se substancie la causa, a cualquier delincuente que comete un delito con armas.
Preocúpese, y envíe un proyecto de ley declarando en emergencia al país por la ola de inseguridad que nos aqueja. Queme en una hoguera en plena plaza de mayo, el proyecto de Zaffaroni, y que De Vido se ponga a trabajar, hay que construir más cárceles, preparar personal para esas cárceles, hacer una profunda investigación en toda la fuerza, policial y guardia cárceles, y meter presos a todos los malos agentes. Tiene que cambiar la ley, los reincidentes no pueden volver a la calle, cualquiera sea el grado de peligrosidad, deben ser condenados y cumplir las condenas a cabalidad, los menores delincuentes incluidos, porque la ira popular, no pide documentos de identidad a los delincuentes en el momento de apresarlos, ni les pregunta cuantos años tienen. El segundo paso del pueblo, puede ser, formar brigadas armadas para vigilar los barrios, con los desbordes que esto puede ocasionar. La vida y los bienes de los ciudadanos, son el primer deber de un gobernante, y el terminar con los delincuentes, significa todos los delincuentes, también los de guante blanco, y muy especialmente los funcionarios que aprovechan su posición para delinquir.
Si esto parece imposible, con más razón insisto. Entonces el problema es mucho más grave de lo que aparenta. Únicamente, la más severa condena, desde su posición de primera mandataria, y la decisión política de parar la matanza de gente inocente, puede tranquilizar al pueblo, y si no está dispuesta o carece de la fuerza necesaria, renuncie y deje el lugar a otro, que quiera hacerlo.
Braulio Antonio Quevedo
DNI 4.871.150