Alejándonos de toda pseudociencia creacionista, según mi óptica en un principio todo estuvo latente en los quarks, o elementos esenciales escondidos tras de ellos, esparcidos por las vastedades del informe Todo, y sólo fue necesaria la aproximación, la selección, el enlace de los elementos de la mezcla heterogénea de las manifestaciones, de cierta familia de quarks u otra cosa capaz de encadenar la evolución cósmica, la evolución biológica, la evolución psíquica y aun una posible auto evolución futura del hombre, ¿Entonces, la “creación obraría de ese modo valiéndose del azar como herramienta para el logro de ciertos fines?

¿Qué es el azar? ¿Acaso un invento de la mente humana alejado de toda realidad? ¿O un mecanismo montado por el dinamismo universal, que por eliminación, siempre por eliminación, tarde o temprano, “consigue” arribar a procesos más o menos durables, cíclicos?

¿Habría que aceptar entonces cierta programación por parte de algún sabio demiurgo?  ¿Un plan según el cual, a la larga, siempre se arribaría a los mismos resultados? ¿Qué resultados finales? ¿Aparte del placer, la felicidad, también el dolor, el error, el sufrimiento atroz, la crueldad, el mal sin límites? ¿Y todo esto encerrado en la mismísima esencia del universo entero desde siempre y para siempre con posibilidades de manifestarse alguna vez?

Todo esto se podría comparar con ciertos juegos de letras esparcidas al azar o algo parecido. Es como si los átomos dispersos por todo el cosmos, una vez seleccionados por el “azar herramienta”, apartados y puestos en contacto  con otros, generaran todo lo que somos y conocemos. Es como si alguna divinidad creadora hubiese dicho a otra deidad, o tal vez en forma de monólogo: “Hagamos una cosa, desarmemos un entero o fabriquemos un rompecabezas donde exista un 10 elevado a 80 de partículas, desparramémoslas y dejemos que solas, por azar, armen figuras y produzcan hechos: galaxias, estrellas, planetas, seres vivientes, conciencias y civilización…”

Sin embargo, por las mismas consideraciones anteriores no podemos decir, por ejemplo, que hace quintillones de años, en los quarks o llamémosle mejor: esencia universal informe, ha estado ya como latente, dispersa, la posibilidad de este universo de galaxias, la vida, la conciencia, la historia de la humanidad, y esto que estoy escribiendo.

O en otras palabras, ante el interrogante: ¿estaban en los átomos primitivos recientemente formados luego del supuesto big bang, o aún antes, programadas la forma humana, cual rompecabezas con su conciencia, y las formas de todos los seres vivientes históricos y prehistóricos incluyendo a los vegetales, las “ideas de Platón, las “formas” de Aristóteles y mis propias ideas? De acuerdo con mi hipótesis habrá que contestar que de ningún modo, porque muchas posibilidades se improvisan, no se hallan programadas, ni anticipadas por nada ni por nadie.

Las leyes instaladas que permiten obrar a la esencia universal selectivamente, por “propia gravitación”, y por un instante anticósmico dado, luego se diluyen y se pierden irremisiblemente para siempre.

De modo que, no es posible pensar acertadamente en ninguna especie de “azar herramienta” selectivo y aproximador de elementos y menos en programación alguna, y menos aún en las miríadas de pseudociencias que pululan por ahí, tales como la astrología, quiromancia, criptozoología , levitaciones, parapsicología y otras pamplinas. Y por suerte ya que de este modo es posible que el dolor sea un episodio pasajero en el Anticosmos en que vivimos y que una vez desaparecida la posibilidad y formación de conciencias que lo padecen, ya nunca jamás regresará a escena en la eternidad, de manera que no estaríamos como atados, encadenados a un cíclico fatalismo conducente siempre al mismo callejón de las idénticas circunstancias desagradables por toda la eternidad.

De ningún modo es este que propongo, un mecanismo fatalista, aun teniendo en cuenta cierto cono cosmológico con la presencia del hombre sobre la Tierra, sino que la actividad espontánea de la esencia universal, hace derivar los hechos hacia los senderos más caprichosos. De ahí el “caso único” en que consistimos como entes suscitados en el Anticosmos en que vivimos por única vez. Aprovechémoslo entonces todos hermanados en una Nación única, en un cosmopolitismo total. Las futuras generaciones nos estarán eternamente agradecidas.